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El Gobierno permite a Sánchez encajar el puzle territorial del PSOE desarmado tras el 28-M
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La resaca orgánica de la investidura

El Gobierno permite a Sánchez encajar el puzle territorial del PSOE desarmado tras el 28-M

El organigrama del nuevo Ejecutivo servirá para acomodar a los damnificados por la debacle de las autonómicas de mayo. La nueva etapa desatascará también renovaciones pendientes en regiones como Aragón o Extremadura

Foto: Pedro Sánchez y Ximo Puig, en el Congreso durante el debate de investidura. (EFE/Kiko Huesca)
Pedro Sánchez y Ximo Puig, en el Congreso durante el debate de investidura. (EFE/Kiko Huesca)

Pedro Sánchez convocó las elecciones del 23 de julio el día después de la debacle socialista en las municipales y autonómicas del 28 de mayo. Con el PSOE en estado depresivo y casi en shock por la derrota, el líder socialista echó una moneda al aire que, seis meses después, le ha salido cara. Desde el pasado jueves, es presidente con plenos poderes después de su tercera investidura y con más apoyos que nunca, 179 escaños y el aval de PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria. Sánchez mira al horizonte de 2027 en una legislatura que se prevé compleja, en la que tendrá que negociar palmo a palmo cada ley, pero todo es más fácil desde la Moncloa.

Entre las tareas que tiene por delante el presidente del Gobierno está el cierre de las heridas orgánicas que provocó aquella derrota de mayo. El PSOE solo mantiene tres gobiernos autonómicos —Castilla-La Mancha, Navarra y Asturias— y forma parte del Ejecutivo vasco. Francina Armengol, Ximo Puig, Concha Andreu, Ángel Víctor Torres, Guillermo Fernández Vara y Javier Lambán fueron desalojados de sus gobiernos y todos, salvo el canario, han reorientado su carrera política hacia Madrid. Y la arquitectura del nuevo Ejecutivo tendrá huecos donde pueden encajar quienes todavía no lo tienen —Armengol es presidenta del Congreso— y también servirá para desatascar las renovaciones orgánicas que quedan pendientes en el partido del puño y la rosa.

La doble cita electoral que comenzó el 28 de mayo y culminó el 23 de julio ha resultado en un Sánchez con más poder orgánico que nunca. Desde que recuperó el control de Ferraz tras vencer en las primarias de 2017 a Susana Díaz, el político madrileño ha ido diseñando un partido a su medida, con un comité federal con menos poderes que antes y cada vez menos voces críticas. El trago de la amnistía, que genera dudas en una parte importante del electorado y sectores nada despreciables de dirigentes, ha sido amargo, pero "la gobernabilidad lo es todo", apunta una fuente socialista.

La derrota del 28-M, que el propio Sánchez asumió como propia, ha desembocado en un liderazgo aún más incontestable. Barones abiertamente críticos como Lambán, o que mantenían reservas, como Fernández Vara, perdieron el poder y, por lo tanto, parte de su influencia. Solo Emiliano García-Page se mantiene como voz discordante, pero sin efectos tangibles en el partido. Las bases castellano-manchegas apoyaron el pacto con Sumar y la política de alianzas de Sánchez, con un 78%, apenas nueve puntos menos que la media del partido (87%).

Foto: Vista del Congreso de los Diputados. (EFE/Javier Lizón)

El control del Gobierno y su enorme organigrama permite al PSOE cubrir parte de la pérdida de poder institucional, que no solo se limitó a la pérdida de gobiernos regionales, sino también de diputaciones y grandes ayuntamientos, como Sevilla o Valladolid. Se considera muy probable además que alguno de los barones damnificados acabe dentro de un gabinete del que apenas se conoce nada. Sánchez ha vuelto a apostar por el mutismo y lo mismo ocurre con la cúpula del partido, aunque se da por hecho que durante el fin de semana ya hubo llamadas para la confección definitiva de un gabinete que se espera para este lunes.

El nombre más repetido entre esa nómina de expresidentes es el de Ximo Puig, ahora senador por designación autonómica tras salir de la Generalitat. Si se convierte en ministro, está por ver que deje la secretaría general del PSPV. Armengol, por ejemplo, mantiene el liderazgo de los socialistas baleares. Pero sí hay relevos orgánicos que se desatascarán una vez que el Gobierno tome forma, ya que después comenzará el proceso de renovación orgánica con un congreso federal, seguido, en cascada, por los regionales y provinciales.

Guillermo Fernández Vara ya anunció su intención de dejar la secretaría general del PSOE extremeño en otoño y Javier Lambán correrá la misma suerte cuando llegue el cónclave en Aragón. En ambos casos, Sánchez podrá pasar a contar con líderes alineados con Ferraz, en una maniobra muy parecida a la que se dio en Andalucía para sustituir a Susana Díaz. Juan Espadas, entonces alcalde de Sevilla, fue la opción elegida por Sánchez para encabezar una candidatura que aunó a todos los sectores críticos con Díaz y los cercanos a la dirección federal.

El nombre del líder del PSOE andaluz, que es la mayor federación del partido, con un cuarto de la militancia de todo el país, también ha salido en las quinielas del nuevo Gobierno, aunque es cierto que su salida de San Vicente, sede de los socialistas andaluces, dejaría un hueco con difícil cobertura a corto plazo. No hay que olvidar tampoco que están en el horizonte las elecciones europeas del 9 de junio, que servirán como reválida del 23-J y que también servirán para reconfigurar el partido.

Pedro Sánchez convocó las elecciones del 23 de julio el día después de la debacle socialista en las municipales y autonómicas del 28 de mayo. Con el PSOE en estado depresivo y casi en shock por la derrota, el líder socialista echó una moneda al aire que, seis meses después, le ha salido cara. Desde el pasado jueves, es presidente con plenos poderes después de su tercera investidura y con más apoyos que nunca, 179 escaños y el aval de PSOE, Sumar, ERC, Junts, EH Bildu, PNV, BNG y Coalición Canaria. Sánchez mira al horizonte de 2027 en una legislatura que se prevé compleja, en la que tendrá que negociar palmo a palmo cada ley, pero todo es más fácil desde la Moncloa.

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