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Feijóo marcara límites a Vox "pase lo que pase" tras el "error" en la Comunidad Valenciana
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DEBATE EN LA DIRECCIÓN NACIONAL

Feijóo marcara límites a Vox "pase lo que pase" tras el "error" en la Comunidad Valenciana

Preocupado por las consecuencias del pacto, interviene para recordar el compromiso del PP con la violencia de género. El partido pide convocar un comité ejecutivo para debatir futuros acuerdos

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira Jr.)
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira Jr.)
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La consigna de dar autonomía a los barones para decidir en sus territorios ha tenido un efecto bumerán para Alberto Núñez Feijóo. No calculó Génova el daño que supondría, en términos de credibilidad, para el discurso del líder del PP el acuerdo con Vox en la Comunidad Valenciana. Las alarmas saltaron ayer cuando el número dos de la formación de Santiago Abascal en la región, José Manuel Llanos, declaró que "la violencia de género no existe". La respuesta no se hizo esperar y en el PP no dejó a nadie indiferente que el que diese la réplica fuera el propio Feijóo: "La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad. No vamos a renunciar a nuestros principios, cueste lo que nos cueste", irrumpió en Twitter.

En la dirección nacional ha habido debate desde que Carlos Mazón rompió la estrategia acelerando las negociaciones con Vox. Feijóo recelaba del acuerdo, pero acabó dando luz verde. El futuro presidente de la Generalitat le informó la misma mañana en la que lo suscribió y desde ese momento el gallego ha intentado acompasar su discurso sin éxito. Ayer viró la estrategia. "Vamos a dar un golpe en la mesa. Pase lo que pase", adelantaba un miembro de la ejecutiva, que no escondía el "enfado y la preocupación" del jefe por las consecuencias de cara a las elecciones del 23-J.

Foto: Feijóo en una foto de archivo. (Reuters/Susana Vera)

Feijóo está dispuesto a restablecer las "líneas rojas" que el texto firmado por su barón valenciano ha traspasado al hacer suyas expresiones como la "violencia intrafamiliar". Pese a que desde su equipo se ha venido defendiendo que las coaliciones con Vox no penalizan electoralmente, el gallego se ha dado cuenta de que lo que se juega es su capital político. Desde el partido han venido advirtiendo de que era un "error" plegarse a los de Abascal en plena campaña. Tampoco gusta que se les hayan cedido consejerías como la de Justicia e Interior o Agricultura. "¿Cómo vamos a sacar ahora esta pata?", se preguntan los populares.

Entre las opciones que plantean, está la de convocar un comité ejecutivo en el que se debata con los barones las bases de futuros acuerdos. Esto choca frontalmente con el "manos libres" a los líderes territoriales con el que el presidente del PP intentó marcar diferencias con la anterior dirección. Feijóo fue uno de los que defendió ante Pablo Casado y el ex secretario general, Teodoro García Egea, que fuese el presidente de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, el que decidiese. Casado había pronunciado un duro discurso contra Vox minutos antes.

Foto: Esperanza Aguirre saluda a Almeida, esta mañana en el pleno de Madrid. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Ahora lo que está en juego es la Moncloa. Desde el PP se lamentan de que "hemos hecho lo mismo que criticamos a Pedro Sánchez: decir una cosa y hacer la contraria". Feijóo ha venido defendiendo que su aspiración es gobernar en solitario y planteaba las coaliciones con Vox como la última opción posible. La celeridad con la que Mazón ha actuado desmiente en buena medida estos planteamientos. Génova no solo había pedido ralentizar al máximo las negociaciones con los de Abascal, sino que diseñó un plan en el que los populares aparecerían como un partido capaz de pactar con todos.

Foto: El candidato del PP a la presidencia de Aragón, Jorge Azcón (i), junto al candidato de Vox, Alejandro Nolasco (d). (EFE/Javier Cebollada)

Romper los bloques es otra de las señas de identidad del proyecto de Feijóo. No solo a través del ofrecimiento de pactos al PSOE, sino también con alianzas con los regionalistas, como se ha visto en Cantabria o Canarias, donde ha habido entendimiento con el partido de Miguel Ángel Revilla y Coalición Canaria, respectivamente. El mensaje a trasladar es que Vox no es un socio preferente. Las alianzas tras el 28-M deberían abrir el abanico de cara al día después de las generales. Feijóo ha llegado a plantearse dejar que el candidato de Junts, Xavier Trias, llegase a alcalde de Barcelona con un PP que se votaría a sí mismo en la investidura de hoy. Los empresarios llevan días presionando desde la baza de que Carles Puigdemont dejará de mandar y volverán los tiempos de CiU. La derecha catalana podría volver a ser un apoyo para los populares en el Congreso en votaciones puntuales.

El terremoto del abrazo a Vox en la Comunidad Valenciana también ha tenido su réplica en Barcelona. El líder del PP en la ciudad condal, Daniel Sirera, ofreció ayer sus concejales al PSC de Jaume Collboni si deja a Ada Colau fuera del Consistorio. El movimiento responde a la necesidad de sofocar las críticas tras el "desastre" de Mazón. Favorecer que un independentista se haga con el bastón de mando sin ofrecer una alternativa habría sido más munición para los adversarios políticos.

El mandato es aguantar los órdagos de Vox, aunque ello implique escenarios de bloqueo y repetición electoral

En los ayuntamientos se forjarán decenas de alianzas con los de Abascal y aunque se asume que es contradictorio con "combatir" a Vox, Génova pone el foco en las autonomías. Extremadura, Murcia, Aragón o Baleares no pueden seguir la estela de la Comunidad Valenciana. El mandato es aguantar los órdagos de Vox, aunque ello implique escenarios de bloqueo y repetición electoral. Retomar el mando de las negociaciones y que sea la ultraderecha la que quede ante los ciudadanos como un partido capaz de desestabilizar los parlamentos por "unos pocos sillones".

En los próximos días, Feijóo intentará recuperar la imagen de centralidad, aunque suponga enmendar a su barón valenciano, que por el momento parece "encantado" con sus socios. "A Carlos solo le importa Valencia", sentencian los que le conocen. Explican que Vox impuso que, para retirar a Carlos Flores, condenado por maltrato psicológico, había que encontrarle una "salida digna" en las listas que debían estar cerradas antes del 19. La exigencia precipitó todo, justifican las mismas fuentes. Desde Génova insisten que "pase lo que pase", hay que recuperar la credibilidad.

La consigna de dar autonomía a los barones para decidir en sus territorios ha tenido un efecto bumerán para Alberto Núñez Feijóo. No calculó Génova el daño que supondría, en términos de credibilidad, para el discurso del líder del PP el acuerdo con Vox en la Comunidad Valenciana. Las alarmas saltaron ayer cuando el número dos de la formación de Santiago Abascal en la región, José Manuel Llanos, declaró que "la violencia de género no existe". La respuesta no se hizo esperar y en el PP no dejó a nadie indiferente que el que diese la réplica fuera el propio Feijóo: "La violencia de género existe y cada asesinato de una mujer nos conmociona como sociedad. No vamos a renunciar a nuestros principios, cueste lo que nos cueste", irrumpió en Twitter.

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