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Sánchez pone orden entre sus ministros y agotará la legislatura con o sin ERC
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Semana negra en Moncloa

Sánchez pone orden entre sus ministros y agotará la legislatura con o sin ERC

Descarta dejar caer a Robles por la crisis de Pegasus, pero en su gabinete asumen que "su única lealtad es a la Presidencia" y hará "lo que haga falta" para llegar a 2023

Foto: Pedro Sánchez (EFE/Quique García)
Pedro Sánchez (EFE/Quique García)
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Cuando a primera hora de la mañana del lunes, Moncloa convocaba a los periodistas a una rueda de prensa de la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez, y del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, nada hacía presagiar al equipo de Pedro Sánchez que la bomba de Pegasus, que hasta ese momento lidiaban con los independentistas catalanes, acabaría detonándose dentro del propio Ejecutivo. La estrategia era precisamente la opuesta. Después de sudar para sacar adelante sin ERC la convalidación del decreto anticrisis, había que empezar a recomponer puentes con los socios de investidura y el primer paso era precisamente colocar el foco del espionaje en Sánchez. El mensaje que se pretendía mandar al hacer público que los teléfonos del presidente y la ministra de Defensa, Margarita Robles, habían sido hackeados era claro: nosotros también somos víctimas, no verdugos. Hubo discrepancias entre los afectados, según reconocen fuentes gubernamentales, sobre la conveniencia de revelar lo que a todas luces se ha evidenciado como un fallo de seguridad. Desde el departamento de Defensa había "serias dudas" sobre cómo podría acabar afectando a la credibilidad de las instituciones esta filtración. Quién mal empieza, mal acaba y las diferencias de criterio entre Robles y Bolaños no han hecho más que agrandarse en los días posteriores. El pulso con ERC también.

¿Pero está en riesgo la continuidad de la legislatura? Tanto entre los ministros como en el PSOE, la respuesta es "no", y el argumento parece de peso: "Sánchez tiene su propio calendario, que pasa por aguantar hasta el segundo semestre de 2023, cuando España ostentará la presidencia de la UE", explican. Los que le conocen bien cuentan que está centrado en la política europea y ve "como menores los problemas domésticos". Siente que es un "líder al alza" tras la salida de Merkel y la debilidad de un Macron que anda enredado en sus cuitas electorales. "Hasta Ursula von der Leyen le hace la pelota", sostiene un veterano diputado que compartió acto en el Círculo de Economía con la presidenta de la Comisión Europea y Sánchez.

Foto: El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. (EFE/Sergio Pérez)

El optimismo del presidente podría interpretarse como que vive fuera de la realidad, pero ha evidenciado en más de una ocasión que él maneja su propio "manual de resistencia". Entre los que le tratan desde hace años recuerdan que "su única lealtad es a la Presidencia del Gobierno" y, por lo tanto, hará lo que le convenga en cada momento para seguir en el poder: "No hace política por amistad", apostillan. Con esta mentalidad afronta el reto de recomponer las alianzas con ERC y sofocar el choque entre dos de sus ministros más fuertes. En el primer caso, la estrategia pasa por "cerrar cuanto antes" el encuentro con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, que está previsto se celebre en la Moncloa. El mensaje que se trasladará a los republicanos es que a ninguno de los socios les interesa romper. "Son importantes, no imprescindibles", advierten fuentes socialistas, que recuerdan que sin ERC se han sacado adelante dos de los decretos más importantes, como la reforma laboral y el plan de medidas anticrisis.

placeholder El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a Pedro Sánchez, en un tenso encuentro en Barcelona
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, junto a Pedro Sánchez, en un tenso encuentro en Barcelona

El presidente tiene una buena relación personal con su homologo en la Generalitat y buscará darle una "salida digna", dado que se descarta de plano que se vaya a ceder entregando la cabeza de la ministra de Defensa, e incluso se intentará aguantar a la directora del Centro Nacional de Inteligencia, Paz Esteban. Robles no quiere dejarla caer pero en Presidencia la han elegido como mal menor. Sánchez insistirá en su reunión en que desconocía los pinchazos, pese a que cada semana recibe un informe sobre en qué están trabajando los servicios de inteligencia. 'A priori ' parece insuficiente para que Aragonès rebaje la tensión, pero en Moncloa creen que el líder de ERC va de órdago: "Saben que con cualquier otro Gobierno vivirán peor". El presidente mostrará también su disposición a volver a reunir a la llamada "mesa de diálogo" que, según fuentes gubernamentales, no se ha convocado hasta ahora porque los catalanes no lo han solicitado. Aquí hay margen para que Aragonès logre una victoria pírrica. Pese a que en todas las quinielas de los ministros se da por hecho que se llegará a un acuerdo con ERC, también se baraja el peor escenario. Si se pierde el colchón de ERC, las cosas se podrán difíciles, "porque no vamos sobrados", reconocen diputados del PSOE, que no ven problema en aguantar un año en el alero parlamentario, dado que hay Presupuestos y las grandes leyes están aprobadas.

Sánchez está dispuesto a reunir a la mesa de diálogo como un gesto hacia ERC

De puertas para dentro, Sánchez ya ha mediado entre Bolaños y Robles. Hubo llamada al orden y ambos ministros han acordado una paz pública. En privado, como explicita un compañero de bancada azul, "viven en mundos diferentes". Cuando en su comparecencia en el Congreso la ministra de Defensa refrendó la información que publicaba este diario sobre la responsabilidad de Bolaños en la seguridad de los teléfonos espiados, saltaron las alarmas. Robles era capaz de echar un pulso al "protegido" del presidente. Desde la salida de Iván Redondo, el ministro de Presidencia es el "chico para todo". Sánchez le llama constantemente. Es el "operador político" más importante que tiene ahora, apunta un ministro que pone en valor el carné del PSOE de Bolaños frente a la apátrida Robles. El titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska, tampoco milita en el partido y, sin buscarlo, se ha visto envuelto en la pugna. El hecho de que se haya señalado estos días a la Policía como otro de los posibles cuerpos que pudieran haber espiado a los soberanistas le ha puesto en la picota. Marlaska ha optado por un perfil bajo tras "salvarse" de la crisis de gobierno de julio, donde muchos le daban por amortizado. Es enemigo íntimo de Robles desde los tiempos en que coincidieron en el Consejo del Poder Judicial.

Foto: El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, a la salida de la comisión de secretos en el Congreso. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Pese a que el titular de Presidencia es el "favorito" entre los ministros, se descarta la salida de Robles. "Echar ahora a alguien sería un signo de inestabilidad que en este momento no se puede permitir", apostillan. El "ahora" es importante, porque en el gabinete de Sánchez tienen muy interiorizado que "te echa cuando le conviene a él". Aquí encaja el hecho de que, en poco más de un mes, España acoge la cumbre de la OTAN y Robles no puede ser sustituida. También en el PSOE ven en la ministra un valor electoral porque cubre el espacio más conservador de los socialistas. El partido está con la vista puesta en las elecciones andaluzas y los pronósticos no son buenos. Pase lo que pase, Sánchez no convocará y, como vaticina un histórico socialista, "si después tiene que cambiar todo el Gobierno y todo el discurso, lo hará".

La situación de Podemos sí preocupa, especialmente, tanto en Moncloa como en Ferraz. No porque vayan a romper la coalición, que se contempla como un escenario poco probable, sino porque las batallas internas entre Pablo Iglesias y Yolanda Díaz amenazan con dejar a los socialistas sin muleta. La pugna para cerrar una candidatura en Andalucía solo ha sido un episodio. Si el hueco a la izquierda del PSOE se queda vacío, no habrá modo de resucitar de nuevo al 'Frankenstein' y las opciones de retener el Gobierno se esfumarían. Sánchez ya piensa en cómo amarrar otra legislatura, porque salvo que la economía no aguante, esta la agotará.

Cuando a primera hora de la mañana del lunes, Moncloa convocaba a los periodistas a una rueda de prensa de la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez, y del ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, nada hacía presagiar al equipo de Pedro Sánchez que la bomba de Pegasus, que hasta ese momento lidiaban con los independentistas catalanes, acabaría detonándose dentro del propio Ejecutivo. La estrategia era precisamente la opuesta. Después de sudar para sacar adelante sin ERC la convalidación del decreto anticrisis, había que empezar a recomponer puentes con los socios de investidura y el primer paso era precisamente colocar el foco del espionaje en Sánchez. El mensaje que se pretendía mandar al hacer público que los teléfonos del presidente y la ministra de Defensa, Margarita Robles, habían sido hackeados era claro: nosotros también somos víctimas, no verdugos. Hubo discrepancias entre los afectados, según reconocen fuentes gubernamentales, sobre la conveniencia de revelar lo que a todas luces se ha evidenciado como un fallo de seguridad. Desde el departamento de Defensa había "serias dudas" sobre cómo podría acabar afectando a la credibilidad de las instituciones esta filtración. Quién mal empieza, mal acaba y las diferencias de criterio entre Robles y Bolaños no han hecho más que agrandarse en los días posteriores. El pulso con ERC también.

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