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"Nos tomaron por unos chalados": el subidón que casi lleva a Albert Rivera a Moncloa
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"Nos tomaron por unos chalados": el subidón que casi lleva a Albert Rivera a Moncloa

Ciudadanos no se presentará a las elecciones generales. Todo el mundo habla del desgraciado fin de un partido en barrena, pero no hace tanto la ola ciudadana parecía imparable. Historia de un breve idilio

Foto: Rivera, Arrimadas y Girauta viendo un partido de España. (EFE/Marta Pérez)
Rivera, Arrimadas y Girauta viendo un partido de España. (EFE/Marta Pérez)
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Diciembre de 2012: Albert Rivera y Juan Carlos Girauta van en taxi por Madrid. "Íbamos a una de esas tertulias pequeñas de tele digital, cuando los grandes medios aún no nos hacían caso", recuerda Girauta. Ciudadanos todavía no había dado el salto a la política nacional, pero sus notables ya iban fuertes por la vida. Dentro del taxi, un iluminado Girauta preguntó a Rivera:

—Sabes que acabarás siendo presidente del Gobierno, ¿verdad?
—Sí.

"El conductor nos miraba de reojo como diciendo: ¿Quién coño serán estos dos chalados?", recuerda Girauta entre risas.

Diciembre de 2015: "Si The Economist tuviera un voto, iría para Ciudadanos". La prestigiosa revista anglosajona respalda al partido de Albert Rivera.

Mayo de 2023: Cansada de que los medios le ignoren, Aruca Gómez, candidata de Ciudadanos en la CAM, asegura a El País "ser víctima de los intereses del bipartidismo, un sistema al que llama Matrix".

Foto: La presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE/Sergio Pérez)

El último día de 2017, Albert Rivera deseó a los españoles en Twitter "un año lleno de oportunidades y ganas de cumplir vuestros sueños".

El sueño de Rivera, llegar a Moncloa, se haría virtualmente realidad los siguientes meses.

Ahora sabemos que fue un espejismo, pero entonces las señales del establishment eran clamorosas: Rivera no solo se paseaba por el Club Bilderberg, sino que todos los astros demoscópicos, políticos y mediáticos se alinearon de pronto a su alrededor. O cuando Matrix remaba a favor de Ciudadanos (hasta que el bipartidismo se resituó y las cosas se complicaron).

Ciudadanos no se presentará a las elecciones generales. Todo el mundo habla del desgraciado fin de un partido en barrena, pero no hace tanto la ola ciudadana parecía imparable. Historia de un breve idilio.

Apoteosis demoscópica

En enero de 2018, un sondeo de Metroscopia en El País señaló por primera vez que Ciudadanos iba a ganar las elecciones. El subidón no había hecho más que empezar.

Al mes siguiente, Pedro J. Ramírez, director de El Español, escribió que Albert Rivera fascinaba al mismísimo Aznar: "En sus idas y venidas entre la derecha y el centro, entre lo que le pide el cuerpo y lo que le dicta la inteligencia, en ese viaje recurrente entre la España ideal y la España posible, Aznar vuelve a ensanchar el campo para depositar en Rivera todas sus complacencias. Es el único que, según ha argumentado recientemente, puede encarnar, hoy por hoy, una idea nacional, liberal y por ende democrática que estabilice el sistema político".

O Rivera como nuevo líder alfa liberal.

"La historia de España podía haber tomado un camino totalmente diferente al que tomó tras la moción de censura a Rajoy"

Para marzo, El País daba a Ciudadanos un 28,9% de los votos, 7,4 puntos más que el PP. El sorpaso parecía hecho. El cielo era el límite. Según la información demoscópica, firmada por Álvaro Nieto, ahora director de The Objective, "el efecto Ciudadanos no es flor de un día": el 48% de los españoles aprobaba al partido de Rivera; PSOE, Podemos y PP apenas lograban un 25% de aprobación.

Ese mismo mes, un sondeo de Sigma Dos en El Mundo colocó a Ciudadanos en primer lugar (3,4 puntos por delante del PP): el partido de Albert Rivera iba "al alza y sin freno". "Ascenso meteórico".

En abril, Ciudadanos aumentó su ventaja sobre el PP hasta los 8,3 puntos en El País. "El idilio de los españoles con el partido de Albert Rivera continúa", aseguró el periódico con datos tipo: los votantes del PP valoraban más a Albert Rivera que a su propio líder, Mariano Rajoy.

El líder de Ciudadanos era bendecido incluso por los votantes socialistas: un 55% de aprobación

"Los malos datos de Rajoy apuntan claramente a la necesidad de que el PP busque caras nuevas que permitan contrarrestar la pujanza de Ciudadanos y la imagen ilusionante que representa Albert Rivera", concluía El País.

El líder de Ciudadanos era bendecido incluso por los votantes socialistas: un 55% de aprobación. Dato importante que necesita contexto: el liderazgo de Pedro Sánchez en el PSOE era aún precario, venía de ganar las primarias militantes, pero seguía enfrentado al establishment, y no solo al de su partido: El País, dirigido por Antonio Caño, estaba más cómodo con Rivera que con Sánchez.

Entre las raras lisonjas de El País y el apoyo de cierta prensa conservadora, Ciudadanos estaba en máximos de penetración transversal, lo que despertó los celos del PP, como contó David Jiménez en sus memorias como director de El Mundo: un día, mientras Jiménez jugaba al tenis en el Club Chamartín, se le acercó el ministro de Economía, Luis de Guindos, a "reprocharme que nos hubiéramos convertido en el medio favorito de Ciudadanos".

El 14 de mayo, El País metió una marcha más: "Caída histórica de PP y PSOE debido al auge de los nuevos partidos. Ciudadanos consolida su primer puesto, con un 29,1% de los votos". Cs volvía a tocar techo, La distancia con el PP se ampliaba hasta los 9,6 puntos. "Ciudadanos podría superar con holgura los 110 escaños en el Congreso y estar en disposición de formar Gobierno", según el periódico.

"Estamos ensanchando la opción de centro. Los españoles tienen una opción distinta a la que votar, reformista, liberal y con un proyecto ilusionante para este país… Todas las encuestas apuntan en la misma dirección. Reflejan el crecimiento de Ciudadanos y el retroceso del resto de partidos", señaló José Manuel Villegas, secretario general de Cs, tras conocer el sondeo.

placeholder Girauta y Rivera en el Congreso. (EFE)
Girauta y Rivera en el Congreso. (EFE)

El mal fario

Albert Rivera no parecía tener que hacer gran cosa para llegar a Moncloa, solo dejarse llevar mientras el bipartidismo se cocía en sus contradicciones internas.

Pedro J. Ramírez, aseguró en un videoblog: "Mientras sus adversarios deambulan perdidos en su laberinto, Albert Rivera acaba de cambiar el tablero de la política española".

"La nuestra fue la etapa heroica de Ciudadanos, lo que vino después, un bochorno"

Pero, ¡ay!, los acontecimientos enloquecieron como en un capítulo de Perdidos. Esto es lo que pasó en España los 19 días siguientes a que El País diera a Cs el 29,1% de los votos:

La sentencia del caso Gürtel reventó al PP, el PSOE activó una moción de censura, rodó la cabeza de Rajoy, Sánchez fue investido presidente del Gobierno (contra todo pronóstico) y Ciudadanos quedó en fuera de juego. Seis días después de la llegada de Sánchez a Moncloa, por cierto, Antonio Caño fue cesado como director de El País.

Al mes siguiente, una encuesta de Metroscopia para Henneo colocó al PSOE como el más votado (26,6%), y a Ciudadanos 4,3 puntos por detrás del PP. La fiesta ciudadana se había acabado.

"El crecimiento era sostenido, aunque lento para el ímpetu interno que había"

Aurora Nacarino-Brabo, politóloga y exdiputada de Cs, aporta contexto al auge y caída:

"Los primeros meses de 2018 fueron de cierta euforia para Ciudadanos. En diciembre de 2015, irrumpió en el Congreso con cuarenta escaños, una entrada muy fuerte, pero vivida con decepción, pese a romper el bloque bipartidista. El crecimiento era sostenido, aunque lento para el ímpetu interno que había. Hasta que estalló el procés, capitalizado por Ciudadanos, que llevaba años confrontando al nacionalismo en Cataluña. Arrimadas fue luego la más votada en las autonómicas catalanas. Era el momento de Ciudadanos en España. Pero algo falló".

"Además de la increíble carambola de la moción de censura —que llevó a Sánchez a la Moncloa, pese a venir del peor resultado electoral del PSOE y ser poco valorado por sus votantes— creo que Ciudadanos se llenó de balón. Pasar de bisagra a Gobierno no es fácil, se cometieron errores. Es curioso que los nuevos líderes destinados a cambiar la política en España (Rivera, Iglesias, Arrimadas) tuvieran carreras tan breves, antes podías pasarte 30 años sin bajarte del coche oficial, ahora la política es una picadora de carne".

El otro del taxi

Cinco años después de la encuesta que puso en órbita a Ciudadanos, Sánchez sigue siendo presidente del Gobierno (ya veremos hasta cuando), Cs ha anunciado su final y lo último que supimos de Albert Rivera es que tuvo una hija con Malú y una bronca con el bufete que le contrató tras dejar la política.

Ahora todo son memes sobre la muerte de Ciudadanos, pero no hace tanto media España amaba a ese partido.

Juan Carlos Girauta fue portavoz del grupo parlamentario de Cs en el Congreso los días de vino y rosas. Hablamos con él.

"Sí, me equivoqué, pero por poco: Rivera casi llegó a Moncloa"

PREGUNTA. 2018 empezó con las encuestas colocando a Ciudadanos en Moncloa. ¿Cómo lo vivieron desde dentro?

RESPUESTA. Era la confirmación de que el gran objetivo que teníamos Albert, yo y otros compañeros —llegar a Moncloa— no era una quimera. Un partido que apostaba por la regeneración política y el enfrentamiento sin complejos con los nacionalismos podía hacerlo. No nos habíamos vuelto locos cuando lo pensábamos.

P. Cuando aún eran poca cosa, usted le dijo a Rivera en un taxi que llegaría a presidente.

R. Sí, me equivoqué, pero por poco: Rivera casi llegó a Moncloa. Cuando la moción de censura, Rajoy pensó más en los intereses de su partido que en los de los españoles. Si en vez de refugiarse en un bar, hubiera convocado elecciones anticipadas, estoy seguro de que las hubiéramos ganado.

P. Ambición no les faltaba…

R. Sí, pero no era ambición pura de poder.

P. ¿No?

R. Si lo único a lo que aspirábamos era a pillar poder, hubiéramos entrado en los gobiernos de Rajoy. Nos lo ofrecieron, pero tener uno o cuatro ministerios no vale para nada. Si quieres cambiar las cosas, necesitas estar en Moncloa, o te quedarás muy corto.

Eso sí, había compañeros cuya ambición obsesiva era ser ministros, por eso se lamentaron tanto cuando decidimos no entrar en gobiernos de PP y PSOE. Hay personas que lo único que quieren en la vida es ser ministros, e igual hasta lo consiguen pronto con el PP. Yo lo que quería era llevar a Albert Rivera a Moncloa.

"La volatilidad social existe, pero decir que la gente se equivoca al votar es un consuelo inútil"

P. ¿Qué hubieran hecho nada más llegar al Gobierno?

R. Una reforma educativa contra el adoctrinamiento y la inmersión lingüística. Sabíamos que habría respuesta en contra, por eso la queríamos hacer nada más llegar, cuando estuviéramos frescos.

P. Aruca Gómez, última candidata de Ciudadanos en la CAM, se quejó en campaña de que los medios no le hacían caso, justo lo contrario de lo que les pasó a ustedes en 2018. ¿Cómo vivió usted la estrecha relación con los medios?

R. Veníamos de la nada. De que los medios nos hicieran el vacío absoluto en Cataluña, y de que en Madrid solo nos sacaban en El gato al agua de Intereconomía. ¡De pronto nos convertimos en un fenómeno mediático! Pasamos de idear estrategias para excitar una mínima atención de los medios, a tener que matizar a diario las especulaciones sobre nosotros. Después del trabajo que hicimos en Cataluña, la simpatía de los medios de derechas la teníamos ganada, lo fuerte fue que también nos apoyara El País, que llegó a publicar un editorial diciendo (más o menos) que Pedro Sánchez era un peligro para la democracia. ¿Qué fue lo primero que hizo Sánchez al llegar a Moncloa? Cargarse a la cúpula de El País, que volvió a ser el boletín del partido.

P. Media España pasó de enamorarse con Ciudadanos a hacer memes. ¿Qué opina de la volatilidad social?

R. La volatilidad social existe, pero decir que la gente se equivoca al votar es un consuelo inútil. Se nos colgó la etiqueta de bisagra y el sistema nos castigó por no apoyar a Sánchez, pero nosotros nunca quisimos ser bisagra: queríamos llegar a la Moncloa sin ser la muleta de nadie. La nuestra, si me lo permites, fue la etapa heroica de Ciudadanos, lo que vino después, un bochorno.

La ruptura

La suerte de Ciudadanos cambió en pocos días en mayo de 2018; también la de Pedro Sánchez, y la del entorno de ambos partidos.

En el ensayo La ruptura, Ramón González Férriz contó como los nuevos asesores y politólogos que querían regenerar la política en España acabaron distanciándose por la pugna entre Ciudadanos y el PSOE. Hablamos con Férriz sobre el momento en que Ciudadanos casi asalta los cielos:

"En el entorno de Ciudadanos había la euforia típica del partido que parecía cerca de alcanzar el poder, pero también ganas de aprovechar la ventana de oportunidad abierta por la crisis y el hartazgo con el bipartidismo. Desde cierta ingenuidad genuina, pensaban que había llegado la hora de que España acometiera sus reformas pendientes".

Foto: Soberón disfrutando la victoria. (EFE/Celia Agüero Pereda)

"Es cierto que los medios y las élites hicieron mucho caso a Ciudadanos pero, al margen de los intereses que se movían por debajo, que siempre los hay, el apoyo tenía un contexto. Desde el siglo XIX, España vivió varios intentos de proyectos centristas, liberales y tecnocráticos que aspiraron a arreglar los problemas que los apriorismos ideológicos no querían o no podían solucionar. Partidos liberales respaldados por un sector de las élites. Lo que pasa es que siempre fracasaron, lo que daba una pista de lo que podía acabar pasando con Ciudadanos. Aunque estas élites reformistas de clase alta tenían algo de parodiable, su interés por tener gobiernos más pragmáticos era genuina. Así se entiende mejor el apoyo entusiasta que algunas élites, medios e intelectuales dieron a Ciudadanos. Si los franceses lo habían hecho con Macron, ¡por qué no nosotros! Pero, como había pasado tantas veces antes en la historia de España, Ciudadanos no lo logró, por una mezcla de ineptitud de sus líderes, de que eran menos liberales y más de derechas de lo que parecía y de que estos partidos quizá no tengan tanto electorado detrás como se suele pensar".

"Ciudadanos acarició el poder, pero Sánchez tumbó a Rajoy por sorpresa. Es un momento jardín de los senderos que se bifurcan: la historia de España podía haber tomado un camino totalmente diferente al que tomó", zanja Férriz.

Diciembre de 2012: Albert Rivera y Juan Carlos Girauta van en taxi por Madrid. "Íbamos a una de esas tertulias pequeñas de tele digital, cuando los grandes medios aún no nos hacían caso", recuerda Girauta. Ciudadanos todavía no había dado el salto a la política nacional, pero sus notables ya iban fuertes por la vida. Dentro del taxi, un iluminado Girauta preguntó a Rivera:

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