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ITP Aero se queda sin apellidos vascos y con mucho trajín político
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Venta del fabricante de motores español

ITP Aero se queda sin apellidos vascos y con mucho trajín político

Allí donde los números no explican todo lo sucedido, con una inversión de 1.600 millones en juego, entra en juego la política. Y, en este caso, en una doble o triple vertiente

Foto: Foto: ITP.
Foto: ITP.
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Iba a ser la transacción del verano, con el permiso de La Liga y Naturgy, pero tampoco quedará resuelta en agosto. La venta de ITP Aero, el fabricante español de motores y componentes aeronáuticos, se ha convertido en una trama de enredos que dura ya meses, donde además del vendedor —Rolls Royce— y los compradores —el fondo Bain Capital se impuso a Cinven— hay muchos más actores participando en la tramoya, con la Secretaría General de Industria en el papel de censor de la obra.

La operación, que debería resolverse a finales de septiembre, encierra una paradoja surrealista: ha ganado un consorcio aún sin formar, donde uno de sus integrantes, la ingeniería vasca Sener, se ha descolgado aclarando que no tiene nada firmado para la compra; y ha perdido la candidatura que contaba con todo resuelto, la financiación, el socio industrial (Aciturri) y una ristra de empresarios vascos de éxito canalizados a través de Arraigo (Poza, Echarri, Madariaga, Mendiguren, Gandiaga, Belaustegui…).

Allí donde los números no explican todo lo sucedido, con una inversión de 1.600 millones en juego, entra en juego la política. Y en este caso, en una doble o triple vertiente. La más destacada se juega en suelo del País Vasco, donde ITP Aero tiene el grueso de su capacidad productiva instalada. Desde el primer momento, la venta debía tener presente esta derivada y los fondos finalistas cumplieron de diferente manera esa premisa, aunque en ningún momento Sener formó parte del proceso entre los fondos finalistas.

Foto: Sede de ITP Aero. (EFE)

Jorge Quemada se había puesto en manos de José Poza, accionista de referencia de MásMovil, la operadora adquirida por Cinven junto a otros fondos (luego han comprado Euskaltel), para cubrir ese ángulo y demostrar el compromiso local de su inversión, y había hecho hueco a Aciturri, a quien Rolls Royce mantuvo con vida en el proceso para hacerla competir con los fondos. Había sintonía con el Gobierno vasco y era más que suficiente para el fabricante británico, que necesitaba vender antes del 5 de agosto.

Sin embargo, la irrupción de Sener con la venta ya casi culminada trastocó el desenlace. La presión ejercida por el lendakari Iñigo Urkullu para que participara la familia Sendagorta, antigua propietaria de ITP Aero, evidenció que en el entorno de Ajuria Enea había al menos también dos bloques y distintas afinidades de la cúpula del PNV con los inversores vascos en liza, para contratiempo del grupo formado por los MasMovil y las familias de Ingeteam. Y el visto bueno de Vitoria y Madrid era innegociable.

Pese a todo, Rolls Royce tensó la venta para cumplir sus compromisos. Cinven era su candidato para soltar ITP Aero y así se lo contó a Industria. Pero en esa solución no estaba Sener, ni la contraparte que desde Madrid quería incluirse para equilibrar el peso vasco de la operación, primero a través de la SEPI, opción que se descartó, y luego desde Indra, participada por el Estado, pero cuyo consejo rechazó hace meses antes del cambio de presidente (Marc Murtra en lugar de Fernando Abril Martorell) impulsado por Moncloa.

Rolls Royce tensó la venta para cumplir sus compromisos. Cinven era su candidato para soltar ITP Aero, y así se lo contó a Industria

Los planes para el fabricante español no pasan porque sea Aciturri, que tras su fusión con Alestis factura 600 millones, quien protagonice la consolidación del sector aeroespacial nacional colándose en ITP Aero, que antes de la crisis facturaba 1.000 millones y ganaba 100. Para esa tarea, desde Industria consideran que la propuesta de Bain Capital para entrar en el mercado de EEUU puede catapultar al fabricante español, traccionar al resto de la industria e incluso competir en algún segmento con Rolls Royce.

A partir de ese punto, el caos de los últimos días. Bien es cierto que Industria, por boca de Raul Blanco, dejó siempre clara su posición (y su poder de veto). Pese a ello, la cotizada británica forzó para ejecutar su desinversión en tiempo y forma. El problema ahora es que durante la exclusividad concedida a Bain Capital tendrán que encajarse las exigencias de Sener y la posible llegada de Indra, con demasiadas aristas políticas en liza. Y cuando una operación de 1.600 millones se atasca tanto se crea el caldo de cultivo para cosas inexplicables.

Iba a ser la transacción del verano, con el permiso de La Liga y Naturgy, pero tampoco quedará resuelta en agosto. La venta de ITP Aero, el fabricante español de motores y componentes aeronáuticos, se ha convertido en una trama de enredos que dura ya meses, donde además del vendedor —Rolls Royce— y los compradores —el fondo Bain Capital se impuso a Cinven— hay muchos más actores participando en la tramoya, con la Secretaría General de Industria en el papel de censor de la obra.

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