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Moncloa deslegitima el discurso del Rey del 3-O al rebajar a "desórdenes" el desafío al Estado
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Supresión de la sedición

Moncloa deslegitima el discurso del Rey del 3-O al rebajar a "desórdenes" el desafío al Estado

Felipe VI se dirigió a la nación en lo que definió como unos "momentos muy graves para la vida democrática" en que los líderes separatistas estaban "incumpliendo la Constitución"

Foto: Felipe VI saluda a Sánchez en una recepción oficial. (EFE/Chema Moya)
Felipe VI saluda a Sánchez en una recepción oficial. (EFE/Chema Moya)

"Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía (... ) Con sus decisiones, han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado". Así describía Felipe VI dos días después del 1-O la situación que estaba viviendo Cataluña en el que ha sido su discurso más importante como jefe del Estado. La magnitud de los hechos le llevó a dirigir un mensaje a la nación que muchos compararon con el que su padre pronunció con motivo del golpe de Estado del 23-F: "Estamos viviendo momentos muy graves en nuestra vida democrática".

La reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición, que promoverá el Gobierno en el Congreso de los Diputados, resta legitimidad a las palabras del monarca, al reducir los acontecimientos a "desórdenes públicos agravados" y rebajar la pena máxima de 15 a cinco años. Como ocurre con las condenas del Tribunal Supremo, la actuación del monarca se podría interpretar como desmesurada ante la reinterpretación de Pedro Sánchez de los hechos. "¿Felipe VI decide intervenir por unas algaradas callejeras?", se pregunta de forma retórica una persona del entorno de confianza del Rey que lleva años junto a él y don Juan Carlos.

Foto: El rey Felipe VI durante el discurso del 3-O. (EFE)

En esta línea, las mismas fuentes lamentan que Sánchez vuelva a "ningunear" el papel de la monarquía. "Parece que busca un dos por uno", sentencia este ex alto cargo, que ha hecho en más de una ocasión de mediador entre Felipe VI y su padre. "Al presidente le gustaría ser el rey de una república", añade para describir la relación de la Moncloa con la institución, según sus propias vivencias. Si ahora son las polémicas del emérito las que preocupan en Zarzuela, hace cinco años el desafío soberanista en Cataluña lo ocupaba todo.

José Antonio Zarzalejos relata en su libro Felipe VI, un rey ante la adversidad cómo el discurso del 3-O no fue improvisado, sino fruto de una meditada decisión del Rey, que en su visita a Barcelona para asistir al homenaje a las víctimas de los atentados de las Ramblas percibió que el pulso de la sociedad catalana estaba cambiando. La ANC y Òmnium Cultural habían copado la marcha, donde acabó siendo recibido en un clima de crispación y reivindicaciones soberanistas. Las leyes de desconexión aprobadas en el Parlamento catalán en los meses posteriores y las imágenes que dejó el referéndum ilegal del 1-O le llevaron a la conclusión de que debía intervenir. Había avisado hacía tiempo al entonces presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy, de que tarde o temprano tendría que pronunciarse públicamente.

Miembros del Gobierno del PP, que estuvieron en primera línea esos días, no dan crédito al nuevo volantazo del socialista. Fueron testigos de que avaló la gravedad de los hechos que se estaban viviendo y validó la alocución de Felipe VI, que se le consultó como líder de la oposición. "Han dejado al Rey a los pies de los caballos", advierten, mientras denuncian que Sánchez ha atacado a todos los poderes del Estado, incluida la jefatura, para poder "permanecer unos meses más en el poder", en alusión a que la supresión del delito de sedición obedece a una "concesión" a ERC para que los republicanos apoyen los presupuestos para 2023.

"Miembros del Gobierno del PP, que estuvieron en primera línea esos días, no dan crédito al nuevo volantazo del socialista"

Desde el 3-O, los ataques del soberanismo a Felipe VI se redoblaron. El monarca acusó a los políticos separatistas de no cumplir con sus responsabilidades como representantes del Estado español en Cataluña y les reprochó haber "quebrantado" y "socavado" la soberanía nacional, "porque es derecho de todos los españoles decidir su vida en común". Tras llegar Sánchez a la Moncloa con los votos de ERC en la investidura, Felipe VI ha sido víctima de las cesiones del Ejecutivo en su política para "desinflamar Cataluña". Su presencia en la comunidad se rebajó y se le llegó a "aconsejar" no acudir a la entrega de despachos judiciales que, tradicionalmente, presidía, en aras de "rebajar la tensión". Podemos, ERC y Bildu han abanderado una campaña de desprestigio de la institución sin precedentes en esta legislatura.

Los soberanistas siempre han reclamado que Felipe VI hiciese un "gesto de desagravio" por sus palabras del 3-O, pese a que durante años sus líderes han protagonizado sonoros desplantes a la monarquía y promovido mociones en el Congreso y el Parlamento catalán para repudiar su figura. A la última se han sumado los socialistas. El Congreso ha dado los primeros pasos para despenalizar las injurias a la Corona.

"Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de Autonomía (... ) Con sus decisiones, han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado". Así describía Felipe VI dos días después del 1-O la situación que estaba viviendo Cataluña en el que ha sido su discurso más importante como jefe del Estado. La magnitud de los hechos le llevó a dirigir un mensaje a la nación que muchos compararon con el que su padre pronunció con motivo del golpe de Estado del 23-F: "Estamos viviendo momentos muy graves en nuestra vida democrática".

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