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Moncloa se quejó a Robles de la "falta de sensibilidad política" de la directora del CNI
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Entrega su cabeza a ERC

Moncloa se quejó a Robles de la "falta de sensibilidad política" de la directora del CNI

Afeó que no fuera más explícita ante las preguntas de ERC en la comisión de secretos oficiales. Sánchez señala como intocable a la ministra de Defensa, que sitúa a su número dos al frente de Inteligencia

Foto: La ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE/Emilio Naranjo)
La ministra de Defensa, Margarita Robles. (EFE/Emilio Naranjo)
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Cuando, el viernes, Pedro Sánchez cerró su reunión con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, sentenció a la ya exdirectora del CNI Paz Esteban. Durante todo el fin de semana, Moncloa ha estado preparando la salida de la jefa de los espías, que se ha resistido hasta el último momento a poner su cargo a disposición. Como informó El Confidencial, la presión sobre el centro de Inteligencia ha sido inédita. Desde el Ejecutivo, sostienen que fue la semana pasada cuando se valoró que la situación de Esteban “era insostenible”. El argumento oficial del relevo es el espionaje a los teléfonos del presidente y la ministra de Defensa, Margarita Robles. La coartada, que los fallos de seguridad afectaron también al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y al de Agricultura, Luis Planas. En este último caso, no se logró extraer información. La realidad, y así lo reconocían ayer un portavoz del PSOE y un ministro, se explica en la necesidad de Sánchez de mantener prietas las filas del bloque de la investidura: “El Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer”.

La comparecencia de Paz Esteban en la comisión de secretos oficiales no gustó en Presidencia, según han manifestado a este diario fuentes del Ejecutivo. “En esta crisis, a Esteban le ha faltado sensibilidad política”, lamentaban. Se esperaba que la exdirectora del CNI fuese más profusa en sus explicaciones y “más colaborativa” a la hora de resolver las dudas cuando se le interpeló, por ejemplo, acerca del pinchazo del teléfono de Aragonès. Esteban no daba la talla para lo que Moncloa esperaba de ella. Mantuvo en todo momento su perfil de funcionaria. “Le han faltado reflejos”, insisten las citadas fuentes. A la comisión del Congreso llegó escoltada por Rafael Simancas y el portavoz del PSOE, Héctor Gómez. En esos momentos, en público, la consigna era que no tenía que haber dimisiones. Todo se había hecho con aval judicial y es precisamente a lo que se ha agarrado hasta el último minuto la destituida.

La ministra de Defensa fue ayer la encargada de comunicar la noticia tras la rueda de prensa del Consejo de Ministros. Ella lo quería así. No tenía un papel fácil, pero prefería dar la cara, aunque ante los medios haya tenido que justificar lo injustificable al hablar de “cambio” o “sustitución” en lugar de destitución. A sabiendas de que su imagen también estaba en juego, desde su departamento señalan que al tratarse de un asunto que compete a Defensa “no podía ser de otra forma”. “No tenía ningún sentido que volviera a ser el ministro Bolaños quien saliera”, acotan en el ministerio. El hombre fuerte del presidente fue el que hizo público que había móviles infectados con Pegasus. Robles nunca compartió esta estrategia y ese día, pese a que también se hablaba del CNI e incluso ella era una de las espiadas, no compareció. Sánchez ha optado por una opción salomónica en la guerra de dos pesos pesados de su gabinete.

Bolaños logra que sea el CNI el que cargue con las culpas y despeja cualquier duda sobre su responsabilidad, pese a que, entre sus atribuciones como secretario de Presidencia, cuando se produjo la brecha de seguridad en mayo y junio de 2021, estaba el velar por el secreto de las comunicaciones al menos de Sánchez. Ayer cerró el círculo y validó su estrategia para dar al independentismo una cabeza, como pedían. No fue la de Robles, porque esta opción nunca ha estado sobre la mesa. El presidente no va a prescindir de una de sus ministras 'intocables', y menos con la cumbre de la OTAN que se celebrará en un mes en España.

Foto: La ya exsecretaria de Estado de Defensa, Esperanza Casteleiro. (EFE/Fernando Alvarado)

Sánchez trasladó hace unos días a la ministra que había que sacrificar a Esteban. Ella siempre ha sido contraria y así lo ha hecho saber, pero se ha aplicado lo que ella pide a Podemos: respeto por las decisiones del Consejo de Ministros como órgano colegiado que es. Asume que ha perdido la batalla tras defender en público y en privado la continuidad de la exdirectora del CNI, pero pidió al presidente ser ella quien designase a la sucesora. Ha querido evitar a toda costa que Presidencia coloque al general Ballesteros, que actualmente ocupa el cargo de director de Seguridad Nacional. Lo interpretaba como dar un paso atrás y engordar los rumores de que Sánchez quería quitarle el mando del CNI y devolverlo a la Moncloa, en cuyo organigrama estaba antes de la llegada de Robles. Fue Rajoy quien se lo entregó a Sáenz de Santamaría en detrimento de Cospedal.

Al colocar a su número dos, Esperanza Casteleiro, al frente del CNI, se traslada el mensaje de que su cargo no está en discusión y de que sigue contando con la confianza del presidente. Además, el hecho de que se designe a alguien que ya ha estado en el centro ha supuesto un alivio dentro de la institución, donde no ocultan que se han sentido “maltratados” por el Gobierno en los últimos días. Robles ha querido evitar una rebelión interna y por eso se ha deshecho en halagos tanto hacia la directora saliente como hacia la labor del CNI. En todo momento ha atribuido los “fallos” a la falta de tecnología y ha anunciado que se subsanará. El discurso ha sido un bálsamo y de hecho entre los primeros en darle las gracias por sus palabras ha estado Paz Esteban.

Foto: La directora del CNI, Paz Esteban, y el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Ahora queda por ver hasta dónde van a estirar el enfrentamiento desde ERC. El discurso ante los medios es insistir en que debe haber un cese político, en alusión a Robles, pero en privado descartan una ruptura con Sánchez que haga tambalear su Gobierno. Moncloa es optimista, con recelos, porque asume que con los republicanos nada es seguro, pero espera que otro gesto como la desclasificación de los documentos sobre el espionaje a los líderes soberanistas termine de cerrar la crisis. El presidente se ha jugado mucho de cara a la opinión pública con esta nueva cesión a Aragonès y espera la contrapartida.

Cuando, el viernes, Pedro Sánchez cerró su reunión con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, sentenció a la ya exdirectora del CNI Paz Esteban. Durante todo el fin de semana, Moncloa ha estado preparando la salida de la jefa de los espías, que se ha resistido hasta el último momento a poner su cargo a disposición. Como informó El Confidencial, la presión sobre el centro de Inteligencia ha sido inédita. Desde el Ejecutivo, sostienen que fue la semana pasada cuando se valoró que la situación de Esteban “era insostenible”. El argumento oficial del relevo es el espionaje a los teléfonos del presidente y la ministra de Defensa, Margarita Robles. La coartada, que los fallos de seguridad afectaron también al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y al de Agricultura, Luis Planas. En este último caso, no se logró extraer información. La realidad, y así lo reconocían ayer un portavoz del PSOE y un ministro, se explica en la necesidad de Sánchez de mantener prietas las filas del bloque de la investidura: “El Gobierno ha hecho lo que tenía que hacer”.

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