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El malestar de un tercio de los votantes del PSOE pone trabas al plan de Sánchez con la amnistía
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El foco fuera del País Vasco y Cataluña

El malestar de un tercio de los votantes del PSOE pone trabas al plan de Sánchez con la amnistía

Los estudios demoscópicos tienen identificado un porcentaje de socialistas que desaprueba al líder del partido. El trabajo de pedagogía planeado por Ferraz pasa por involucrar a cargos locales que también tienen reparos con el perdón general

Foto: Pedro Sánchez, tras ser elegido presidente en el Congreso. (EFE/J. Carlos Hidalgo)
Pedro Sánchez, tras ser elegido presidente en el Congreso. (EFE/J. Carlos Hidalgo)
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Pedro Sánchez ya es presidente del Gobierno con plenos poderes. Y lo es gracias a una compleja red de alianzas que se apoya, principalmente, en la amnistía a los implicados en el procès y en una serie de concesiones económicas que se notan, sobre todo, en el País Vasco y Cataluña. Logrado el objetivo, el líder socialista tiene ahora que ponerse a gobernar, que era su objetivo principal, como demostró cuando dijo que, tras el resultado del 23-J, "hay que hacer de la necesidad virtud". Y tendrá que hacerlo caminando sobre el alambre de los pactos que sostienen su mayoría inestable, pero también con el peso sobre los hombros de un porcentaje del electorado socialista que no acaba de entender esa política de alianzas.

En Metroscopia tienen cuantificado ese porcentaje de votantes del PSOE que rechazan la hoja de ruta de Pedro Sánchez al frente del partido. Lo esbozó Andrés Medina, el director general de la casa demoscópica, en la presentación del último ensayo de Esteban Hernández, El corazón del presente (Círculo de Tiza), el pasado martes en el Ateneo de Madrid. El "nivel freático" del descontento está en torno al tercio de votantes, un dato nada despreciable, pero que varía en función de la pregunta que se le haga. "Siempre nos sale un tercio latente de votantes socialistas que está descontento", explica Medina, que además desvela que ese porcentaje coincide con el de los votantes socialistas que desaprueban la gestión de Sánchez al frente del partido.

Ese tercio del electorado que expresa su malestar en las encuestas es uno de los test de estrés a los que debe enfrentarse Sánchez a nivel interno en los próximos meses. El otro, según lo ve Medina, tiene que ver con los votantes del PSOE que no son ni de Cataluña, ni del País Vasco, ni de Navarra, y que ven cómo en esos territorios reciben una serie de "contrapartidas" por los acuerdos que ha cerrado el líder socialista para ser reelegido presidente.

Esa doble vertiente entre lo identitario y lo material tiene también diferentes expresiones demoscópicas. Y lo ha detectado la empresa que dirige Andrés Medina, que tiene estudios que indican que solo el 49% de los votantes del PSOE están a favor del perdón general a los implicados en el procès. Al mismo tiempo, el porcentaje de aprobación del pacto con ERC solo alcanza el 32%, lo que confirma una tesis que manejan incluso en el seno del partido del puño y la rosa: las cesiones económicas generan más desgaste que las identitarias. Y el pacto con los republicanos incluye la gestión de las Rodalies y una quita de la deuda catalana con el Estado de 15.000 millones que debe repercutir en el resto de regiones, pero que aún no está claro cómo se articulará.

Foto: Los líderes de PSOE y PNV, Pedro Sánchez y Andoni Ortuzar. (EFE/Fernando Villar)

La duda está en qué traslación electoral pueda tener ese descontento. Medina considera "absurdo" hacer estimaciones de voto en este momento de la legislatura, con las elecciones aún en el recuerdo y el Gobierno todavía por concretar. Pero el Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), que hace las veces de CIS catalán, hace pensar que no hay un gran desgaste. Es cierto que el CIS sí detectó una caída del PSOE en su último barómetro, pero el organismo público de la Generalitat, en su tercera oleada del año, concede una victoria arrolladora al PSC de Salvador Illa, con entre 39 y 45 escaños en el Parlament frente a los 33 que tiene ahora. Y ese buen dato para los socialistas catalanes coincide con un magro respaldo a la amnistía entre sus votantes, solo del 49%.

"Ese tercio incómodo socialista ya estaba antes de las elecciones de mayo", recuerda Andrés Medina, que admite que ese descontento entre el electorado del PSOE fue compatible con el resultado del 23-J que ha permitido a Sánchez repetir en Moncloa. Pero en los cuarteles generales socialistas ya han dado la voz de alarma para evitar que ese malestar se traduzca en abstención o infidelidad electoral. Hay que tener en cuenta que habrá elecciones europeas el 9 de junio, y ahí el presidente volverá a examinarse, igual que en las elecciones vascas y gallegas que se prevén para el primer semestre del año. La guinda la pondrán las catalanas, que serán, como muy tarde, en febrero de 2025.

El plan de pedagogia

Para navegar mejor en esa travesía, en Ferraz han ideado un plan que pasa por involucrar a todos los resortes del PSOE para explicar la amnistía a sus votantes. Fuentes socialistas aluden a la "capilaridad" del partido, con miles de sedes y casas del pueblo repartidas por el país, y también miles de concejales que la cúpula socialista pretende utilizar como vías de transmisión de su mensaje. En Ferraz son conscientes de que la amnistía también genera dudas entre sus cuadros locales, sobre todo lejos de Cataluña y el País Vasco, pero el plan contempla la implicación del partido desde Moncloa hasta los ayuntamientos, pasando por referentes como José Luis Rodríguez Zapatero, que ya está ejerciendo esa labor de apostolado.

La intención es recuperar una práctica muy habitual hasta los tiempos de Rodríguez Zapatero, cuando los senadores y diputados socialistas se embarcaban en rutas por sus provincias y recorrían cada pueblo para explicar leyes y desgranar los Presupuestos Generales del Estado (PGE). "Esto es muy PSOE, de siempre", explica un dirigente socialista que ha tenido responsabilidades en Ferraz y ahora está en la política local. Otra fuente socialista recuerda cómo en esa época era habitual que cada ley aprobada por el gobierno fuera motivo de debate en las agrupaciones locales.

Pedro Sánchez ya es presidente del Gobierno con plenos poderes. Y lo es gracias a una compleja red de alianzas que se apoya, principalmente, en la amnistía a los implicados en el procès y en una serie de concesiones económicas que se notan, sobre todo, en el País Vasco y Cataluña. Logrado el objetivo, el líder socialista tiene ahora que ponerse a gobernar, que era su objetivo principal, como demostró cuando dijo que, tras el resultado del 23-J, "hay que hacer de la necesidad virtud". Y tendrá que hacerlo caminando sobre el alambre de los pactos que sostienen su mayoría inestable, pero también con el peso sobre los hombros de un porcentaje del electorado socialista que no acaba de entender esa política de alianzas.

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