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Yo fui un soldado de Intereconomía: cuando la Fox cañí era más de Sabina que de Rajoy
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Yo fui un soldado de Intereconomía: cuando la Fox cañí era más de Sabina que de Rajoy

Un podcast de Sonora revisa el auge y caída del Grupo Intereconomía, de martillo del zapaterismo a penar durante el Gobierno Rajoy. Historia de un hundimiento (más o menos) inesperado

Foto: Iglesias y Losantos, duelo de titanes en 'El gato al agua'.
Iglesias y Losantos, duelo de titanes en 'El gato al agua'.

"En el fondo nos despreciáis, nos veis como unos fachas, pero representamos a cinco millones de votantes". Cuenta la leyenda que Julio Ariza, dueño del grupo Intereconomía, le espetó eso al presidente Mariano Rajoy en un reservado capitalino hace una década.

El contexto era el siguiente: Rajoy llegó a Moncloa a lomos de la agitación antizapaterista, alimentada por medios como el Grupo Intereconomía, que tocó techo esos años. Alcanzado el poder, Rajoy olvidó la agenda conservadora (recuerden el achicharramiento al ministro Gallardón cuando intentó agitar el aborto​) para centrarse en la tecnocracia, en medio de una crisis financiera que mandó a Intereconomía a la lona… ¿ante la indiferencia del Gobierno? Digamos que, paralelo a la llegada de Rajoy a Moncloa, Intereconomía pasó de influyente Fox carpetovetónica a la quiebra y los impagos pavorosos.

Hay medios tan ligados a una época que, cuando cambian los tiempos, aunque sea a su favor, se vienen abajo. Intereconomía quería la cabeza de Zapatero, la consiguió y murió de éxito cuando gobernaron los suyos.

Todo ello (y mucho más) se cuenta en un podcast de Sonora sobre el auge y caída de Intereconomía- Cuando fuimos la Fox- que se estrena esta semana.

Las palabras de Ariza a Rajoy sobre los millones de votantes "fachas" que el PP ignoraba fueron proféticas: años después, y al calor del calentón catalán, el PP se rompió por la derecha y nació Vox (los restos del emporio Intereconomía -el canal El Toro y el digital La Gaceta de la Iberosfera- operan ahora en la órbita voxera).

El opositor Mariano Rajoy fue un habitual de Intereconomía; hubo mucho chascarrillo marianil en El gato al agua, programa estrella de la cadena.

La ruptura, como hemos visto, se escenificó en el reservado de un restaurante del ABC Serrano, cuando Ariza reprochó a gritos a Rajoy que no echará una mano al grupo (en problemas económicos) que tanto cuartelillo le había dado.

Foto: Michael Reid posa para El Confidencial. (O. C.)

Habla Gonzalo García, coautor del podcast sobre Intereconomía.

PREGUNTA. ¿Qué pasó entre Ariza y Rajoy?

RESPUESTA. La relación entre Intereconomía y Rajoy fue buena en la oposición y mala en el Gobierno. Yo creo que se rompió por razones ideológicas, quizá Ariza esperaba que Rajoy cambiara muchas cosas en Moncloa, que suprimiera el matrimonio gay, que fuera mucho más duro con los catalanes. Pero se pelearon e Intereconomía pasó a ser un medio incómodo para Rajoy.

P. No sé si Ariza, además de reformas conservadoras, esperaba de Rajoy un plus en publicidad institucional en pago a los servicios prestados…

R. Algo debía esperar, pero nada fuera de la ley, al menos el porcentaje de publicidad institucional que les correspondía por audiencia. Algunos directivos de Intereconomía sospechan que el Gobierno de Rajoy llamaba a las empresas para que no se anunciarán en Intereconomía.

El hundimiento

Contra Zapatero se vivía mejor (nada como un buen socialista en Moncloa para inflamar los titulares) y con Mariano peor. “Rajoy quiso hundir Intereconomía”, resume en el podcast uno de los presentadores estrella del grupo. No obstante, más allá de la supuesta mano negra marianil, la caída de Intereconomía tuvo más motivos:

1) El colapso económico típico del principio de la pasada década (el Grupo Intereconomía creció cuando el dinero empezaba a escasear en España).

2) Su publicidad la gestionaba Mediaset vía Publiespaña, pero el decreto zapaterista de fusiones televisivas (Telecinco/Cuatro y Antena 3/La Sexta) desmontó el emporio publicitario a terceros de Mediaset, y la publi de Intereconomía se desplomó.

3) Crisis de competencia: el éxito de Intereconomía fue imitado. Los primeros años, la cadena pasó por encima de la TDT de Unidad Editorial, VEO TV, con El Mundo dilapidando recursos en vano para superarla en audiencia. Hasta Conferencia Episcopal lanzó su propia tele digital punkie, 13TV, con una opa a los programas, tertulianos y presentadores de su rival: Antonio Jiménez pasó de El gato al agua a El cascabel al gato, descarada imitación de 13TV del formato estrella de Intereconomía) . Pugna repleta de episodios tremendos, como cuando la Conferencia Episcopal prohibió a Intereconomía emitir la santa misa los domingos, y los chicos de Ariza fueron a filmar la misa del Valle de los Caídos, cuya orden operaba fuera de la jurisdicción eclesial española.

En el volcán

Coautor del podcast junto a Jerónimo Andreu, Gonzalo García fue un soldado de Intereconomía. Tras hacer el Máster de El País, fue becario en Cinco días y cubrió mercados en La Gaceta de los Negocios -"mitad económico, mitad social y mitad del Opus"-, que estaba en crisis hasta que, en el verano de 2009, lo compró Julio Ariza. Ex parlamentario del PP catalán que dejó el partido tras el pacto Aznar/Pujol, Ariza emigró a Madrid con ganas de montar un emporio mediático. Lo logró: convirtió La Gaceta en un diario generalista de agitación (línea derecha sin complejos) y reinventó la televisión política en España con el canal de TDT Intereconomía.

"Ariza lo cambió todo. Su primera portada en La Gaceta fue: "Camps es inocente". Íbamos más a la opinión fuerte que a otra cosa”, recuerda Gonzalo García.

Ariza también sacó lustre al cascarón: La Gaceta pasó de un polígono en Alcobendas al Paseo de la Castellana, junto a la revista Época y la agencia Fax Press, de Pilar Cernuda, también del grupo. En la redacción había más 150 personas, pero, aunque las portadas de La Gaceta iban cargaditas, nada hacía más ruido que la tele de Intereconomía, donde un joven y desconocido Pablo Iglesias se atizaba con Federico Jiménez Losantos y otros titanes de la derecha en El gato al agua, tertulia de alto voltaje antes de que se pusieran de moda (el giro de La Sexta hacia los programas políticos no se produjo hasta varios años después).

Hay tendencia a analizar todo lo que pasa en los medios en clave estrictamente ideológica. No es que sea un enfoque inútil, pero profesionalmente es incompleto, incluso para desmenuzar grupos tan marcados ideológicamente como Intereconomía. Si despachamos el asunto con un “Intereconomía era muy conservadora y punto”, no solo obviamos conflictos entre las distintas familias de la derecha, sino detalles costumbristas jugosos.

Seguimos con Gonzalo García.

P. ¿Cuál era la estructura antropológica interna del Grupo Intereconomía?

R. La Gaceta se podía dividir entre creyentes y no creyentes de su línea editorial. Yo diría que había más no creyentes, pero sin llegar al porcentaje que da Jorge Bustos, que trabajó en el periódico, y en el podcast sostiene que el 80% de los trabajadores se reían de las portadas de La Gaceta. En la tele de Intereconomía sí había más creyentes que agnósticos, sobre todo entre los que mandaban, los presentadores eran más derechas y los cámaras más izquierdas, igual que los jefes de La Gaceta estaban más alineados que los redactores. Ariza compraba medios en quiebra asumiendo las plantillas, aunque luego nombrara jefes de su confianza.

P. ¿Había o no cachondeo interno con las portadas?

"Los presentadores de Intereconomía eran más derechas y los cámaras más izquierdas"

R. Es cierto que nos descojonábamos de nuestras propias portadas en las comidas, pero claro, cuando la información de portada era tuya, aunque no la firmaras, te hacía menos gracia. Nadie estaba libre de pecado.

P. Usted pasó a la sección de cultura. ¿Había menos encharques ahí?

R. Menos que en nacional, seguro, pero alguno había, porque cultura incluía sociedad, es decir, educación, aborto, el catalán, etc. Pero la inercia era que ciertos temas delicados los cubrieran los redactores convencidos o los que no daban mucha guerra. Al final tendías a hacer temas light que no fueran objeto de controversia interna.

P. Según el podcast, un jefe de La Gaceta dijo una vez: "A nadie se le va a pedir que mienta, pero la verdad se puede estirar mucho”. ¿Cómo se manejaba eso?

R. Era algo más implícito que explícito. Otro de los jefes nos dijo en petit comité: "Ya sabéis que aquí periodismo periodismo, no hacemos”.

P. Siga…

"Ya sabéis que aquí periodismo periodismo, no hacemos"

R. A veces, te daban el titular, y ya te apañabas tú para escribir la noticia que justificara ese titular. Yo hice unas prácticas en El País Cataluña y lo del titular dado también pasaba, aunque no tan extremo. Tampoco es que los titulares de Intereconomía salieran de la nada. Un jefe te contaba: "Oye, he comido con fulano y me ha contado esto, escríbelo". Comprobarlo ya tal. Te pongo un ejemplo: alguien contaba en una comida que iban a echar al director de TVE, y tú escribías una pieza sobre los conflictos en TVE dejando caer el despido. A veces, acertabas; otras, no. Los que más sufrían eran los de la sección de política, donde había una rotación altísima.

P. ¿Cómo era Ariza en el día a día?

R. La relación con la redacción era la justa, su despacho estaba varias plantas arriba, se limitaba a dar discursos en Navidad o con algún hito, como cuando superamos los 120.000 ejemplares vendidos. Pero la sensación interna era que Ariza estaba muy pendiente de todo, hasta de la última página de cultura. Una vez me encargaron un tema sobre Sabina, pensé que no pegaba nada en La Gaceta, pero un jefe me dijo que a Ariza le encantaban Sabina y Joan Baez. Pues venga: a hacer artículos de Sabina y Baez.

P. ¿Algún asunto especialmente caliente en la sección de cultura?

R. Sobre todo las subvenciones al cine español.

P. Sobre la fobia a “los titiriteros del cine español”, y dentro de las contradicciones de Intereconomía, de las que no se libra ninguna empresa periodística, está el hecho de que Ariza se convirtiera en, ejem, exitoso productor del cine español con Tadeo Jones.

R. Simplemente le gustaba tener otros negocios. Cuando Intereconomía entró en crisis y empezó a haber retrasos en los cobros, se dijo que muchos agujeros se cubrieron gracias a Tadeo Jones.

P. Oyendo el podcast, tengo la sensación de que Ariza trataba con una mezcla de campechanía y paternalismo a los que no eran de su cuerda…

R. Josué Coello, que trabajó en Intereconomía y ahora está en La Sexta, cuenta que Ariza se descojonó una vez de él porque llevaba pantalones pitillo: "¡Vístete como un hombre!", le dijo, pero, luego, añadió: "Si lo digo por tu bien".

P. ¿Había normas de vestuario?

R. Ariza dejó caer que a trabajar se venía como a una boda, pero nadie le hizo mucho caso y la empresa tampoco puso mucho empeño en remediarlo. Yo, por ejemplo, iba a trabajar hecho un desastre.

Posdata

El día antes de que Rajoy ganara sus primeras elecciones, Julio Ariza escribió un editorial en la portada de La Gaceta:

"Algunos, con buena o mala intención, creen que la nueva situación hará innecesario la existencia misma del Grupo Intereconomía, pues una vez consumado el cambio de Gobierno, podría considerarse que ha cumplido su objeto social. Se equivocan”.

Intuición, por tanto, no le faltaba a Ariza, aunque también se tiraba triples a lo loco: el último número de La Gaceta, a finales de 2013, llevó este titular de portada: "Mantengan la calma, Juan Carlos I no abdicará".

"En el fondo nos despreciáis, nos veis como unos fachas, pero representamos a cinco millones de votantes". Cuenta la leyenda que Julio Ariza, dueño del grupo Intereconomía, le espetó eso al presidente Mariano Rajoy en un reservado capitalino hace una década.

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