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Rivotril, Trankimazín y Olanzapina: la red que vació farmacias para elaborar droga 'low cost'
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28 investigados que ingresaban 11,9M al año

Rivotril, Trankimazín y Olanzapina: la red que vació farmacias para elaborar droga 'low cost'

La Justicia está a punto de sentar en el banquillo a 28 acusados de robar y manipular miles de recetas médicas para sacar de las farmacias enormes cantidades de comprimidos que luego eran usados como estupefacientes

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La Audiencia Nacional está a punto de sentar en el banquillo a 28 acusados de robar y manipular miles de recetas médicas para sacar de las farmacias enormes cantidades de comprimidos que luego eran utilizados como sustancia estupefaciente. El grupo se movía por casi toda la geografía nacional y tenía ramificaciones en Marruecos. Su medicamento favorito era el Rivotril, un antiepiléptico, aunque también traficaban con Trankimacín (ansiolítico), Olanzapina (antipsicótico) y Venlafaxina (antidepresivo), según las diligencias que instruye el Juzgado Central número 1 de la Audiencia Nacional, a las que ha tenido acceso El Confidencial.

La Policía Nacional estima que la organización llegó a facturar 11,9 millones de euros al año. El Rivotril se emplea en los países árabes como un potente psicotrópico capaz de provocar alucinaciones y un estado de euforia constante. Su uso se ha popularizado en los últimos años en el norte de África bajo el nombre de karkubi, una droga barata y altamente adictiva que mezcla el principio activo de este medicamento, el clonazepam, con hachís, harina y colorante rojo. Las estadísticas del Ministerio del Interior revelan que solo en 2021 se incautaron 257.963 unidades de Rivotril, un 98,2% más que en el ejercicio anterior.

En el nivel más básico de la organización desarticulada en la llamada operación Morfeo se encontraban los encargados de robar recetas médicas en consultorios de asistencia primaria para lograr que las farmacias les dispensaran los envases. Por cada receta original recibían tres euros. Lo habitual era el robo de talonarios completos de 100 unidades. Los investigadores hallaron ejemplares oficiales de los servicios de salud de la Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León.

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Las recetas pasaban automáticamente a manos del segundo escalón, ocupado por los falsificadores. Algunas las rellenaban a mano, pero la mayoría eran elaboradas con “avanzados métodos informáticos” que las hacían indistinguibles de las auténticas. Usaban datos de médicos reales y sus respectivos números de identificación autonómica sanitaria (CIAS). Según el sumario, el grupo empleó información personal de al menos 15 sanitarios. Los datos de los pacientes también se correspondían con personas reales que normalmente habían sido víctimas de robos o hurtos y sus tarjetas sanitarias habían terminado en poder de esta red.

En el tercer nivel se situaban los pasadores, que tenían la misión de acudir a las farmacias para colar las recetas falsas. Se trataba del escalón más numeroso y tenía su base en la localidad madrileña de Parla. La red era capaz de fabricar 50 recetas al día, pero necesitaba transformarlas en envases. Los cabecillas las repartían entre personas de su confianza que posteriormente recorrían en parejas diferentes puntos de España para no levantar sospechas. A cada equipo le asignaban zonas concretas para que no acudieran a los mismos establecimientos. El grupo hizo expediciones por casi todos los municipios de la Comunidad de Madrid, pero también por Burgos, Soria, Palencia, Valencia, Requena, Utiel, Cullera, Toledo, Consuegra, Madridejos y Don Benito, entre otras localidades.

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Los lugartenientes de la red pagaban a los pasadores 40 euros por cada caja de Rivotril (60 comprimidos cada una) que sacaban de las farmacias y 25 euros por los botes de Trankimacín. La mecánica estaba tan engrasada que el grupo era capaz de conseguir en un solo día 1.740 comprimidos de Rivotril. Por encima de esos jefes se encontraba el último nivel, ocupado por los presuntos cabecillas de la mafia, Otman Haddad y Samya El Filali Kohal Aaliye, ambos originarios de Marruecos.

Los investigadores localizaron en su casa de la calle Serena de Madrid, en el barrio de Entrevías, varias libretas con anotaciones que han permitido desentrañar la contabilidad secreta del grupo. Haddad y Samya pagaban a sus lugartenientes 50 euros por cada paquete de Rivotril. Cuando acumulaban una gran cantidad de envases, los trasladaban a Marruecos ocultos entre otras mercancías. Allí obtenían hasta siete euros por comprimido (420 euros por caja). De las agendas intervenidas se desprende que eran capaces de introducir en el mercado ilegal de medicamentos más de 34.000 cajas de Rivotril en 12 meses y que, solo con este principio activo, habrían obtenido 11,9 millones de euros de ingresos por ejercicio.

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El beneficio era casi absoluto. El uso de recetas permitía a esta mafia obtener los 'blister' de forma completamente gratuita, “con lo que supone que dichas pérdidas eran asumidas por el Estado y no se recuperan”, señalan los informes policiales. Los envases de Rivotril no son excesivamente caros, 2,08 euros la unidad. Pero el volumen de comprimidos desviados por este grupo y otras redes similares es tan elevado que acaba ocasionando un agujero en las cuentas del sistema nacional de salud. En 2021 se realizaron tres operaciones policiales en Ceuta que permitieron incautar un total de 112.212 comprimidos y una cuarta en Lleida, en la que se aprehendieron otros 62.000. En 2016 se destapó otra trama en Cádiz.

La organización de la operación Morfeo también tenía unidades de Olanzapina, un antipsicótico de segunda generación indicado para combatir el trastorno bipolar o la depresión psicóptica y que está especialmente prescrito para pacientes que hayan abusado de la cocaína y las drogas de diseño, y Venlafaxina, un antidepresivo que contrarresta la depresión, la ansiedad, el pánico y la fobia social. Combinados con otras sustancias, pueden tener efectos alucinógenos y desinhibidores. Además del gasto que supone su compra para fines recreativos, una demanda descontrolada puede ocasionar problemas de desabastecimiento.

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María Jesús Escribano, directora técnica del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, advierte de que el uso indiscriminado de medicamentos en personas que no los tienen prescritos "puede desencadenar el desarrollo de enfermedades". La Venlafaxina, por ejemplo, puede generar epilepsia si se toma sin necesidad y también altera la coagulación de la sangre. "Incluso puede precipitar episodios suicidas en personas que tengan esa tendencia y que, si no tomaran esa sustancia, no sufrirían esos cuadros", señala Escribano. “La presencia cada vez mayor de la receta electrónica en la sanidad pública y privada está ayudando a controlar estas desviaciones de medicamentos. El problema no ha desaparecido, pero, por suerte, es cada vez más difícil acceder a estas sustancia de forma irregular”.

La lista de referencias incautadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado y autonómicas menciona otros principios activos, como las benzodiazepinas, el GHB (éxtasis líquido), el GBL, el nitrito de alquilo (conocido como popper), el diazepam y el lorazepam. En los últimos días, ha llegado a las farmacias una circular en la que se advierte de la falsificación de recetas para adquirir Toseína, un bote de jarabe contra la tos seca que contiene codeína y que ha vuelto a ponerse de moda como droga recreativa. Los jóvenes lo mezclan con refresco y con golosinas para darle sabor. Los efectos van desde la euforia a la relajación, dependiendo de la persona y de la interacción con otras sustancias.

La Audiencia Nacional está a punto de sentar en el banquillo a 28 acusados de robar y manipular miles de recetas médicas para sacar de las farmacias enormes cantidades de comprimidos que luego eran utilizados como sustancia estupefaciente. El grupo se movía por casi toda la geografía nacional y tenía ramificaciones en Marruecos. Su medicamento favorito era el Rivotril, un antiepiléptico, aunque también traficaban con Trankimacín (ansiolítico), Olanzapina (antipsicótico) y Venlafaxina (antidepresivo), según las diligencias que instruye el Juzgado Central número 1 de la Audiencia Nacional, a las que ha tenido acceso El Confidencial.

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