Un político inmune al miedo y a las críticas: así ven a Sánchez quienes le conocen bien

Los seguidores de Paquita Salas están de enhorabuena. El 17 de julio, en una entrevista en el pódcast La Pija y la Quinqui, Pedro Sánchez aseguró que si era de nuevo presidente haría que la serie volviera. Casi nadie en España pensaba que lo conseguiría, tras el avance del PP y Vox en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. Pero el jueves obtuvo la confianza del Congreso y el viernes prometió su cargo ante el Rey. Los Javis pueden ponerse con la cuarta temporada.

Sánchez lo ha vuelto a hacer. Empeñado, señalan en su entorno, en ser un "antídoto contra los agoreros" que una y otra vez pronostican su muerte política. Todo un aviso a quienes sostienen ahora que la legislatura será "corta". Ha cerrado un pacto con Junts, que hace meses parecía imposible, a cambio de una amnistía que muchos en el PSOE ven "intragable" pero que ha tenido el aval de la militancia. Esta jornada de domingo estará volcado en la composición de su nuevo Gobierno. "Algo tendrá el agua cuando la bendicen", apuntan sus defensores.

¿Qué tiene Pedro Sánchez? ¿Cómo ha podido sobreponerse a la sonora derrota del 28-M? Esta vez no queda claro si su permanencia al frente del Ejecutivo ha sido mérito suyo o demérito de su contrincante, Alberto Núñez Feijóo, que enlazó un error tras otro en las semanas previas al 23-J. En cualquier caso, Sánchez hizo todo lo que pudo y lo hizo bien. No ganó, pero logró un millón de votos más, que impidieron la suma de la derecha.

Quienes lo conocen bien trazan una personalidad política muy alejada del estereotipo que existe de él. Es "muy trabajador", algo que apenas se destaca, "resolutivo" y con un "sentido muy práctico de las cosas". Un hombre, afirman, "muy equilibrado", y con "una gran estabilidad mental". "Mucha gente le ve como un líder distante, que no empatiza". La imagen no es del todo exacta, aseguran. "Por dentro, es una persona apasionada". Pero sí reconocen que "esa distancia" —una "coraza", la definen— le "ayuda" en la toma de decisiones. "No le hace temblar casi nada".

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Esta "falta de miedo" le distingue frente a otros políticos. "Le hace buscar soluciones que no se le ocurren a nadie". Para sus detractores, esta osadía —ahora el acuerdo con Carles Puigdemont y la promesa de un nuevo marco territorial— representa su mayor peligro. Pero, frente a los que le tachan de alguien impulsivo, su núcleo apunta a que es "racional y previsible". También con la amnistía.

Las encuestas de Moncloa empezaron a reflejar desde principios de año que la siguiente mayoría parlamentaria del bloque progresista ya no dependería de ERC sino de Junts. Eso hizo que, según desveló el secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán este sábado, en una entrevista en eldiario.es, que Sánchez le encargara en "marzo o abril" abrir una vía de interlocución y mantener la primera reunión con Jordi Turull. Por eso la noche del 23-J él ya sabía que se convertiría en presidente.

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El peaje ha sido la amnistía. En el PSOE no niegan que se ha hecho para contar con sus siete votos, pero defienden que han pasado seis años desde el 1-O y que a ese escenario había que llegar en algún momento. Lo deseable, reconocen, es haberlo impulsado en una situación de "estabilidad". La realidad es que el cambio de posición ha sido tan drástico —antes del 23-J mantenían que era inconstitucional— que un tercio de sus votantes no lo avalan. Esta decisión es la más controvertida que ha tomado y eso que ha arriesgado muchas veces. Con medio país en contra, que ha mostrado su rechazo en sucesivas manifestaciones, y un conflicto con el Poder Judicial abierto en canal, el presidente se ha limitado a decir que respeta las protestas pacíficas.

"No es infalible"

Sánchez, destacan en el partido, "siempre tiene claro a dónde va". Aunque, admiten, no es un líder "infalible". Entre los errores que internamente más se le reprochan está su convencimiento de que tras las primeras elecciones de 2019 Pablo Iglesias le haría presidente sin necesidad de meterlo en el Gobierno. "Más vale una mala coalición que unas malas elecciones", le advirtieron. Fue lo segundo y después de empeorar el resultado del PSOE con la repetición electoral pactó a toda prisa.

No es el político que llegó por sorpresa a la Moncloa con la primera moción de censura de la democracia. "Es una persona que absorbe todo, aprende y eso le ha hecho crecer mucho". Ha sabido, además, "rodearse de gente muy buena". Los que llevan con él desde el principio creen que ha tenido aciertos estratégicos que han cambiado el destino del PSOE. Según el PP, lo ha hundido. "Supo hacer frente al esclerotizado aparato del partido y está donde está gracias a los militantes. Y ha actualizado el discurso socialdemócrata con la lucha contra el cambio climático, la subida de salarios, la igualdad o la justicia social". Se acabó lo de "PSOE y PP, la misma mierda es".

Aún rechina que en su discurso de investidura insistiera en presentarse como un "muro" frente a las "derechas retrógradas" de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal. Tildado de "frentista" por la oposición, en el PSOE consideran que en ese bloque ha quedado atrapado el PP por "no homologarse" a la derecha continental.

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Nada es muy distinto en España a lo que sucedía hace cuatro años. En la investidura de enero de 2019 Sánchez ya defendió que "ninguna otra fuerza puede ofrecer un Gobierno para España". Pablo Casado le acusó de poner el país "en manos de golpistas y terroristas". "Su patria es usted, ha decidido convertirse en hombre de paja del nacionalismo en vez de un hombre de Estado", le dijo. Un mensaje muy parecido al que ahora sostiene Feijóo. A vueltas todos con España, igual es necesario esperar a las próximas elecciones para que se acabe de entender.