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El punto débil de Ayuso que quiere aprovechar Vox (y le viene bien a Feijóo)
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ENTRE DOS FUEGOS

El punto débil de Ayuso que quiere aprovechar Vox (y le viene bien a Feijóo)

La jugada política que vino muy bien a la presidenta madrileña frente a Casado se le está volviendo en contra: ha quedado encajonada en la pinza que supone tener a Feijóo en el partido y Vox a su derecha

Foto: Díaz Ayuso, en la apertura del congreso madrileño del PP. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Díaz Ayuso, en la apertura del congreso madrileño del PP. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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"Es joven, tiene una carrera larga por delante, tendrá su momento en el futuro". Esta frase resume el sentir de sectores del PP sobre Díaz Ayuso. La llegada de Feijóo, y el necesario cierre de filas alrededor del nuevo líder, han pospuesto las naturales aspiraciones de la presidenta madrileña de liderar el partido.

Hasta hace poco tiempo, aparecía como la opción más firme para suceder a Casado. Si los populares no alcanzaban el Gobierno, era difícil que el entonces presidente pudiera resistir el empuje y la popularidad de Ayuso, y más tras su arrebatadora victoria en el 4-M. Esa misma amenaza, y el deseo de Casado de asegurarse la continuidad si no llegaba a la Moncloa, detonaron una lucha por el poder territorial que acabó en guerra civil. Feijóo fue el más listo, supo promoverse como vía de consenso y, por tanto, como única solución para los populares. Casado tenía la mirada fija en Ayuso, pero el que se movió fue el presidente gallego. Y no solo fue fatal para el liderazgo de Casado, también puede serlo para las aspiraciones de la presidenta de Madrid.

La convivencia puede ser, no obstante, menos pacífica de lo esperado. La primera discusión, al hilo de las declaraciones de Bendodo sobre una España plurinacional, quiso ser zanjada por Feijóo, pero la presidenta madrileña también tuvo algo que decir. El lado más ideológico del PP, que ha estado presente en su discurso en el congreso madrileño, tiene en Ayuso a la mejor representante. La tensión entre un líder que busca ser pragmático, más moderado y sistémico, que es el perfil adecuado para suceder a Sánchez, y una aspirante que desea que una línea más dura y combativa continúa activa en el partido, como bien ha recordado Esperanza Aguirre. Ambas almas pueden ser muy útiles electoralmente, si Feijóo se dirige a la mayoría de los votantes y Ayuso combate con Vox en territorios concretos, lo que supondría una alianza eficaz, pero también puede acabar siendo un problema.

"El PP madrileño lleva muchos años viviendo de Esperanza Aguirre. Su discurso son los impuestos y nada más"

Si Ayuso entendiera que su función es ayudar a que Feijóo llegue a la Moncloa y se resignase al poder territorial, y a un posible cargo ministerial en el caso de que el PP triunfase en las generales, podría ser también el final de sus aspiraciones nacionales. El momento de Ayuso es más complicado de lo que parece.

La pinza contra Ayuso

Ideológicamente, Ayuso está encajonada entre dos opciones que, en este instante, exhiben una fuerza notable. Del lado de su partido, Feijóo parece incontestable, máxime cuando la debilidad del bloque de izquierda hace pensar que el Gobierno está cerca. El perfil que trata de exhibir el presidente gallego parece el idóneo para contar con un triunfo electoral. Además, ha logrado tejer el consenso en el partido gracias al apoyo de los barones.

Por su derecha, Vox adelanta a Ayuso con una opción ideológica más potente. Desde Vox, tienen bastante claro que Ayuso no puede competir en ese plano. "El PP madrileño lleva muchos años viviendo de Esperanza Aguirre. Su discurso son los impuestos y nada más". No es un mero argumento para rebajar la efectividad de un rival político. Se trata de la constatación de un cambio de discurso en las derechas que está señalando un momento diferente: "Ella no puede hablar de la inmigración, ni de la necesidad de hacer comunidad, ni de desglobalización, ni de reindustrialización".

Ayuso pertenece a la liga del pasado porque no es capaz de conectar con los nuevos movimientos

En esa lectura yace algo cierto, como es la secesión que se está viviendo en las derechas occidentales. El partido republicano estadounidense es cada vez más trumpista. En el Reino Unido, los conservadores asumieron las ideas del UKIP. Las derechas de Visegrado poseen un componente religioso, nacionalista, conservador y poco europeo. En el sur, primero Salvini y ahora Meloni en Italia; el Rassemblement National de Le Pen, y sus movimientos internos, como Marion Maréchal y el partido de Zemmour; Chega en Portugal, y Vox en España, están dejando claro que las derechas emergentes están ganando el terreno a las derechas liberales de los años precedentes. Para Vox, Ayuso pertenece a la liga del pasado, porque no es capaz de conectar con esos nuevos movimientos.

Ni tampoco de competir con ellos. En Vox señalan que Ayuso no tiene apoyos internacionales, en parte porque carece de lazos con esta nueva derecha, en parte porque las conexiones que podría tener, como las que le podría proporcionar Aznar, provienen de los viejos tiempos. Aznar estaría conectado con Jeb Bush y esa rama del partido republicano, que es justo la que está desapareciendo con los líderes cercanos a Trump, y con los que de ese ámbito están por dar el salto, como Ron de Santis, el gobernador de Florida. Desde la perspectiva de Vox, Ayuso continúa en los tiempos neoliberales cuando la derecha ya está a otra cosa. Lo único que le queda es su discurso sobre los impuestos, la libertad y lo malos que son los progres, y resulta escaso para minar a las nuevas fuerzas políticas.

Madrid y libertad

De hecho, es un discurso que quizá se ha tomado demasiado en serio como elemento de convicción electoral. Si se analizan las causas de fondo que ayudaron a la victoria sin paliativos de Ayuso el 4-M, el madrileñismo y la libertad aparecen como elementos secundarios. En la Comunidad de Madrid lleva décadas ganando el PP, de modo que sería raro que no hubiera ocurrido así hace un año. Además, el factor principal de su éxito estuvo en una apuesta arriesgada sobre cómo manejar la pandemia que le fue muy bien electoralmente, porque el humor social en el momento de la votación era muy favorable a las aperturas de comercios y establecimientos de ocio, lo que le granjeó el voto de los clientes de los bares, los dueños y los empleados.

Ayuso no tiene la fuerza institucional del actual líder del PP, ni tampoco está alineada con los valores de las derechas populistas

En tercer lugar, Ayuso había sido especialmente contundente en sus intervenciones contra el presidente del Gobierno y, en ese instante, la animadversión contra Sánchez en Madrid no era menor. La izquierda se presentó dividida, con el PSOE con un mal candidato. Y, por si fuera poco, Iglesias decidió hacer acto de presencia y lanzar la alerta antifascista contra Ayuso, un cara o cruz que terminó siéndole muy útil a los partidos de la derecha. En todo este conjunto de factores, el discurso sobre Madrid y la libertad tuvo un peso mucho menor del que se le atribuye desde el PP. Y, sobre todo, no es exportable al resto de España, y menos para compensar el discurso de Vox, que añade muchos más elementos más allá de los impuestos.

De modo que su idea de reunir el voto de derechas gracias a la suma del sector moderado del PP con el de los descontentos de la derecha, que en un momento dado pareció posible, ahora es mucho más improbable. Feijóo juega la baza del partido sistémico, que es la que conviene para conseguir el Gobierno, y Vox actúa como el emergente y desafiante. Ayuso está entre ambos, y no tiene ni la fuerza institucional que puede hacer valer el actual líder del PP, ni tampoco está alineada con los tiempos de las extremas derechas. Su papel, que es el de Esperanza Aguirre, que es el de Aznar, parece limitado frente a las constricciones por ambos espacios. Es completamente esperable que renueve la presidencia de Madrid el año próximo, pero también que no pueda ir más allá. Casado tuvo que lidiar con la pinza que le hacían Vox y la presidenta de Madrid. Ahora es Ayuso la que está en esa posición entre los de Feijóo y los de Casado.

De hecho, la mejor opción para que Díaz Ayuso se convirtiera en líder del PP es que Feijóo fracasase en las generales. En otro caso, tendría que esperar mucho tiempo, y ahora los años parecen décadas. Por lo tanto, parece abocada a jugar un papel importante como baronesa, pero no más. Aunque, en todo este contexto, hay algo de lo que sus rivales no terminan de fiarse: el factor Miguel Ángel Rodríguez.

"Es joven, tiene una carrera larga por delante, tendrá su momento en el futuro". Esta frase resume el sentir de sectores del PP sobre Díaz Ayuso. La llegada de Feijóo, y el necesario cierre de filas alrededor del nuevo líder, han pospuesto las naturales aspiraciones de la presidenta madrileña de liderar el partido.

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