Sánchez y Feijóo agudizan su falta de empatía tras la reunión en la Moncloa: "No hay cambios"

La semana política arrancaba con una imagen casi inédita. El líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, acudía a la Moncloa para reunirse con el presidente, Pedro Sánchez, a petición de este y con la dimisión del presidente del Consejo General de Poder Judicial (CGPJ), Carlos Lesmes, sobre la mesa. Llevaban más de 160 días sin reunirse. La comunicación también ha sido casi nula desde que en abril el gallego tomase las riendas del PP. Apenas unos mensajes de móvil para designar interlocutores para economía o temas institucionales.

El resumen de las tres horas que compartieron Sánchez y Feijóo es, según lo que han trasladado a su círculo más cercano, que "no hay sintonía". El primero menosprecia a su rival. En la Moncloa gusta mucho deslizar que el exdirigente de la Xunta no sabe inglés frente al perfil europeo de su secretario general. En el caso del líder popular, una "profunda desconfianza" hacia el socialista. El incumplimiento del acuerdo de La Palma que se firmó con los presidentes autonómicos fue para Feijóo un punto y aparte.

El día de la Fiesta Nacional se produjo una anécdota que visualiza claramente la falta de empatía. Pese a que coincidió con sus presidentes autonómicos y miembros destacados del partido, Feijóo quiso ser muy discreto sobre el contenido de su charla con Sánchez, pero les hizo una confesión: "Vamos al otro lado, que no me apetece ver a este. Ya sé lo que quiere", comentó ante un grupo en referencia al presidente del Ejecutivo. Génova descarta que haya "cambios importantes" en la relación con Sánchez ni que se vaya a normalizar, aunque ahora se pacte la Justicia.

La reflexión fue muy explícita. Lo que el presidente pretende es un pacto para desbloquear el CGPJ. Fuentes del PSOE reconocen que la dimisión de Lesmes daña la proyección de Sánchez en la Unión Europea y eso para él es "sagrado". Desde el lunes llevan en contacto los emisarios de cada bando para desatascar cuanto antes el poder judicial. Hay avances y retrocesos, pero la convicción es que, tras casi cuatro años de parálisis, habrá un pacto.

Miembros de la judicatura han sido alertados para que durante el fin de semana estén pegados al móvil. En la tarde de ayer se enfriaba la opción de que el fin de semana hubiese anuncio. "Las cosas están poco maduras", afirmaba uno de los juristas contactados. Génova habría decidido cambiar la lista de juristas que elaboró Pablo Casado para incluir nuevos perfiles. Los tiempos no se pueden demorarse mucho. Tanto en el PSOE como en el PP coinciden en que, si no hay fumata blanca antes del cara a cara entre Sánchez y Feijóo el próximo martes en el Senado, el acuerdo puede dinamitarse.

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Hasta ahora hay discreción sobre los avances. Se ha informado de que Moncloa acepta la propuesta del PP de reforzar las mayorías para la elección de cargos, pero el principal escollo sigue siendo la fórmula para que unos y otros "salven la cara" en cuanto a la reforma del sistema de elección de los jueces. Los populares ya han cedido y se conforman con que los jueces tengan más peso para designar a sus pares. Sánchez también ha dado la orden de buscar un término medio. El reparto que se estaría planteando es diez vocales para el PSOE y diez para el PP, con un presidente cercano a los socialistas.

La ministra de Justicia se siente ninguneada por Moncloa en la negociación

En este asunto están dispuestos a perder los dos implicados, aunque ambos venderán una victoria del papel que se firme. En cada cuartel general se escucha un argumento para decir que ha cedido el otro, pero en las aguas más profundas de las dos formaciones hay una parte crítica en cómo se ha gestionado este asunto. En Moncloa hay una damnificada que expresa su queja a través de terceros. La ministra de Justicia, Pilar Llop, se ha sentido "ninguneada" y así lo ha hecho saber a sus colegas. Presume de que con ella en la negociación "Lesmes no hubiera dado un portazo". Apunta directamente como responsable a Bolaños y considera que se debería haber reconducido la situación hacia un acuerdo entre portavoces de los grupos parlamentarios y llevar el diálogo sobre el CGPJ al Congreso.

Entre los populares, la idea es que a Feijóo le puede acabar desgastando el mantra del PSOE de que "es el mismo PP de Casado". El partido quiere sacar el CGPJ de la agenda política y centrarse en la economía, que es donde se ven más fuertes ante el Gobierno. "Bruselas no ha dado un tirón de orejas solo a Sánchez, sino también a nosotros", afirma un veterano del PP que se conforma con "llegar con las manos limpias" a las próximas elecciones.

El relato político es tan importante o más que lo que se acuerde. Sánchez necesita llegar a la presidencia de la UE en el segundo semestre de 2023 con un gesto a Bruselas. Debe trasladar que se dan pasos para cumplir los estándares europeos para despolitizar la Justicia en España y recuperar su legitimidad. No puede haber mácula en su carrera internacional y menos tras el toque de atención con los fondos europeos. En el caso de Feijóo, se refuerza su perfil de hombre de Estado que acude al rescate ante una grave crisis institucional y se pone fin al ataque de la oposición del "no a todo".