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Una oportunidad de miles de millones: el futuro de España es el turismo... educativo
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UN 'BOOM' POR APROVECHAR

Una oportunidad de miles de millones: el futuro de España es el turismo... educativo

Solemos olvidar nuestra buena situación como destino del turismo académico, que ya reporta una gran cantidad de dinero a nuestro país y que está en proceso de expansión

Foto: Jornada de huelga en la Universidad Rey Juan Carlos. (EFE/Fernando Villar)
Jornada de huelga en la Universidad Rey Juan Carlos. (EFE/Fernando Villar)
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A pocos les gusta el término, pero todos terminan por emplearlo. No apetece hablar de 'turismo educativo' o 'turismo académico' por el primer término, el del turismo. Está vinculado a empleo precario, temporal y estacional, a escaso valor añadido. Lo que el turismo educativo promete es otra alternativa: empleo de calidad, aumento de la productividad, estudiantes cosmopolitas dejándose su dinero en España y marchándose con una buena imagen de nuestro país. Un panorama que parece demasiado bonito para ser cierto, pero no tan inviable una vez todo vuelva a la normalidad. El 'boom' de las residencias de estudiantes o el interés de los fondos de inversión por las universidades españolas son los síntomas más claros.

“Todo el mundo querría estudiar un doctorado en Harvard o Cambridge, pero no siempre es posible porque sus plazas son muy limitadas, así que España es una buena alternativa”, sintetiza Jordi Olivella, profesor de la Universitat Politècnica de Barcelona y coautor del informe ‘España como destino de estudiantes universitarios internacionales’. Un crecimiento de estudiantes internacionales en España constante y firme que probablemente volverá a arrancar tras el covid. Todos los analistas coinciden en que nos encontramos ante un momento de “oportunidad”. Somos un rompeolas entre Latinoamérica, Asia y África por factores que van desde el idioma o el clima a una buena relación calidad-precio.

“No hay ningún motivo por el que España no podría convertirse en una potencia, sabemos que las Escuelas de Negocio españolas son extremadamente competitivas en el mercado internacional”, valora Antonio Cabrales, profesor de Economía de la Universidad Carlos III que ha pasado los últimos siete años en el University College de Londres. “En el Reino Unido, la industria de la educación universitaria es fuertemente exportadora, y genera miles de millones de libras para la economía británica. No solamente eso, sino que los estudiantes, cuando vuelven a sus países, son líderes intelectuales, políticos o empresariales, por lo que hay cierta afinidad con el Reino Unido, o se quedan y son trabajadores de altísima calidad”.

“Este tipo de turismo es muy importante para los distintos países receptores de estudiantes (entre los cuales España ya es un referente), dado que es un tipo de turismo que tiene un gran impacto socioeconómico en las zonas que reciben este tipo de visitantes y además el ‘turismo académico’ es mucho más sostenible que lo que podemos denominar ‘turismo tradicional’”, coincide Xosé Antón Rodríguez González, economista de la Universidad de Santiago de Compostela y coordinador del libro ‘Academic Tourism. Perspectives on international mobility in Europe’. “El papel que juegue España en el futuro en el ámbito del ‘turismo académico’ va a depender en gran medida de que los agentes implicados entiendan, en primer lugar, la importancia de esta actividad, y que en consecuencia, establezcan las políticas adecuadas para potenciarlo”. ¿Qué medidas?

España como puerta de entrada al mundo

Entre los factores que juegan a nuestro favor se encuentran no solo los clásicos (buen clima, cultura atractiva, facilidad de acceso), sino también, la posibilidad de servir de ‘proxy’ para otros mercados, empezando por la famosa Latinoamérica donde, como insiste Olivella, quien más o quien menos ha pensado en viajar a España para estudiar. “Si son 600 millones de habitantes en total, a lo mejor 150 tienen entre 15 y 30 años, y de esos seguro que hay decenas de millones que se lo han planteado”, calcula sobre el mercado del sur americano.

"España puede ser una opción más asequible que Reino Unido o EEUU para muchos"

Es un mercado en ebullición, especialmente en lo que se refiere a los países en desarrollo que envían a sus estudiantes a Europa desde Asia, África y Latinoamérica, y a los que las clásicas Reino Unido y EEUU se les quedan cortas. Como explica Olivella, no se trata de competir con las top, “porque tienen una capacidad limitada”, sino de absorber esos millones de estudiantes que circularán por el mundo y que pueden acceder a los centros españoles también de manera ‘online’. “España puede ser una opción más asequible que Reino Unido y EEUU en cuanto a visado, coste, exigencia para el acceso… A Inglaterra van estudiantes de todo el mundo desde hace 200 años, pero las nuestras son lo suficientemente atractivas para que la gente quede contenta”.

“El hecho de que se nos abra Latinoamérica implica que también lo harán otros países que cada vez tienen más relaciones comerciales con ellos, como toda Asia, que son grandes exportadores que ahora están entrando en Latinoamérica, o África, para la que somos un punto de entrada a Europa”, añade Cabrales. “España es un punto de acceso tanto político y económico, con una historia rica y con una combinación de factores agradable si proporciona educación de calidad”.

El modelo británico no abandona la cabeza del economista, y recuerda que si ha sido posible que Oxford desarrolle una vacuna en cuestión de meses ha sido entre otras cosas por su apuesta internacional. “Cuando la universidad se convierte en una industria potente, la educación que provee puede servir de subsidio a la investigación, y eso proporciona una economía del conocimiento más potente”, recuerda. “En España hay capacidad, hay buenos médicos, gente en ciencia básica y aplicada muy buena, pero ahora mismo no hay suficiente financiación. Una vez consigues sectores punteros, ya sea en ingeniería o finanzas, puedes tener un sector empresarial competitivo. Las universidades potentes terminan generando industria”.

El dinero que dejan

Puede parecer complicado calcular con exactitud el retorno del turismo académico, pero el informe ‘El impacto económico de los estudiantes extranjeros en España’ que impulsa cada año el ICEX y la asociación Eduespaña cifra el de 2020 en 3.795 millones de euros con un ejemplo multiplicador de 2,27. Es decir, por cada euro gastado en el programa académico, los estudiantes internacionales destinan 1,27 euros adicionales a otros sectores de la economía española, desde vivienda hasta restauración.

El año pasado, dejaron 3.795 millones de euros con un ejemplo multiplicador de 2,27

“España siempre ha sido un gran destino, crecemos a un ritmo que nosotros defendemos que es bueno, pero nuestra perspectiva siempre ha sido que no hemos hecho lo suficiente para crecer tanto en calidad como en cantidad”, explica la autora del informe, Cristina Grasset, directora de Spain Education Programs (SEP). “En realidad, España siempre fue un destino favorito de los estudiantes norteamericanos, que siempre han sido los que más han viajado por el mundo. Llevamos dos décadas siendo el tercer destino, detrás de Gran Bretaña e Italia, y respecto a los Erasmus, somos los que más estudiantes recibimos”.

La parte más jugosa del pastel son los estudios de grado y posgrado, que implican mayores gastos de vivienda y manutención, y abren la puerta a estancias más largas. “Habría que apostar sobre todo en grado, porque los de posgrado ya atraen muchos estudiantes”, valora Grasset. “Los estudios de grado tienen una relación calidad-precio muy competitiva, y es algo que no está transmitiendo suficientemente bien, ahí hay mucho potencial”. No solo en las privadas, que es lo primero que suele pensarse en estos casos, sino también las públicas como la Carlos III de Madrid o la Pompeu Fabra. En la Carlos III, un 20% de sus estudiantes de grado son internacionales, un 35% en máster y un 40% en doctorado.

Son los que producen un mayor impacto económico. 11.672 euros en el caso de los estudiantes de grado y 18.701 en los de posgrado de media en España. “Personalmente, creo que los efectos indirectos son más importantes que los directos”, añade Grasset. “No solo los de alojamiento y comida, sino lo que aporta respecto a la internacionalización de la comunidad española que la recibe. La Carlos III tiene muchos estudiantes internacionales y ahora puedes ver muchos camareros en Getafe que hablan en inglés o gozan de una experiencia internacional que de otra forma no podrían tener”.

El impacto puede notarse no solo en los grandes ‘hubs’, como Madrid y Barcelona, sino también en otras regiones de tradición universitaria. Xosé Antón Rodríguez González dirigió en 2011 una investigación sobre el turismo académico realizada por Ewa Pawloska que se centraba en el impacto del turismo educativo en Galicia y que encontraba tres ventajas respecto al tradicional: un tiempo de estancia más prolongado, la desestacionalización de la demanda y un mayor consumo de bienes y servicios locales. Una vía alternativa al turismo tradicional que aprovecha algunas de las características típicas del mismo.

¿Qué podemos hacer?

La reinvención de España como meca del turismo educativo tal vez requiera abrir no pocas cajas de Pandora. O, al menos, replantear el modelo, que no tiene por qué suponer un perjuicio para los estudiantes españoles. “En Reino Unido lo tenían claro: los británicos pagan las tasas públicas británicas y cada universidad decidía cuánto pagaban los extranjeros, pero solía ser entre dos o tres veces más”, recuerda Cabrales. “Incluso podría tratarse de un subsidio cruzado para los alumnos españoles, que paguen lo suficiente no solo para cubrir el coste, sino también para tener mejores universidades, lo que podría contribuir a sacar a las españolas de la infrafinanciación que sufren”.

"Si ofreces educación de calidad, puedes exigirles tasas mucho más altas"

Otro factor necesario sería, en opinión de Grasset, un mayor número de titulaciones en inglés, una opción que está catapultando a Países Bajos en los estudios de grado. “En posgrado hay mucha oferta en inglés, pero en grado no, y la oportunidad que puede ofrecer España para cursar una titulación de grado en inglés al mismo tiempo que se mejoran los conocimientos en español tiene un gran potencial de cara al mercado laboral y al desarrollo de los estudiantes”, explica. Muchos estudiantes internacionales se echan atrás en un primer momento si la titulación no se ofrece entera en inglés.

Cabrales apunta que uno de los hándicaps de nuestro país es el corto plazo de tiempo para realizar los exámenes de acceso en algunas universidades, apenas dos meses. Algo que contrasta con los períodos más largos de otros países, que permiten mejores planificaciones. “Tienen que ofrecer un plazo mayor como en Reino Unido o EEUU, donde en otoño del año anterior ya puedes hacer las solicitudes, hay que ofrecer una vía alternativa para extracomunitarios y comunitarios, aunque sea supeditándolo a obtener un título equivalente a Bachillerato”, recuerda.

Foto: El campus de Villaviciosa de la Universidad Europea de Madrid. (Foto: UE)

No hay que tener miedo a cobrar más a nuestros turistas, porque siempre y cuando se ofrezca una educación de calidad, estarán dispuestos a pagarlo. La relación calidad-precio ya es bastante buena en España, coinciden todos los expertos. “Los trámites de extranjería deberían ser ágiles y predecibles, y las universidades deben tener presente que no hay inconveniente en cobrarles tasas muy altas, lo que el mercado permita, 10.000, 20.000 euros”, concluye Cabrales. Es un atajo para la mejora del sistema. “Una vez paguen esas tajas, van a exigir mucho. No van a permitir que haya profesores que cambian con típex las hojas de un año para otro. No podemos dar una calidad de servicio baja a gente que viene a gastarse su dinero, y eso es bueno para todos”.

A pocos les gusta el término, pero todos terminan por emplearlo. No apetece hablar de 'turismo educativo' o 'turismo académico' por el primer término, el del turismo. Está vinculado a empleo precario, temporal y estacional, a escaso valor añadido. Lo que el turismo educativo promete es otra alternativa: empleo de calidad, aumento de la productividad, estudiantes cosmopolitas dejándose su dinero en España y marchándose con una buena imagen de nuestro país. Un panorama que parece demasiado bonito para ser cierto, pero no tan inviable una vez todo vuelva a la normalidad. El 'boom' de las residencias de estudiantes o el interés de los fondos de inversión por las universidades españolas son los síntomas más claros.

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