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Noche en el pabellón, ambulancias imposibles y desvíos infinitos por el socavón Cáceres-Badajoz
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Única carretera entre las provincias

Noche en el pabellón, ambulancias imposibles y desvíos infinitos por el socavón Cáceres-Badajoz

El enorme agujero que la borrasca Efraín abrió en la N-523 limita la movilidad en fechas clave. A una semana del incidente, los camiones comerciales dan rodeos kilométricos para cruzar. El único desvío es demasiado estrecho

Foto: La carretera que une Badajoz con la pedanía de Gévora durante el desbordamiento del río Zapatón. (EFE/Jero Morales)
La carretera que une Badajoz con la pedanía de Gévora durante el desbordamiento del río Zapatón. (EFE/Jero Morales)

La Puebla de Obando (Badajoz) es un pequeño municipio extremeño, con poco más de mil habitantes. Está en mitad de la ruta que conecta con Cáceres. Solo una carretera nacional enlaza ambas provincias, la N-523, y es parte del trayecto que cada quincena emprende César, un camionero comercial que distribuye en Extremadura. Pero la última vez que le tocó tuvo que coger un desvío hasta Mérida. "Por lo menos eché unos 60 kilómetros más, ida y vuelta", confesó. Fue días después de la borrasca Efraín, que inundó de lluvias y ventiscas buena parte del país.

En Extremadura, el cúmulo de agua terminó hundiendo el asfalto hasta abrir un enorme socavón, justo en este camino clave. Las fechas, claro está, no acompañan. Recién arrancadas las Navidades, en estos días son frecuentes los picos de movilidad. La solución llegará "lo antes posible". Esa fue la única respuesta que la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, pudo dar a quienes recientemente le preguntaban cuándo o en qué plazos estaba prevista su reparación.

Foto: La borrasca Efraín inunda España con lluvias: las zonas más afectadas por el 'río atmosférico' ( EFE/Fernando Villar)

El agujero se abre por unos 20 metros, y se hunde en otros pocos más. Pero nadie sabe en qué momento podrá cerrarse. El MITMA argumentó después, a preguntas de este periódico, que el proceso no es sencillo. Y es por eso que no quisieron aventurarse a marcar calendario. Las dimensiones del socavón complican la elaboración de los informes técnicos, y mientras el temporal continúe amenazando dicen no tener mucho que hacer.

"Debemos ser cautos en la valoración del coste, y también en el plazo para reanudar el tráfico", consideraron. Pero las consecuencias hasta el momento no han sido pocas, ni pocos han sido los que cambiaron su rutina por un enorme boquete en el camino. Es en el kilómetro 45 de la carretera cuando uno se topa con el hoyo. El tramo lleva cortado desde el día 13 de diciembre, después de que la Guardia Civil tuvo que prohibir el paso ante el hundimiento. Ya horas antes no era poca la alarma entre los vecinos de los alrededores y los vehículos que ese día circulaban por este y otros tantos puntos de Extremadura.

A primera hora de la mañana el agua se acumulaba sobre el asfalto y era prácticamente imposible pasar. Hasta que el temporal terminó abriendo las grietas que acabaron en socavón. La alternativa, de momento, es la BA-5023. Esta es una carretera estrecha y dañada por la que no es tan fácil transitar. Sobre todo si se habla de vehículos grandes, como camiones o ambulancias. "A mi padre le hicieron un cateterismo de urgencia el sábado", explicó Sergio, un joven pacense cuyo familiar tuvo que ser intervenido en el hospital de Cáceres durante el primer fin de semana sin conexión directa entre ambas regiones.

Su padre es hipertenso y no podían arriesgarse a circular por una zona de baches. Así que no quedó otra que dar un rodeo hacia Mérida y perder unos 15 minutos por trayecto, entre idas y vueltas. En este caso fue con un seguro privado, y solo en la capital cacereña tenían los equipos necesarios para la intervención. Pero la carretera principal para llegar hasta allí era intransitable. No obstante su hijo cree que, de haber sido un caso más grave, hubieran trasladado todos los recursos para actuar in extremis desde Badajoz, dada la situación de la N-523: "Espero que ahora arreglen no solo el tramo hundido, sino toda la carretera", concluyó Sergio, recordando que su familia le aconseja desde que tiene memoria que "evite la carretera nacional" y coja siempre la que va a Mérida. "Es la menos peligrosa", le advertían.

Foto: Inundaciones en Almendralejo. (EFE)

El Ayuntamiento de La Puebla de Obando explica que, más allá de la vía inhabilitada y el pequeño desvío que ahora utilizan algunos vehículos para sortear el socavón, hay otras alternativas a la vista. El Ministerio de Transportes trabaja ya en acondicionar una ruta que lleva décadas sin uso, y donde la maleza creció tanto que era imposible transitar. Con esta nueva bifurcación serían dos los caminos alternativos para descongestionar el tráfico y poder moverse entre municipios. Eso sí, hay vecinos que temen que esto pueda convertirse en un parche desde el que ralentizar la reparación definitiva.

En el Consistorio creen que esta segunda vía puede llegar a estar lista antes de que se arregle el socavón y, aunque tampoco suple todas las carencias, sí que ayudará a agilizar la circulación. "Aun así no creo que haya nada listo hasta, al menos, después de Navidad", calcularon desde el órgano municipal, teniendo en cuenta los plazos habituales en este tipo de labores.

Foto: Un tren realiza su servicio en la estación de cercanías de Atocha-Renfe. (EFE/Juanjo Martín)

Uno de los principales problemas que tiene el pueblo tras el temporal es que no hay instituto. Solo existe un colegio, y Agustín es su director. "Cuando los alumnos se gradúan tenemos un autobús que los lleva al centro de secundaria en La Roca", explicó. La Roca de la Sierra es el municipio más próximo a La Puebla de Obando, y con el que conecta por la carretera hundida. Pero el bus tampoco cabe entre los desvíos, así que muchos padres no tuvieron más opciones que organizarse para desplazar a sus hijos. "Estamos tratando de poner dos automóviles más pequeños, a ver si así hay manera", relató Agustín.

Él mismo pensó que no volvería a casa en la primera noche de inundaciones. "Ese día casi nadie pudo llegar al colegio. Yo suelo venir temprano, pero si me hubiera demorado unos minutos más no atravesaría el río de agua". Luego, junto a otra compañera pasaron más de cinco horas encerrados en un restaurando junto al cruce de Gévora, otro municipio que le pillaba camino a casa. "Fue horrible. Hubo gente que pasó la noche en el pabellón municipal porque no podía moverse de allí", rememoró. Los vecinos –y las infraestructuras– de Badajoz aún siguen recuperándose de la borrasca que asoló al país en las últimas semanas. Pero en el caso de quienes habitualmente transitan la N-523, como Agustín, lo hacen con una incógnita añadida: "¿Cuándo podremos volver a la normalidad?"

La Puebla de Obando (Badajoz) es un pequeño municipio extremeño, con poco más de mil habitantes. Está en mitad de la ruta que conecta con Cáceres. Solo una carretera nacional enlaza ambas provincias, la N-523, y es parte del trayecto que cada quincena emprende César, un camionero comercial que distribuye en Extremadura. Pero la última vez que le tocó tuvo que coger un desvío hasta Mérida. "Por lo menos eché unos 60 kilómetros más, ida y vuelta", confesó. Fue días después de la borrasca Efraín, que inundó de lluvias y ventiscas buena parte del país.

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