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Moncloa rebaja las expectativas de sus socios y dilatará los acuerdos: "Luces largas"
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NUEVA LEGISLATURA

Moncloa rebaja las expectativas de sus socios y dilatará los acuerdos: "Luces largas"

Sánchez se prepara para dejar atrás la tensión de la negociación con el independentismo y quitar del foco político las mesas de diálogo con Junts y ERC y el debate identitario

Foto: Pedro Sánchez, en el congreso de los socialistas europeos en Málaga. (Alex Zea /Europa Press)
Pedro Sánchez, en el congreso de los socialistas europeos en Málaga. (Alex Zea /Europa Press)
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El próximo jueves, cuando Pedro Sánchez obtenga la confianza del Congreso para seguir al frente de Gobierno, el PSOE dejará atrás semanas y semanas de conversaciones que han propiciado el pacto con Junts y el broche final de Coalición Canaria. Todo el mundo da por hecho que la legislatura será un infierno. Todos, menos ellos. Conseguidos los votos de la investidura, los socialistas rebajan en privado las expectativas de sus socios. Tanto la negociación para un referéndum que les ha impuesto Junts y ERC, como la petición del "reconocimiento nacional" de Euskadi. Y eso que tanto los independentistas catalanes como el PNV se han mostrado firmes en la defensa de que exigirán su cumplimiento.

El PSOE asume el desgaste, sobre todo por la aprobación de la ley de amnistía, pero una vez esa tormenta escampe, no les preocupa la sensación de dependencia de Junts y ERC y la atadura de dos mesas de diálogo con cada partido, con su propio verificador, cuyo tema central será la consulta sobre la independencia de Cataluña. Fuentes del partido aseguran que ellos lo necesitan "para armar el relato ante los suyos" y que aun así el pacto de Carles Puigdemont con Sánchez le genera "problemas". "Los extremos", señalan en relación a Vox y el independentismo más beligerante, "están cabreados".

Pero reducen la posibilidad de que esas negociaciones con Junts y con ERC den algún fruto a corto plazo. "Luces largas", aseguran fuentes del partido. Con la formación de Puigdemont, el compromiso es celebrar reuniones mensuales fuera de España para que pueda participar el expresidente. La presidenta de Junts, Laura Borrás, declaró ayer que el "un mecanismo de verificación internacional" tendrá "cuatro miembros". Puigdemont ya desveló que estaba "definido" y "pactado". El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, señaló que lo que se ha acordado es un "acompañante", "una persona de prestigio". Con ERC aún no está decidido, pero ellos se inclinan más por una organización con experiencia en la mediación. El primer encuentro aún no tiene fecha, pero la intención es que sea "rápido".

Tres mesas de diálogo, porque hay otra que pervive entre la Generalitat y el Estado, en busca de una solución al conflicto catalán que, insisten los socialistas, tiene una "perspectiva larga". Pero la voluntad, destacan, es "afrontarlo", sentarnos". Esto es algo que ya hicieron con ERC la pasada legislatura -la mesa entre Gobiernos-, sin arrojar ningún resultado. Aunque cada vez que han existido elementos de tensión en la convivencia en el Congreso, los republicanos han impuesto que se reuniera.

Foto: El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts Carles Puigdemont. (Europa Press) Opinión
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El PSOE no oculta que el pago por los votos independentistas, primero de ERC y luego Junts, fueron los indultos y ahora la amnistía. A partir de esto, los compromisos se difuminan. De hecho, hay dirigentes socialistas que mantienen que Sánchez "ha engañado a Puigdemont". Precisamente el retrato que ha conformado de él la derecha y la ultraderecha empieza a percibirse como una virtud. Un cambio que se ha consolidado desde la sorpresa del 23-J. Nadie en el PSOE pensaba que, tras una legislatura abrazado a Bildu y ERC, podría obtener un millón de votos más. Esta circunstancia ha contribuido a normalizar el entendimiento con Junts. Pese a las dificultades que entrañaba, había un convencimiento interno de que se conseguiría, fácilmente detectable en una cantinela: "Lo que no pueda Pedro".

Aunque el partido está sufriendo en los últimos días —desde que se desveló el pacto con ERC y después con Junts— y dirigentes y cargos más conocidos son "insultados" por la calle, la pretensión de conservar el Gobierno se ha impuesto a cualquier otra consideración. En un momento de pérdida de poder institucional, tras el varapalo del 28M, retener la Moncloa supone el camino más rápido para recuperarse. Eso se visualiza, explican, en el resultado de la consulta a la militancia sobre el acuerdo con Sumar y las negociaciones con el resto de grupo. "El apoyo ha sido mayor en Andalucía (88%), que en Cataluña (85%)". Sin el PSOE en el Ejecutivo, subrayan, el socialismo andaluz está "totalmente muerto".

Largas al PNV

Pese a la evidente erosión que les provoca la amnistía —el CIS ha puesto por delante al PP en su última encuesta— en la dirección destacan que siguen por encima del 30% en un momento además de alta inflación y dificultades económicas. Una vez que haya Gobierno -se conocerá ya el próximo fin de semana- la pretensión es volver a centrarse en los temas sociales, aunque sus socios quieran imponer la cuestión identitaria.

Ese es el discurso que también le interesa al PNV, a las puertas de unas elecciones, probablemente en primavera y en disputa del voto nacionalista con Bildu. Andoni Ortuzar destacó de su acuerdo con el PSOE que acepta negociar el "reconocimiento nacional" de Euskadi, que se plasmaría en un nuevo Estatuto, en un plazo de dos años. Los socialistas vascos, al menos hasta ahora, le han dado largas. Y lo mismo sucede con las transferencias del régimen económico de la Seguridad Social.

Foto: Carles Puigdemont durante una sesión plenaria en Bruselas. (EFE/Olivier Matthys)

Aunque Ortuzar defendió que ahora el compromiso es "negociar de buena fe" y hace cuatro años solo era estudiarlo, la propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, desinfló este traspaso y lo situó al mismo nivel que el resto que hay pendiente del Estatuto de Guernica. "Se han singularizado otras competencias, pero esta no", zanjó.

Así piensa el Gobierno afrontar este circo de tres pistas —saltando entre Junts, ERC y el PNV— que, además, en el debate territorial no actúan de manera coordinada. "Que cada uno haga su propio camino porque no creo que valgan las mismas recetas para Cataluña, Euskadi y Galicia", reconoció el propio Ortuzar. Con esta convicción, en Moncloa ponen las luces largas.

El próximo jueves, cuando Pedro Sánchez obtenga la confianza del Congreso para seguir al frente de Gobierno, el PSOE dejará atrás semanas y semanas de conversaciones que han propiciado el pacto con Junts y el broche final de Coalición Canaria. Todo el mundo da por hecho que la legislatura será un infierno. Todos, menos ellos. Conseguidos los votos de la investidura, los socialistas rebajan en privado las expectativas de sus socios. Tanto la negociación para un referéndum que les ha impuesto Junts y ERC, como la petición del "reconocimiento nacional" de Euskadi. Y eso que tanto los independentistas catalanes como el PNV se han mostrado firmes en la defensa de que exigirán su cumplimiento.

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