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Comunismo dominical, centenario y con "Yolanda presidenta"
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Centenario del PCE

Comunismo dominical, centenario y con "Yolanda presidenta"

Eran centenares de personas muy diversas y muy festivas. Con mucha bandera republicana, mucha hoz y martillo, con el Che Guevara y Cuba en gorras, pines y también en pulseras

Foto: Yolanda Díaz en Rivas Vacíamadrid. (Twitter)
Yolanda Díaz en Rivas Vacíamadrid. (Twitter)

El sol picaba con alegría este domingo en Rivas Vaciamadrid y la cuesta que conduce al auditorio Miguel Ríos estaba esta mañana repleta de gente. Una hilera que serpenteaba y aguantaba con paciencia a que abrieran las puertas para celebrar el tercer y último día de las fiestas del centenario del Partido Comunista de España. "La vida son dos días, las fiestas del PCE son tres", se leía en alguna pancarta y también en alguna camiseta.

Eran centenares de personas muy diversas y muy festivas. Con mucha bandera republicana, mucha hoz y martillo, con el Che Guevara y Cuba en gorras, pines y también en pulseras. También alguno que otro vestido de aperitivo de domingo de Chamberí, como el ministro de Consumo del Gobierno de España, Alberto Garzón. Otra prueba más de que no conviene quedarse solo en las apariencias.

Foto: La vicepresidenta Yolanda Díaz, en la fiesta del PCE. (Twitter)

También una señora con una camiseta morada con el lema "Dolores vive" y la cara dibujada de La Pasionaria. Muchos ancianos y muchos niños y toda la generación de en medio. Muchos hombres con parecido más que razonable a Fito Cabrales, cantante de Fito y Fitipaldis.

Pero el sol picaba y la paciencia empezó a disminuir en los presentes. Y además, un atasco provocado por la maratón de Madrid hizo llegar tarde a los protagonistas de la clausura. "¡Empezad ya, que llevamos una hora de retraso, coño!", gritó una señora de pelo blanco y muy corto con un bocata envuelto en papel de aluminio en la mano para amenizar el rato.

Había mucho comunismo, por tanto. Casi tanto como impuntualidad y ganas de fiesta, minis de cerveza y calimocho con el logo del PCE y mensajes de rechazo a las violencias machistas. Llegaron Unai Sordo y Pepe Álvarez, y cada uno en su canutazo con los periodistas coincidieron en calificar las declaraciones del ministro José Luis Escrivá como "despropósito".

placeholder La vicepresidenta Yolanda Díaz en la fiesta del PCE. (Twitter)
La vicepresidenta Yolanda Díaz en la fiesta del PCE. (Twitter)

Sordo venía "cabreadísimo" por el atasco, el mismo que provocó la llegada in extremis de Silvio Rodríguez, encargado de cerrar la fiesta. Enseguida sonaron los primeros acordes y la voz del cantautor cubano, mientras los portavoces de los principales sindicatos confiaban en el diálogo social y en evitar el desencuentro. A su alrededor, organizadores del PCE salían al encuentro de los asistentes, pidiendo disculpas.

"Camaradas, como Silvio acaba de llegar va a ensayar un poco. En cuanto podamos abrimos las puertas, os pedimos disculpas. Muchas gracias", comentaba una mujer que pedía calma y un poco de silencio para que se la pudiera escuchar. "Por no tener no tenemos ni un altavoz en el partido", añadió.

Hasta que llegó ella. Abrazada a su hija Carmela, que llevaba una sudadera blanca de Mafalda con la frase de "Lo importante en esta vida es ser uno mismo". Carmela y su madre, la ministra Yolanda Díaz, llevaban zapatillas Converse blancas y caminaban a paso muy ligero, intentando evitar a la prensa. La piel de la ministra se erizó durante el canutazo, y sus gemelos desnudos la delataban. Estaba con pocas ganas de hablar y, aunque nos regaló una enorme sonrisa, enseguida se zafó de los micrófonos.

placeholder Fiesta del PCE. (Twitter)
Fiesta del PCE. (Twitter)

Minutos después, en el escenario, se la veía en su salsa. Jovial y en territorio amigo. Saludando con la mano, manejando el teléfono móvil, retocándose los labios, dando abrazos, tirando besos al respetable. Un respetable en el que estaban Juan Marlos Monedero, Pablo Echenique, Victoria Rosell y María Eugenia Rodríguez-Palop, además del ministro de Consumo. La melena pelirroja clara e inconfundible de Lilith Vestrynge pululaba entre las primeras filas.

Enseguida se abrieron las puertas y las sillas empezaron a ocuparse. "Esto se va a llenar, no se preocupe", decía un cuarentón a otro señor con al menos dos décadas más. "Ya, ya lo sé, tendríamos que ser más", añadió.

Pepe Álvarez y Unai Sordo se acercaron a atril con enorme entusiasmo. El primero, además, dando gritos. Unos decibelios y una euforia que casi lastiman el micrófono. No llegó a tal extremo, pero sí se encargó de recordar el orgullo por sentirse cerca de las siglas centenarias. “La reforma laboral es el cáncer de este país”, afirmó. Unai Sordo, por su parte, tiene un timbre de voz muy similar al de Pablo Iglesias, y vino a decir que los allí presentes están en “el lado correcto de la Historia”.

Foto: Pablo Iglesias durante su intervención en un curso de la UCM. (Twitter @jorgeresina)

Y salió ella, sin atril (es ministra de Unidas Podemos, recordemos) y con micrófono, y empezó su propio concierto yendo a uno y otro lado del escenario. Dio las gracias al alcalde de Rivas mientras algunos de los presentes le gritaban “presidenta”. También dio las gracias "a Pepe y a Unai por ser imprescindibles para avanzar".

"Me siento en casa. Es mi cultura y formáis parte de mí", dijo con entusiasmo. Quiere que su hija Carmela se sienta orgullosa de su abuelo, ese que también estuvo, dice, en el lado bueno de la Historia. “¡Vamos a derogar la reforma laboral!”, prometió. "¡Si no lo hacemos se equivocará el Gobierno y se equivocará España!", añadió. Puso como ejemplo a Biden y dio por finalizada la época de los hombres de negro en nuestro país.

Le dejó el micrófono a Enrique de Santiago, secretario general del PCE y diputado en el Congreso mientras parte del público permanecía en pie aplaudiendo sus palabras y llamándola presidenta. Otra parte seguía haciendo cola, pero para comer y beber algo. Era la hora de comida de un domingo en el que el sol picaba. Volvió a sonar ‘Ojalá’. Un himno que también parece centenario.

El sol picaba con alegría este domingo en Rivas Vaciamadrid y la cuesta que conduce al auditorio Miguel Ríos estaba esta mañana repleta de gente. Una hilera que serpenteaba y aguantaba con paciencia a que abrieran las puertas para celebrar el tercer y último día de las fiestas del centenario del Partido Comunista de España. "La vida son dos días, las fiestas del PCE son tres", se leía en alguna pancarta y también en alguna camiseta.

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