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"Tras la muerte de mi mujer, solo pienso en suicidarme"
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"cada día se suicidan 11 personas en España"

"Tras la muerte de mi mujer, solo pienso en suicidarme"

El Gobierno y Más País han pactado poner en marcha un permiso de acompañamiento a personas en riesgo de suicidio

Foto: Foto: Pixabay/José Antonio Alba.
Foto: Pixabay/José Antonio Alba.

Raimundo Largo, de 81 años, ha pensado varias veces en quitarse la vida desde que su mujer murió. El sentimiento de vacío y soledad que le ha dejado su partida le ha llegado a hacer pensar que lo mejor que puede hacer es acercar su propio final. “Estuve casado 53 años con mi mujer. Se murió el año pasado y, desde ese momento, empecé a sentirme muy solo. Terminé preguntándome qué estaba haciendo en este mundo. Me convencí de que lo que tenía que hacer era morirme”, cuenta Largo.

Como Largo, en España hay casi cinco millones de personas que sufren soledad no deseada, lo que representa un 11,6% de la población, según el Observatorio de Soledad No Deseada SoledadES.

En muchos de estos casos, la soledad lleva al suicidio. Es por esto por lo que el Gobierno y Más País han pactado esta semana poner en marcha un permiso de acompañamiento a personas en riesgo de suicidio. “Sabemos que cada día se suicidan 11 personas en España, y sabemos que, por cada uno que se lleva a término, se estima que hay 20 intentos fallidos, por no hablar de toda la gente que sufre la pérdida de un familiar o un amigo”, explica a El Confidencial el líder de Más País, Íñigo Errejón.

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En España, el suicidio se mantuvo en 2022 como la primera causa de muerte externa: al día se suicidan 11 personas. Esto representó un total de 4.003 fallecimientos el año pasado.

Largo decidió buscar ayuda. Lo que más le ha motivado a seguir adelante es hablar y sentirse escuchado: “Busqué ayuda y ahora tiro como puedo”. Es esa misma ayuda la que busca brindar el Gobierno a las personas en riesgo de suicidio con el proyecto de Más País-Verdes Equo que fue aprobado. Este recibió el apoyo unánime de toda la cámara el pasado 23 de febrero.

El objetivo es ayudar no solo a quienes están en riesgo inminente de quitarse la vida, sino también a unos familiares que “se tienen que ir todos los días a trabajar sabiendo que dejan en casa a una persona que se quiere quitar la vida”, explicaba Errejón.

Foto: Cuando la soledad es no deseada puede tener un efecto devastador en la salud física, mental y emocional. (iStock)

Así lo anunciaba el 18 de abril así el líder de Más País: “Hemos llegado a un acuerdo importantísimo con el Ministerio de Seguridad Social para poner en marcha un permiso retribuido de hasta dos semanas para apoyar y acompañar a las personas en soledad no deseada”.

Aunque este es solo el primer paso, para personas como Gabriela Delgado, una estudiante de universidad, de 19 años, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. “Sentía que estaba en una urna de cristal, todos me podían ver, pero nadie me prestaba atención ni me escuchaba. Es una sensación muy asfixiante, de mucha duda, de vacío. Yo ya no sabía qué hacer. Tenía miedo”, explica.

La soledad tiene rostro de mujer: el 70% de quienes la padecen lo son. Por otra parte, el 43% que padece esta situación tiene más de 65 años. No obstante, desde el Colegio Oficial de Psicología de Madrid explican que los jóvenes representan un colectivo cada vez más vulnerable. “Están cada vez más solos: las redes sociales y la falta de recursos económicos los aíslan cada vez más”.

Foto: Fuente: iStock

La soledad no deseada tiene efectos negativos de todo tipo. En primer lugar, tiende a empeorar el estado de ánimo y la calidad de vida de las personas que la padecen. En segundo lugar, supone un coste muy elevado en el sistema de salud, pues agrava patologías ya existentes, lo que aumenta las bajas laborales, tal y como explicaban este martes en rueda de prensa en el lanzamiento del proyecto Hablemos de... Soledad No Deseada.

El decano del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, José Antonio Luengo, explicó durante el acto de presentación: “Debemos poner todos los medios para detener una lacra social que se está produciendo en España y que puede tener graves consecuencias en el desarrollo futuro de nuestro país”.

Foto: Varios mayores pasean por Zaragoza en una imagen de archivo. (EFE/Javier Cebollada)

En esto coinciden desde el Congreso. “Todos los expertos en salud mental hablan de que el acompañamiento es decisivo para salvar vidas”, recalca Errejón, que se reunió el pasado 17 de abril con el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, para pactar los detalles técnicos de la implantación del permiso.

Desde Más País explican que será un médico el encargado de diagnosticar el riesgo inminente de suicidio y el que firmará la posibilidad de una baja retribuida de una semana, prorrogable por otra más, para el acompañante, siempre elegido por el paciente, cuando considere que necesita estar acompañado.

“El permiso se produce en el contexto de una relación clínica continuada. Como cualquier permiso, deberá tener un posible control por parte de la Administración vinculada a la Seguridad Social, y el control más cotidiano, que más que control debería llamarse seguimiento, lo hace el profesional que lo prescribe”, explica Errejón.

Foto: Algunos mayores beneficiados  del programa 'Contigo' de Getafe. (Ayuntamiento de Getafe)

La medida, argumentan desde el Gobierno, es más barata que asumir los costes de la Seguridad Social de las personas que están en riesgo de suicidio.

“Nos cuesta encontrar una razón por la que se opongan los sindicatos y la patronal a una medida que tiene un coste muy reducido y del que, además, se hacen cargo las arcas públicas”, dice el líder de Más País.

La cuestión preocupa también fuera de España. En Japón, en 2021 se creó el Ministerio de la Soledad para combatir este problema ante el debilitamiento de los lazos sociales y el aumento de suicidios. En toda la Unión Europea, más de 30 millones de personas se sienten solas con frecuencia, según SoledadEs. Por esta razón, en Reino Unido se creó en 2018 un área para reconocer el aislamiento social como un grave problema de salud pública.

Raimundo Largo, de 81 años, ha pensado varias veces en quitarse la vida desde que su mujer murió. El sentimiento de vacío y soledad que le ha dejado su partida le ha llegado a hacer pensar que lo mejor que puede hacer es acercar su propio final. “Estuve casado 53 años con mi mujer. Se murió el año pasado y, desde ese momento, empecé a sentirme muy solo. Terminé preguntándome qué estaba haciendo en este mundo. Me convencí de que lo que tenía que hacer era morirme”, cuenta Largo.

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