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Barones e históricos del PSOE se pliegan ante Sánchez: "Es el final del socialismo de Suresnes"
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Expectativas frustradas

Barones e históricos del PSOE se pliegan ante Sánchez: "Es el final del socialismo de Suresnes"

La hoja de ruta de los críticos para "derogar" el sanchismo preveía un congreso extraordinario en otoño si se perdía la Moncloa

Foto: Javier Lambán, Emiliano García-Page, Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara conversando. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Javier Lambán, Emiliano García-Page, Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara conversando. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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El recuento de los votos en la noche electoral no solo se vivió con decepción en Génova. En un sector del PSOE, los antisanchistas, el sabor era agridulce al confirmarse que Pedro Sánchez no ganaba las elecciones, pero mejoraba en datos y podía optar a repetir en la Moncloa con mayor dependencia de los separatistas que hace cuatro años. Como militantes, muchos de ellos históricos, siempre celebrarán una victoria de sus siglas, pero en esta ocasión, según confirman a El Confidencial, "necesitábamos una catarsis para refundar el partido".

El ambiente en el "viejo PSOE" es de tristeza. "Con estos resultados nadie puede disputarle el liderazgo", lamenta un histórico socialista que recuerda que el año pasado se conmemoraron los cuarenta años de la victoria de Felipe González en 1982 y ya "no queda nada" de ese partido. "Es el final de Suresnes", sentencia, mientras reconoce que Sánchez es el que tiene el "control absoluto" de "este" PSOE que, en su opinión, dista mucho de sus orígenes. "Sánchez está al frente de un bloque, no del PSOE", explica otro exdirigente socialista, que pone de manifiesto que "se ha renunciado a las mayorías, a la autonomía de las siglas, a gobernar sin ataduras" en relación con que Sánchez está "eufórico", ya que con sus socios podrá mantener el poder con un PSOE en 121 escaños.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a varios barones del PSOE. (EFE/Javier Belver)

Los dirigentes territoriales que se han declarado en los últimos años abiertamente contrarios a los pactos con independentistas catalanes y Bildu guardan silencio. El único que ha mantenido el poder, Emiliano García-Page, fue muy prudente al referirse al futuro en la investidura del otro superviviente, el asturiano Adrián Barbón. El castellanomanchego apeló al entendimiento entre PP y PSOE en los grandes pactos de Estado, consciente de que es un brindis al sol. Dejó claro que no habrá diputados tránsfugas que faciliten una investidura de Albero Núñez Feijóo. El líder popular debe abandonar toda esperanza de esa vía.

El aragonés Javier Lambán o Ximo Puig, que achacaron a los acuerdos de Moncloa su derrota el 28-M, están desaparecidos. Ambos saben que habrá en los próximos meses relevo en sus federaciones y en el caso del primero está de brazos caídos. Lambán ha trasladado en conversaciones privadas que daría sus votos para hacer presidente a Jorge Azcón en Aragón y librarle de la dependencia de Vox, pero él ya no manda. El 23-J ha segado cualquier opción de resistencia a Sánchez.

Los críticos del partido llevaban desde la debacle de las autonómicas y municipales preparando el postsanchismo. Sabían que sería difícil porque el PSC, la federación más fuerte, según se ha demostrado en las parlamentarias, iba a sostener a Sánchez si este hubiese querido continuar al frente del partido, aun no sumando para repetir como presidente. Sánchez también había diseñado un grupo parlamentario a su medida, pugnando con los barones para colocar a afines. En Aragón fue muy claro el boicot al "delfín" de Felipe González, Ignacio Urquizu.

"Los críticos del partido llevaban desde la debacle de las autonómicas y municipales preparando el postsanchismo. Sabían que sería difícil"

Soterradamente había contactos, si bien se diseñaron planes en paralelo en función de los intereses de cada uno. El partido se llegó a dividir entre el PSOE de "izquierdas" representado por el sector de Adriana Lastra y Barbón, que meditaba dar el salto, según fuentes del PSOE asturiano, y los de "derechas" que colocaban a Page o Lambán. Sí había cuórum en que por muy abultada que fuese la derrota, la consigna era dejar que Sánchez diera el primer paso. Ya en 2016 erraron, insisten, al convertir al presidente en un "mártir" y esta vez no se apresurarían. "Si hay que matarle siete veces, lo haremos", se llegó a deslizar desde los territorios donde asumían que Sánchez daría la batalla. En su equipo cifraron en 110 los escaños para poder elaborar un relato resiliencia. Todo es pasado. También la gestora que se había preparado. Quien liderara el partido cuando la abstención para dejar gobernar al PP, Javier Fernández, también había sido contactado. En octubre habría un congreso extraordinario para elegir al nuevo líder y "derogar" el sanchismo.

Algún barón ya estaba candidateándose en sociedad. Los popes como Alfonso Guerra hablaban en público sin rubor, como venían años haciendo en privado. La operación estaba en marcha, pero se truncó. El veredicto de las urnas, así lo explicita un miembro del PSOE, es que no penalizan los acuerdos con Bildu o ERC y adelanta que Sánchez los reeditará con Puigdemont y habrá legislatura. En las negociaciones con el prófugo se esperan curvas dentro del socialismo donde habrá crujido de dientes y algunas declaraciones de rechazo en público de los tradicionales detractores de estos acuerdos y "poco más".

En el otro lado restan importancia a estos movimientos. Un ministro afín al presidente se muestra "sorprendido" por el "desconocimiento" que muchos de sus compañeros, asegura, tienen de lo que "hoy es el partido". Respecto a las conspiraciones para echar a Sánchez anteriores al 23-J, resume: "Santa Inocencia, ora pro nobis".

El recuento de los votos en la noche electoral no solo se vivió con decepción en Génova. En un sector del PSOE, los antisanchistas, el sabor era agridulce al confirmarse que Pedro Sánchez no ganaba las elecciones, pero mejoraba en datos y podía optar a repetir en la Moncloa con mayor dependencia de los separatistas que hace cuatro años. Como militantes, muchos de ellos históricos, siempre celebrarán una victoria de sus siglas, pero en esta ocasión, según confirman a El Confidencial, "necesitábamos una catarsis para refundar el partido".

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