La venganza de Pablo Iglesias: azote de la prensa y pegamento de Podemos
El exvicepresidente del Gobierno busca recuperar capital político para la marca Podemos con un discurso más irredento que los dirigentes con responsabilidades de Gobierno no se pueden permitir
Pablo Iglesias está de vuelta. El tertuliano y colaborador en medios escritos dará próximamente el paso a presentador de su propio programa. Asimismo, ha pasado de analista a marcar la línea política de Podemos en actos de campaña. Desde la crisis de las macrogranjas a la posición en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Un papel como portavoz oficioso que no está sentando nada bien en las filas socialistas al proyectar las diferencias entre los socios. "Cada formación elige a sus portavoces", lanzaba a modo de reproche la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. En el entorno de la líder de Unidas Podemos en el Gobierno, Yolanda Díaz, tampoco acaba de encajar con sus planes esta suerte de bicefalia sobrevenida. De hecho, la vicepresidenta segunda ha tenido que mediar para limar asperezas y cerrar filas con sus socios en la posición en política exterior o en la polémica sobre las macrogranjas.
Ocho meses después de dejar la vicepresidencia segunda y sus cargos orgánicos, Iglesias ha irrumpido en el primer plano coincidiendo con la campaña de las elecciones en Castilla y León. Tras participar en un acto de precampaña, asistirá al menos a otro durante los próximos días junto al candidato de Unidas Podemos, Pablo Fernández. Durante este tiempo, el exlíder de los morados no ha dejado de asesorar a los dirigentes del partido y del grupo parlamentario en el Congreso. Una ascendencia cada vez más visible y que ahora se intensifica con un protagonismo en primera persona. Todo ello cuando Díaz está a punto de poner en marcha su proyecto político a través de un "proceso de escucha" en el que reserva un papel secundario a los partidos, incluido Podemos.
El paso adelante de Iglesias recupera capital político para la marca Podemos con un discurso más irredento que los dirigentes con responsabilidades de Gobierno no se pueden permitir. En un contexto de incertidumbre para el futuro de las siglas dentro del proyecto electoral de Díaz, la intervención de Iglesias camina en consonancia con el objetivo de sus dirigentes de mantenerse como la "nave nodriza" de lo que denominan frente amplio. Sin perder el protagonismo que ahora tienen ni diluir su identidad en un espacio político "trabado solamente por el carisma y la fuerza política de quien los representa".
Los planes de la vicepresidenta, quien insiste en que "esto no va de partidos", transitan por otros derroteros. A la construcción de un perfil como independiente añade su ánimo por distanciarse de Podemos. Su implicación en la campaña de las elecciones castellanoleonesas será mínima, limitándose a lo sumo a participar en un acto con el candidato morado que todavía no está agendado. En sus actos con dirigentes políticas que pretende sumar a su proyecto tampoco han estado miembros de Podemos, como el que celebró en Valencia junto a Ada Colau (Comuns), Mónica Oltra (Compromís) o Mónica García (Más Madrid). Asimismo declinó asistir a la asamblea del partido en el que Ione Belarra fue elegida como secretaria general u otros actos orgánicos como la universidad de otoño, por citar dos cónclaves para los que se le remitió invitación expresa.
Desde Podemos se abren a que el proyecto de Díaz se presente con otras siglas que no sean las suyas, siempre y cuando ayude a sumar a otros actores, pero se cierran de plano a perder protagonismo. Un escenario que, dicen, ni siquiera entienden que se pueda plantear cuando la formación está cogobernando y lidera el espacio de Unidas Podemos. La salida de Iglesias contribuyó a instaurar una sensación de cambio de ciclo, dejando atrás el hiperliderazgo y sin lograr implantar como se pretendía la bicefalia entre Ione Belarra y Yolanda Díaz. El conocimiento público de Belarra, líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, sigue estando en la parte baja de la tabla del Gobierno, según el CIS. Se sitúa en el 44%, solo un punto por encima del primer barómetro que preguntó por ella tras adquirir la cartera. Iglesias lo dejó en el 98,5%, con un porcentaje similar al de Sánchez, mientras que Díaz obtuvo en el último CIS un 89,3% de conocimiento. La valoración media de esta última obtiene una nota de 5,22 y Belarra del 3,84.
Si desde el PSOE se reprocha el papel de "portavoz" asumido por Iglesias, la vicepresidenta segunda intentaba minimizarlo el pasado miércoles durante una entrevista en la cadena Ser, asegurando que sus opiniones son como "ciudadano absolutamente libre". Posturas legítimas, pero con las que marcaba distancias, concluyendo que en cuestiones de política exterior, como el conflicto entre Rusia y Ucrania, las posiciones las marca solamente el presidente del Gobierno.
Las presiones para que la vicepresidenta acelere los tiempos y oficialice su proyecto vienen de atrás, con la pretensión de "cerrar pronto" el rol de los partidos en la nueva plataforma. En esta línea, Iglesias llegó a esgrimir en los micrófonos de RAC1 las posibilidades de un adelanto electoral. Fuentes del entorno de Díaz ironizaron entonces sobre las palabras de Iglesias para trasladar que no variarán su hoja de ruta. Por un lado, se cuestionaron si Iglesias no había dejado la política. Por otro, reclamaron que "dejen de quererla tanto, que la van a matar".
La hiperactividad de Iglesias le jugaba esta semana una mala pasada al publicar por error un mensaje en Telegram en el que anticipaba los resultados del su formación en el CIS de las elecciones de Castilla y León, antes de que se publicase oficialmente. Una información que debería ser secreta conforme a lo que marca la ley. Posteriormente, se supo que el presidente del CIS, José Félix Tezanos, había almorzado con Iglesias dos días antes en uno de los restaurantes que están en la planta baja de la sede del centro de investigación, como informó este diario.
Más allá de volver a marcar el paso a Podemos, en el plano comunicativo el exvicepresidente también presentará su propio programa, 'La Base', de Público TV. Según explicaba en una entrevista con el periodista Javier Gallego en 'Carne Cruda', uno de sus objetivos es "estar pegados a la actualidad" y, como marca de la casa, añadía, "considerar a los actores mediáticos como actores políticos" y "explicar cómo funcionan los marcos y los mensajes en los medios". Todo ello, concluía, con el objetivo de tener "instrumentos para comprender cuándo se da manipulación". Tras años de "acoso" y una confrontación directa con los medios de comunicación, primero apuntando a sus dueños y finalmente directamente a profesionales, se trasluce un ánimo de cobrarse una venganza.
Iglesias tendrá como colaborador a Manu Levin, quien fuera su responsable de discurso. Poco después de su salida del Ejecutivo, ya anticipaba algunas pistas durante unas jornadas de la organización juvenil del partido, Rebeldía. En su intervención, sobre el papel del poder mediático, "los dispositivos de construcción de ideología y de cultura", utilizaba el siguiente símil bélico para establecer su diagnóstico: "Si fuéramos una tropa que está en el monte en una batalla, cada hora pasan por encima unas avionetas del enemigo que nos tiran unos panfletos que nos dicen que nos rindamos, que nuestros líderes son despreciables, que nuestro espacio político es una mierda y que nuestras ideas son imposibles. Estamos sometidos a ese bombardeo permanente y las únicas avionetas que pasan por encima son las del enemigo". El exvicepresidente contará con sus propias avionetas para "sabotear Matrix" y mantener el protagonismo de Podemos como "nave nodriza" del futuro proyecto que lidere Yolanda Díaz.
Pablo Iglesias está de vuelta. El tertuliano y colaborador en medios escritos dará próximamente el paso a presentador de su propio programa. Asimismo, ha pasado de analista a marcar la línea política de Podemos en actos de campaña. Desde la crisis de las macrogranjas a la posición en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Un papel como portavoz oficioso que no está sentando nada bien en las filas socialistas al proyectar las diferencias entre los socios. "Cada formación elige a sus portavoces", lanzaba a modo de reproche la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. En el entorno de la líder de Unidas Podemos en el Gobierno, Yolanda Díaz, tampoco acaba de encajar con sus planes esta suerte de bicefalia sobrevenida. De hecho, la vicepresidenta segunda ha tenido que mediar para limar asperezas y cerrar filas con sus socios en la posición en política exterior o en la polémica sobre las macrogranjas.