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Feijóo se agarra al "esto no está cerrado" mientras el PP mira a Ayuso
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PROMESAS POLÍTICAS

Feijóo se agarra al "esto no está cerrado" mientras el PP mira a Ayuso

Si Pedro Sánchez logra la investidura, el partido asume que habrá cambio de liderazgo en dos años como máximo

Foto: Feijóo y Manuel Fraga. (Sergio Beleña)
Feijóo y Manuel Fraga. (Sergio Beleña)
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La promesa que Alberto Núñez Feijóo hizo a Manuel Fraga pesa hoy más que nunca. "Si el partido está en peligro, daré un paso al frente", susurró el gallego al padre del PP, con el que creció políticamente junto a Romay Beccaría. Ese compromiso le llevó a dar el paso al frente hace un poco más de un año y tomar el mando de Génova. Los que le conocen aseguran que la decisión le costó. Más por la situación personal, su esposa y su hijo de seis años tenían una vida hecha en Galicia, que por el vértigo de saltar al ruedo nacional. Su experiencia de más de tres décadas en política le avalaban y hasta la misma noche del 23-J creyó que su destino era La Moncloa.

Aún hoy, en su equipo más cercano, "los gallegos" como se refieren a ellos en el partido, no han podido encajar el varapalo de no sumar con Vox. El recuento de votos pronto arrojó que la victoria sobre el PSOE no sería arrolladora, pero lo que nadie esperaba es que no se sumase con Vox. ¿Qué falló? Hay interpretaciones para todos los gustos. "A toro pasado es muy fácil", se defienden desde el círculo de confianza del líder. Hay coincidencia en que la última semana de campaña fue el punto de inflexión hacia el desastre. En el partido los más veteranos empezaron a alertar de que algo no iba bien. Quienes habían hecho campaña con Mariano Rajoy detectaron pronto que había que "morder" al PSOE.

Foto: Feijóo, en la sede del PP en Génova. (Reuters/Juan Medina) Opinión
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Pedro Sánchez iría a por todas y la estrategia del círculo del presidente funcionó. Yolanda Díaz abrió la veda para que la relación de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado, fuese una "gota malaya" que fue cayendo sobre la honorabilidad del gallego. El principal fallo, según relatan a este periódico fuentes del partido, es que la cúpula de Génova fue avisada días antes de que Moncloa estaba preparando dossiers de Dorado. "Nadie hizo caso. Cabalgaban a lomos de las encuestas", lamentan desde el partido.

Lo cierto es que Feijóo no supo hacer frente a las preguntas de los periodistas ante un tema que su guardia pretoriana daba por "amortizado". Empezó diciendo que en aquella época "no había Google" para justificar que desconocía las actividades del hombre con el que compartía yate para acabar diciendo que era "contrabandista". El "resbalón" se sumó a la polémica por las pensiones. Feijóo se enredó con la subida del IPC ante la estupefacción del partido, que no daba crédito a cómo los responsables de comunicación no habían sido capaces de enmendar el "fallo" que ya se detectó durante el cara a cara con Sánchez.

Foto: Javier Lambán, Emiliano García-Page, Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara conversando. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Una y otra vez han repasado las posibles fugas de voto, pero ahora toca mirar al futuro. El escaño que el voto exterior ha decantado en Madrid por el PP ha levantado los ánimos entre los populares. "Esto no se ha cerrado", señalan las personas de máxima confianza de Feijóo, que confían en que Sánchez no logre ahormar los apoyos para una investidura. Con el nuevo reparto de fuerzas, 137 del PP frente a 121 del PSOE, el "sí" de Carles Puigdemont es indispensable para que el presidente repita. Los populares jugarán todas sus cartas.

Hay contactos con empresarios vascos y catalanes para que hagan virar al PNV, e incluso explorar una vía con Junts. "No se pueden radiar las negociaciones", abronca un ex alto cargo del gobierno de Mariano Rajoy que, pese a desconfiar de los nacionalistas vascos, asegura que la única opción, y muy remota, es abrir una vía de diálogo desde la discreción. Feijóo mantiene una "excelente" relación con Íñigo Urkullu, pero son muchos lo que le previenen de que el lendakari ya no es el que manda: "Ortuzar es quien marca la hoja de ruta", sentencian cargos populares vascos que ven "imposible" atraerse al PNV.

Los del PP achacan a los pactos con la ultraderecha que no se cumplieran los sondeos que apuntaban a más de 150 escaños

En esta tesitura, Feijóo es el que tendrá que decidir su futuro. En el PP, tras el trauma de no gobernar han empezado las quinielas sobre el liderazgo. Hay consenso en que el gallego está legitimado para decidir si se queda o se va, pero también son mayoría los que dan por hecho que la oposición será dura no tanto por Sánchez sino porque la victoria pírrica ha colocado a Isabel Díaz Ayuso como "líder natural". La intención en estos momentos es "pelear". El escenario soñado dibuja una repetición electoral donde Feijóo repetiría como candidato sin contestación interna y donde como ocurrió con Rajoy se espera mejorar los resultados absorbiendo a Vox.

Los de Santiago Abascal son el "enemigo declarado" para el PP. Achacan a los pactos con la ultraderecha que no se cumplieran los sondeos que apuntaban a más de 150 escaños. Hay división de opiniones, pero en ambos bandos se culpa a Génova de no haber gestionado la bilateralidad con Vox. Los que sintonizan con lo expresado por Esperanza Aguirre apuntan a que se arremetió tanto contra los "socios" que se acabó movilizando a la izquierda por el miedo a la "involución" que jaleaba el PSOE, otros señalan el "desmadre" de los acuerdos que se firmaron y la falta de una directriz clara del propio Feijóo a los barones sobre cómo y cuándo pactar con Vox. La dirección nacional se dejó llevar y fue en Extremadura, cuando los trackings empezaron a hacer sonar las alarmas, cuando se presionó a María Guardiola para retractarse en pos de la estabilidad. Ya era tarde. La izquierda ya tenía el relato. El votante moderado no entendía el "no quiero pactar con Vox" mientras se firmaban investiduras.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo. (Reuters/Juan Medina)

El dilema está precisamente en la investidura de Feijóo. El líder del PP está dispuesto a ir, pero hay voces que consideran que saldrá "derrotado". El Rey tampoco tendrá un papel fácil dado que el PP es la lista más votada, pero salvo sorpresas, Feijóo tendría que ser propuesto pese a no tener los apoyos suficientes. Los barones apoyan que se juegue la carta del ganador, aunque desde un punto de vista de fijar posición y contrastar proyecto de país con Sánchez. Ninguno confía en una mayoría alternativa y aquí se abre la espita de la sucesión. Pocos ven al gallego en la oposición. Recuerdan que él siempre habló de que lo importante "no es ganar sino gobernar".

Sus convicciones chocan con el camino que le queda por recorrer. Llegó a decir hace meses que no seguiría al frente del partido si no llegaba a Moncloa. Hoy su círculo más cercano le apoya para "resistir". Los "gallegos" estarán con él en la bancada del Congreso. Desde su mano derecha, Mar Sánchez, a su jefa de gabinete, Marta Varela, han logrado escaño. El escenario si Sánchez logra reeditar el Frankenstein será complicado a nivel interno. La sombra de Díaz Ayuso estará siempre presente. Incluso hay miembros de la dirección nacional que dan por hecho que la madrileña acabará dando el salto. Será prudente porque sus gurús le aconsejan esperar. No es momento de dar la batalla, pero tampoco lo será de Feijóo en dos años, si la legislatura es corta, o en cuatro.

Foto: El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, durante la Junta Directiva Nacional. (EFE/PP/David Mudarra)

El PP dejará hacer a Feijóo, pero las fuerzas ya se están posicionando en torno a Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso. El primero apuntalará hasta el último minuto al gallego. Representa al PP de los "sorayos" y de Rajoy, la segunda tiene el favor del expresidente José María Aznar. El partido espera a que hable y recuerdan que con un resultado similar se presentó ante otro gallego, Rajoy, exigiendo un Congreso Nacional en 2015. El reto es hoy el mismo: unir a la derecha dado que dividida tendrá difícil gobernar.

La promesa que Alberto Núñez Feijóo hizo a Manuel Fraga pesa hoy más que nunca. "Si el partido está en peligro, daré un paso al frente", susurró el gallego al padre del PP, con el que creció políticamente junto a Romay Beccaría. Ese compromiso le llevó a dar el paso al frente hace un poco más de un año y tomar el mando de Génova. Los que le conocen aseguran que la decisión le costó. Más por la situación personal, su esposa y su hijo de seis años tenían una vida hecha en Galicia, que por el vértigo de saltar al ruedo nacional. Su experiencia de más de tres décadas en política le avalaban y hasta la misma noche del 23-J creyó que su destino era La Moncloa.

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