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El Gobierno supedita la amnistía a que Junts regrese a la política institucional
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INVESTIDURA DE SÁNCHEZ

El Gobierno supedita la amnistía a que Junts regrese a la política institucional

Las negociaciones avanzan, pero el PSOE quiere garantías de que el partido de Puigdemont regresa al juego democrático y se convierte en un socio fiable antes de cerrar el texto legal

Foto: El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Mattys)
El expresidente catalán Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Mattys)
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El Gobierno sigue a la espera de que Junts dé el salto definitivo y regrese a la política real. Las negociaciones entre el PSOE y Carles Puigdemont avanzan sin grandes escollos en torno a la amnistía. Se plasmará en un texto legal si se alcanza un acuerdo global. Los socialistas exigen que Junts vuelva a la senda de la institucionalidad. Eso no se traduce en nada en concreto y, sin embargo, lo es todo. Cumplir la Constitución, por descontado. Y ser de nuevo un partido tradicional, con el que se pueda dialogar, que participe de las reglas del juego democrático.

Pedro Sánchez carece aún de garantías de esta conversión y en ese punto está encallado el pacto, según confirman fuentes socialistas. Si ese paso no se produce, no habrá ley. Es todo el paquete o nada. Por eso él no hace referencia a la amnistía, porque no la pueden dar por descontada. El presidente del Gobierno en funciones busca un acuerdo de legislatura, no de investidura. No se trata solo de que le prometan la aprobación de al menos dos presupuestos para poder mantenerse cuatro años, sino de que Junts sea un socio fiable y estable dentro de su mayoría parlamentaria. Que haga el mismo viaje a la normalidad institucional que ya ha hecho Esquerra. Y participe de la gobernabilidad con el mismo compromiso de ERC, EH Bildu y el PNV.

Foto: Ortuzar y Puigdemont se reúnen en Waterloo. (EFE)

Eso supone renunciar a todo lo que han defendido durante el procés, asumir ante los suyos la "quimera" de la independencia y volver a colaborar con el Gobierno. Y les da "miedo", señalan fuentes del PSOE. "No es fácil para ellos apoyar al Estado". Están desorientados, explican, porque han perdido fuerza electoral y no saben si para recuperarla tienen que moderarse o radicalizarse. No encuentran el camino y se enfrentan, además, a unas elecciones en Cataluña en poco tiempo —febrero de 2025, como tarde— que enturbian más el proceso.

Por eso todo va "lento". El PSOE tiene ya muy decidido el alcance de la amnistía para que pase el filtro del Tribunal Constitucional y mantiene que no habrá referéndum. Pero apuntan que si hay legislatura se puede abrir un diálogo más profundo para la búsqueda de una solución política para Cataluña. Sánchez está totalmente volcado en las conversaciones. Él y Puigdemont figuran en los extremos de la línea que une a los socialistas con Junts, pero se comunican a través de personas intermedias. Que haya una llamada telefónica como la que el miércoles mantuvo con el presidente de ERC, Oriol Junqueras, en estos momentos no se plantea.

La comunicación se normaliza solo con Junqueras

Fue la pregunta que con más insistencia se le planteó a Sánchez este jueves, en una conversación informal con periodistas en el Palacio Real durante la recepción que con motivo del 12-O ofrecen los Reyes. El presidente dijo reiteradamente que él "habla" y "se reúne" con los grupos. Este viernes lo hará con Junts y con EH Bildu en el Congreso. Su respuesta tenía una tara, porque Junqueras no entra en esa categoría. Los socialistas sostienen que esa llamada que el dirigente republicano demandó forma parte de un proceso de acercamiento entre las dos formaciones que ha durado cuatro años.

Foto: El presidente de ERC, Oriol Junqueras. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

La relación de confianza con ERC está asentada e interpretan la advertencia pública de Gabriel Rufián de que solo negocian la investidura y luego ya verán si dan estabilidad a la legislatura como una "posición negociadora". La reunión con el portavoz republicano fue bien, aseguran, y el paso que se ha dado con Junqueras es "normalizar la comunicación por arriba".

El acto en el Palacio Real sirvió para constatar una vez más que el clima político español sigue muy cargado. Apenas hay mestizaje en las conversaciones entre dirigentes del PSOE y del PP. Sánchez fue abucheado de nuevo en el desfile militar, con más inquina incluso que otros años, al grito de "que te vote Txapote". El jefe del Ejecutivo, en lo que parece una maniobra de distracción ante la amnistía, culpa de ello al PP. En el corrillo con periodistas les afeó que intenten "apropiarse" de los símbolos nacionales y la bandera y consideró que debe ser "muy frustrante" para Alberto Núñez Feijóo no haber logrado ser presidente gracias a una mayoría con Vox. El dirigente popular se defendió y negó que el PP haya "organizado" que le griten a Sánchez. Y frente a las acusaciones de que no entiende qué es España replicó que su pluralidad y diversidad las representa su partido, que preside 11 comunidades autónomas, Ceuta y Melilla. Los dos siguen en sus esquinas del cuadrilátero a la espera de que arranque la legislatura.

El Gobierno sigue a la espera de que Junts dé el salto definitivo y regrese a la política real. Las negociaciones entre el PSOE y Carles Puigdemont avanzan sin grandes escollos en torno a la amnistía. Se plasmará en un texto legal si se alcanza un acuerdo global. Los socialistas exigen que Junts vuelva a la senda de la institucionalidad. Eso no se traduce en nada en concreto y, sin embargo, lo es todo. Cumplir la Constitución, por descontado. Y ser de nuevo un partido tradicional, con el que se pueda dialogar, que participe de las reglas del juego democrático.

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