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Sánchez busca soltar el lastre de Podemos y pone rumbo fijo al nuevo ciclo electoral
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40º CONGRESO FEDERAL

Sánchez busca soltar el lastre de Podemos y pone rumbo fijo al nuevo ciclo electoral

Yolanda Díaz fue el elefante en la habitación. El líder del PSOE ignoró el papel de sus socios de coalición, aunque hizo suyo el compromiso de derogar la reforma laboral sin explicar si será dura o blanda

Foto: Pedro Sánchez, en la clausura del 40º Congreso Federal del partido. (EFE)
Pedro Sánchez, en la clausura del 40º Congreso Federal del partido. (EFE)
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La enésima reinvención de Pedro Sánchez tiene mucho de necesidad y otro tanto de oportunidad. Dos elementos que han movido el 40º Congreso Federal de los socialistas. Un cónclave diseñado para recuperar el pulso con la mirada puesta en el ciclo electoral de 2023, que coincide con el ecuador de la legislatura y la frontera de los Presupuestos, que marcan un punto y aparte, como han leído también sus socios de Unidas Podemos. Además, el auge del PP, con las encuestas coincidiendo en que Pablo Casado estaría a las puertas de Moncloa, obligaba al PSOE a moverse. Ante ello, ya no le vale enarbolar el lema de "la izquierda", como el que lo encumbró en el 39º Congreso Federal, sino reivindicar la centralidad tratando de ignorar su coalición con los morados o su dependencia parlamentaria de los soberanistas.

El empuje electoral de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, hace que Sánchez también haya intentado no descuidar este flanco, reivindicando como propias banderas como el ecologismo o el feminismo. En esta línea, anunció ayer que se pondrá "punto y final" a la reforma laboral del PP, "impuesta sin acuerdo", como habían reclamado la víspera los secretarios generales de CCOO y UGT. Ni una mención a Díaz, la encargada de ejecutar este compromiso adquirido con Bruselas en el plan de recuperación. No entró en el debate nominativo: si 'derogación' o reforma, esto es, reforma blanda o dura. A esto último se opone la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, quien sí participó activamente en el cónclave socialista, reivindicándose orgullosa de la obra de Sánchez. Así que lo que hizo el presidente ayer fue fijar la promesa, sin más concreción, en el imaginario socialista. La coalición con Unidas Podemos sigue generando división interna, y el nuevo PSOE es el de la "unidad". La coalición de gobierno con la formación morada y Yolanda Díaz fueron el elefante en la habitación del cónclave socialista celebrado este fin de semana en Valencia.

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El secretario general del PSOE, de hecho, destacó como logros de su partido todos los avances sociales que ha ido aprobando el Gobierno de coalición en los primeros dos años de la legislatura: los ERTE, el ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo, la revalorización de las pensiones con el IPC o la Ley de Vivienda, entre otras, algunas de ellas banderas de sus socios de Unidas Podemos. De hecho, este mismo lunes, Díaz, Ione Belarra y Ada Colau participan en un acto en el Congreso para defender la normativa sobre vivienda. Sánchez también anunció la derogación de la reforma laboral, la de la ley mordaza o una ley integral de abolición de la prostitución. Fue una declaración de intenciones, preludio de la batería normativa que quiere promover Moncloa en lo que queda de legislatura.

La meta es el centro

Una realidad por la que le es imprescindible recuperar al PSOE clásico, reencontrarse con el legado de Felipe González y reintegrar a los barones y los sectores apartados tras las fratricidas primarias de 2017, aunque para ello se haya tenido que desprender de una buena parte del sanchismo de primera hora. La oportunidad es su presencia en Moncloa y el actual signo de los tiempos. El líder de los socialistas ha sabido aprovechar el traje institucional de presidente del Gobierno. Sin apenas puños en alto mientras sonó a modo de liturgia 'La Internacional', musicalizada en 1988 coincidiendo con el primer congreso del PSOE. La meta, por tanto, es el centro, ese amplio espacio que representa un proyecto socialdemócrata y que otorgó las victorias electorales tanto a González como a José Luis Rodríguez Zapatero. Y ese es el terreno por el que quiere caminar Sánchez, en búsqueda del antiguo votante de Ciudadanos que está aglutinando el PP en la mayoría de comunidades autónomas.

Un congreso federal sin apenas puños en alto mientras sonó a modo de liturgia 'La Internacional', musicalizada en 1988

El PSOE asume, en definitiva, que la centralidad se gana aunando todos los perfiles. Cualquier voto suma. Sánchez sale del congreso con un partido recosido, que ha dejado atrás las viejas heridas. Con Zapatero, la relación ya era fluida, pero con Felipe González, con quien Sánchez se ha visto ya varias veces en privado, había una crisis que ahora es pasado. La paz, al menos temporal, está sellada con el sevillano tras años de tensión y reproches en público, y eso el sanchismo ha sabido ponerlo en valor durante todo el fin de semana. Todo el socialismo se muestra ahora unido y eso, en un partido que resultó roto tras el comité federal del 1-O y las posteriores primarias, es un hito. El socialismo ha pasado, como recordó el líder de los socialistas, de la posible "pasokización" a la férrea defensa de "la socialdemocracia", la palabra más repetida por el secretario general y su nueva ejecutiva federal durante todo el fin de semana. La amenaza de sorpaso de Podemos se ha dejado atrás para centrarse en otro enemigo. Ahora la mirada de Moncloa y Ferraz está puesta en el PP, que supone una seria amenaza en las encuestas, tal y como se demuestra en el Observatorio Electoral de El Confidencial.

Foto: Pedro Sánchez y Ximo Puig, en la clausura del 40 Congreso del PSOE. (EFE)

Sánchez apunta a que las próximas elecciones, las autonómicas y municipales de 2023 y las generales, se van a jugar a cara o cruz con el PP. El presidente no da, al menos de momento, excesiva importancia al proyecto que va a lanzar Yolanda Díaz. El peligro, para Sánchez, sus ministros y su nueva ejecutiva, se encuentra en Pablo Casado. Su discurso de cierre del cónclave de la unidad está plagado de referencias a enmarcar la dirección del PP a la derecha del tablero. Sánchez denunció la influencia de Vox en Casado y arremetió contra las recetas “insolidarias” que impulsó el Gobierno de Mariano Rajoy, en comparación con la respuesta que ha dado su Ejecutivo al covid. Habló de una derecha “desconcertada, acomplejada y desorientada” por la “ultraderecha” que “contamina la vida política”. El discurso tiene sus peligros, ya que en Madrid, el 4-M, no le funcionó al PSOE.

Lo que realmente se entonó en el congreso del PSOE fue la letra marcada por la UE para salir de la pandemia, con ribetes neokeynesianos y, por ende, socialdemócratas. Sánchez se reivindicó como el adalid de esta ola europea, que tiene en el presidente norteamericano, Joe Biden, su principal exponente global. Desde las instituciones comunitarias, se está "haciendo una apuesta por la socialdemocracia", se arrogó Sánchez en un deslavazado aunque eficaz discurso de cierre congresual. "La anterior respuesta a la crisis fue un enorme error", aseguró, insistiendo en que "el egoísmo neoliberal y el fundamentalismo del mercado han fracasado a la hora de proteger la economía y a los ciudadanos". Un juego de contraposiciones en el que España estaría en el lado correcto. Como impostadamente se repitió hasta la saciedad en el cónclave celebrado este fin de semana en la Fira levantina, "el PSOE es el partido que más se parece a España".

El camino de Yolanda Díaz y UP

Para el viaje a la centralidad, no será suficiente dejar atrás el sanchismo, como quedó patente en este congreso para coger impulso con un partido unido y reconciliado con casi todos. También con José Luis Ábalos, que comenzó a organizar el congreso y que acabó de espectador. Unidas Podemos también es un lastre en este sentido, que precisamente empuja al Ejecutivo hacia el lado contrario. El congreso de los socialistas, en la coyuntura del acuerdo de unos Presupuestos que podrían ser los últimos de la legislatura, marca un punto de inflexión para que cada socio de la coalición comience a marcar un camino propio. A buscar su diferenciación e identidad propias antes de acudir a las urnas.

Los morados ya comenzaron a transitar este camino en el cónclave interno que celebraron el fin de semana anterior. Una cita que tenía el objetivo de renovar su hoja de ruta y "rearmarse ideológicamente" de cara al horizonte electoral de 2023. El manifiesto con el que salió Podemos de sus jornadas de debate daba cuenta de que el verdadero punto de inflexión lo marca el hito de los Presupuestos. La última gran ventana negociadora para Podemos dentro del Gobierno de coalición. En este contexto, comienzan a cambiar el paso de la legislatura, al menos el relato como socio minoritario, tratando de visibilizar sus distancias con los socialistas, señalar las limitaciones de cogobernar con ellos, marcar terreno y, en definitiva, engrasar la maquinaria electoral.

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Las ideas fuerza son que al PSOE hay que empujarlo para conseguir transformaciones sociales, de ahí que se defienda la decisión de entrar en el Ejecutivo, que Podemos debe tener la fuerza electoral suficiente para liderar el bloque progresista y garantizar así cambios más profundos, y finalmente ponerse en valor como el actor clave que rompió el bipartidismo y la cláusula de exclusión de la izquierda alternativa en el Consejo de Ministros con el objetivo de conservar su "enorme patrimonio" en el nuevo proyecto de Yolanda Díaz.

SuperBolaños, el hombre para todo de Sánchez

Sánchez quiere engrasar la maquinaria entre el Consejo de Ministros y el partido en la reinvención del sanchismo. La ejecutiva, con hasta seis ministros liderados por el todopoderoso Félix Bolaños, busca eso. El secretario general también cierra, al menos de momento, las antiguas rencillas que tenía con algunos barones, integrando en su equipo a peones de unos y otros. Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha son, junto a Andalucía y Madrid, federaciones que salen premiadas del reparto de puestos. Y, por si fuera poco, el renovado PSOE también ha dejado a un lado durante este congreso los debates más incómodos como el de monarquía o república y los aspectos más polémicos del feminismo. Es el sanchismo 3.0.

La enésima reinvención de Pedro Sánchez tiene mucho de necesidad y otro tanto de oportunidad. Dos elementos que han movido el 40º Congreso Federal de los socialistas. Un cónclave diseñado para recuperar el pulso con la mirada puesta en el ciclo electoral de 2023, que coincide con el ecuador de la legislatura y la frontera de los Presupuestos, que marcan un punto y aparte, como han leído también sus socios de Unidas Podemos. Además, el auge del PP, con las encuestas coincidiendo en que Pablo Casado estaría a las puertas de Moncloa, obligaba al PSOE a moverse. Ante ello, ya no le vale enarbolar el lema de "la izquierda", como el que lo encumbró en el 39º Congreso Federal, sino reivindicar la centralidad tratando de ignorar su coalición con los morados o su dependencia parlamentaria de los soberanistas.

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