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De Benidorm a Torremolinos: el covid convierte en zombis los iconos del turismo
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FANTASMAS TURÍSTICOS

De Benidorm a Torremolinos: el covid convierte en zombis los iconos del turismo

Un recorrido por la España de las mecas turísticas asfixiadas por la recesión de la pandemia revela un paisaje distópico de persianas bajadas y hoteles precintados

Foto: La Playa de La Carihuela de Torremolinos, vacía este pasado miércoles (Toñi Guerrero).
La Playa de La Carihuela de Torremolinos, vacía este pasado miércoles (Toñi Guerrero).

Juan conversa con rostro de resignación en la puerta de su pequeño establecimiento de restauración en Mercaloix. Esta antigua galería comercial situada en el conocido como Rincón de Loix de Benidorm, concebida en su día como espacio para locales de comidas, ha terminado reconvertida en una miscelánea donde lo mismo se encarga un pollo asado, se compra un 'souvenir' colorido y de escaso gusto o sumerge uno las piernas en un diminuto estanque poblado de garra rufa, esos pequeños peces que limpian y exfolian las células muertas de los pies a 20 euros la sesión a clientes poco aprensivos.

En circunstancias normales, esta última semana de febrero, Mercaloix estaría repleta de británicos jubilados en chanclas y bermudas. Hoy, sus estrechos pasillos son una sucesión de locales con la persiana bajada, con unas pocas tiendecitas abiertas y bares como el de Juan sirviendo alguna comida para llevar. En su caso, con los tres empleados inmersos en un ERTE, incluidos su hija y su yerno, y sobreviviendo con la escasa liquidez de un ICO y los pocos ingresos de las ventas.

Foto: Imagen: Rocío Márquez.

Con la restauración clausurada por orden autonómica, la Comunidad Valenciana perimetrada y los mercados del Reino Unido o Alemania cerrados a cal y canto, la imagen del Benidorm bullicioso y popular, icono del turismo desestacionalizado, ha mutado en el de una ciudad semifantasma, con las playas vacías, el 97% de las plazas hoteleras cerrado y castigada por la peor pandemia sanitaria del último siglo. "No parece Benidorm, que siempre estaba alegre. Aquí en temporada alta estamos abiertos hasta las dos de la mañana. Ahora, a partir de las cuatro de la tarde, por aquí ya no pasa nadie", relata Estíbaliz, una venezolana que emigró a España con su familia hace 15 años y ahora trabaja en una de las tiendas Ale-Hop que permanecen abiertas en el Rincón de Loix.

placeholder Un pub inglés cerrado en Benidorm (V.R.)
Un pub inglés cerrado en Benidorm (V.R.)

La capital de la Costa Blanca de Alicante no ha sido la única en entrar en una suerte de hibernación o depresión. Como un fenómeno distópico, los principales destinos turísticos españoles se han quedado vacíos. Torremolinos, Mallorca, Ibiza, Canarias… Las postales soleadas marca España para muchos europeos están viviendo su peor momento y ya solamente confían en que la vacunación y la graduación de las restricciones en las relaciones sociales permitan empezar a coger oxígeno, pues la Semana Santa se da prácticamente por perdida.

El turismo ha sido sin duda el segmento económico que más ha sufrido las obligadas medidas de control del virus mortal del coronavirus. El informe publicado por el Banco de España bajo el título ‘La evolución de la actividad de la provincias españolas a lo largo de 2020 y sus determinantes' arroja una recesión de hasta el 27% en las regiones y provincias más turísticas del país, con Baleares a la cabeza en la pérdida del Producto Interior Bruto (PIB). Las Palmas (21%), Santa Cruz de Tenerife (19%), Málaga (17%), Girona (14,2%) o Alicante (13,5%) han sufrido retrocesos de dos dígitos en su capacidad de aportar riqueza cuyas consecuencias, con el mercado laboral anestesiado por los ERTE y las ayudas estatales, municipales y autonómicas, todavía no se han mostrado.

Las causas sí se conocen y están claras. España perdió el año pasado casi 65 millones de turistas extranjeros y 72.172 millones de euros en gasto turístico con respecto a 2019, según los balances de Frontur y Egatur publicados por el INE. Un golpe difícil de digerir.

"Hay 140 hoteles en Benidorm y solamente están abiertos y trabajando seis, y en condiciones muy precarias. Ninguno está ganando dinero"

Nuria Montes, secretaria general de Hosbec, la influyente patronal hotelera de la Comunidad Valenciana, con sede en Benidorm, explica sentada en su despacho el momento traumático que vive el sector. “La gente está deseando empezar a trabajar otra vez, reabrir los hoteles, recibir clientes y volver a recuperar la normalidad. Hay 140 hoteles en Benidorm y solamente están abiertos y trabajando seis, y en condiciones muy precarias. Ninguno está ganando dinero”.

El coste medio de tener cerrado un hotel estándar, de cuatro estrellas y 200 habitaciones, es de entre 50.000 y 150.000 euros mensuales, depende del apalancamiento y la carga financiera que tengan, explica Montes.

¿Y esto cómo se está pagando?

—A riñón. Hubo un aprovisionamiento bastante inteligente al principio de la pandemia con los créditos ICO. Pero nadie te está regalando el dinero, te estás endeudando a futuro. Nosotros decimos que ayudar, lo que se dice ayudar, no se ha ayudado mucho. Se ha dado una tesorería que hay que devolver. Estamos entrando en una fase mucho más crítica. La urgencia por activar el sector es imperiosa.

placeholder Dos turistas británicos toman en sol en la paya vacía de Benidorm (V.R.)
Dos turistas británicos toman en sol en la paya vacía de Benidorm (V.R.)

Los hoteleros de Benidorm tienen una fecha marcada en rojo en el calendario: el 17 de mayo. Es el plazo a partir del cual el Gobierno de Boris Johnson se plantea dejar viajar a los británicos si logra domar la curva de contagios. "Lo mejor que nos puede ocurrir es que esa fecha se cumpla. Tenemos mucho interés en que se acelere el tema de la vacunación. Ahora que tenemos unos datos descendentes de contagios y debemos ser muy prudentes. Hay que aprender de los errores de las olas anteriores y mantenernos en cifras de incidencia por debajo de 100 por 100.000 habitantes de aquí al verano. No podemos dejar que nos alcance una cuarta ola".

Torremolinos tendría que haber estado la semana pasada a tope por coincidir el Día de Andalucía (28 de febrero) y la Semana Blanca: los escolares malagueños no tienen clase en siete días. Esto, en clave regional y provincial, pero los extranjeros brillan por su ausencia. Al lado del Hospital Marítimo, junto a la calle Hotel Pontinental, un recién jubilado (lleva una semana como tal) pasea a buen ritmo. Vive en Alhaurín de la Torre, situado a unos 15 minutos en coche del municipio, y lamenta cómo el ambiente está "triste". "Se ve esto sin vida, claro. Y esto de la pandemia va más lento de lo que pensábamos. No queda otra que paciencia y arrimar el hombro".

Andrés Crespo, otro jubilado, este de 70 años, ha trabajado en la empresa pública Turismo Andaluz, dependiente de la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía, como responsable de promoción. Pasea por la zona de Costa Lago, junto al RIU. El quiosco de helados, hielo, 'cold drinks', prensa y revistas, vinos y licores, más flotadores, palas, toallas y periódicos, está cerrado. Pasan dos hombres con una capucha. Ambos ofrecen una imagen distópica al escenario. La palmera washingtonia es testigo. El Noodles Bar acaba de abrir. Ni un cliente en la terraza.

Un millón en 2019

"La pandemia pasará y volveremos a ser los que éramos: un destino por excelencia. Esperemos que a partir de la Semana Santa esto ya se vuelva a recuperar, pero todo dependerá de cómo evolucione la vacunación", señala Crespo, que ha 'bajado' a su caminata diaria por la playa bien abrigado. El día compite entre viento, oleaje y un sol que todavía no tiene ganas de asomarse.

Las hamacas y las sombrillas están resguardadas. Un Tuareg matrícula de Suiza avanza a gran cilindrada por el paseo. Ha tenido suerte. El coche de la Policía Local, que no va a más de 30, va hacia el otro lado de la vía. Torremolinos es el municipio andaluz líder en ocupación hotelera media. Superó en 2019 la cifra del millón de turistas. Fue el mejor año turístico desde 2009. Francis Salado, presidente de Turismo Costa del Sol, vaticinó el pasado mes de septiembre en una entrevista concedida a El Confidencial que la recuperación sería "brutal, en forma de V".

placeholder Una pareja pasea por la zona de Costa Lago, con muchos negocios cerrados (Toñi Guerrero).
Una pareja pasea por la zona de Costa Lago, con muchos negocios cerrados (Toñi Guerrero).

En un año, todo se ha esfumado. El turismo ha bajado un 90% y hace apenas una semana que ha regresado la apertura perimetral del municipio, aunque ahora mismo nadie puede venir de otras provincias por gusto. Ahora mismo, solo está abierto en la Costa del Sol el 20% de la planta hotelera. Torremolinos cuenta con 30 hoteles. Lo que sí he detectado en las últimas semanas es que había muchas autocaravanas con matrículas de diversas nacionalidades que no se sabía cómo habían llegado aquí. Hace unos días, se ordenó su desalojo.

Los mercados consolidados como el británico, el alemán y el nacional, que tienen en la Costa del Sol su segunda residencia, y el aumento de los vuelos que se prevé podrían apuntar a una recuperación más rápida de lo esperado, pero el día a día sigue siendo muy duro. Aunque no hay que olvidar que el 40% del turismo internacional en la Costa de Sol procede de Reino Unido.

"Bueno, esto tampoco está peor que otros sitios. Estamos igual de mal que el resto de zonas. Volveremos, pero está siendo muy duro"

En el Hotel RIU, las barreras de las entradas están protegidas por plásticos para protegerlas del salitre. Un par de patos sobreviven en la piscina del hotel. Por el Paseo Marítimo, justo pasado el chiringuito Pepe y Carmen, dos amigos van a su aire. Son alemanes y llevan cinco años viviendo en Torre del Mar, en la Costa del Sol Oriental. Les gusta pasear tranquilos. "Esto está sucio y hace falta renovarse". No quieren decir sus nombres. Se van rápido. Un par de señoras dan la espalda a la playa. No quieren hablar.

Una mujer de unos 50 años, que trabaja para una tienda de 'souvenirs' del centro de Torremolinos (sin negocio, con un futuro mucho más que incierto), viene con su madre. Entra en su coche, que tendrá unos 20 años, y dice: "Bueno, esto tampoco está peor que otros sitios. Estamos igual de mal que el resto de zonas. Volveremos, pero está siendo muy duro".

Foto: Vista del chiringuito de Torremolinos donde un DJ escupió alcohol.

Manuel Cascado, de 56 años, abrió este jueves el restaurante Paco. Lleva funcionando desde hace 68 temporadas y no le ha quedado más remedio que estar tres meses cerrado. Lo inauguró su padre, sus hijos ya están en el negocio y sus nietos tampoco van rezagados. El 40% de su clientela es extranjero y el 60%, nacional. Los británicos y holandeses suelen preferir carne. Los rusos son más aficionados al espeto de sardinas.

"Tengo a muchos trabajadores en ERTE. Ahora vamos tirando con mis hijos, mi mujer y mi nuera, y a ver lo que viene. La esperanza la tenemos con la vacuna, pero la expectativa es demasiado tranquilita", explica Cascado, que rechaza los hoteles todo incluido. "Eso abarata mucho el turismo y ‘mata’ a cualquiera".

placeholder Detalle de un hotel cerrado en Torremolinos (Toñi Guerrero).
Detalle de un hotel cerrado en Torremolinos (Toñi Guerrero).

La Carihuela es el pueblo marinero, con casitas bajas, situado entre el Bajondillo y la zona del Hotel Pez Espada, uno de los primeros y más notables alojamientos turísticos vacacionales de España, establecimiento estrella de la década de los sesenta y primeros setenta. Delante del restaurante La Reserva de Antonio y junto a la estatua homenaje al pescado del Mediterráneo, el aparcacoches admite que hoy no tiene mucho trabajo. Sobran plazas de 'parking'. “Bueno, esto está más que regular”.

En una tienda de uñas de la calle Carmen, a las 15:01, una dependienta se queja de la falta de clientes. "Esto lleva fatal un año. Todos los días son como un día malo de enero", apunta mientras no deja de mirar el móvil y los clientes no aparecen por ningún lado. En la calle Aladino hay varios locales con el cartel de rebajas y cerrados como si no volvieran a abrir jamás.

"Así no podemos estar"

En otra tienda de gafas de sol, con miniespejos situados a media altura para que los posibles compradores se las puedan probar sin problemas, las tres dependientas están más que aburridas. "A ver si esto se anima… que así no podemos estar más tiempo". Un padre feliz ve jugar a su hija de simpáticos rizos de unos cinco años junto a Playa Delfín y Playa Juani. El restaurante Horno, uno de los más clásicos de La Carihuela, junto a los históricos y ya desaparecidos Casa Guaquín y El Roqueo, anuncia su reapertura en primavera. El interior está de obras.

placeholder El senegalés Pakosman Diagne, en el Paseo Marítimo de La Carihuela (Toñi Guerrero).
El senegalés Pakosman Diagne, en el Paseo Marítimo de La Carihuela (Toñi Guerrero).

El senegalés Pakosman Diagne (nadie le denomina Pakosman: todo le llaman Paco) tiene 29 años y lleva desde hace 16 viviendo en la Costa del Sol. Lleva una camiseta de Los Angeles Lakers. Ha trabajado como portero de noche en un par de bares y discotecas de Puerto Marina (Benalmádena). "Esto ha bajado mucho. No hay nadie de clientes. Creo que para este verano se puede recuperar, pero ya veremos. Lo que sí tengo claro es que la gente seguirá todavía con miedo".

La situación en Mallorca ahora mismo también es dramática. De una planta hotelera de 650 establecimientos, solo hay 47 abiertos en toda la isla. En playa de Palma, la zona que recibe más turismo alemán, con su famoso balneario número 6, solo seis hoteles reciben ahora mismo turistas. Un sector icónico del turismo de Baleares es el de las grandes discotecas de Ibiza. Las salas echaron el cierre en octubre de 2019, cuando terminó la temporada de aquel año, y las luces no se han vuelto a encender.

Las discotecas ibicencas sobreviven como pueden con ERTE, créditos ICO y el riñón financiero de sus propietarios

Las Pachá, Privilege, Amnesia, Paradís, etcétera llevan desde entonces con la persiana echada. Esperaban reiniciar la actividad en mayo, como todos los años, pero en marzo de 2020 irrumpió la pandemia y tuvieron que frenar en seco. Hasta hoy. El símbolo de las noches en vela y los amaneceres blancos en las playas ibicencas sobrevive como puede con ERTE, créditos ICO y el riñón financiero de sus propietarios, porque apenas han disfrutado de ayudas específicas del Govern balear, más allá de una ayuda puntual de 1.500 euros como el resto de la hostelería, que sí ha podido funcionar de forma intermitente en el último año.

placeholder Sombrillas caídas en una playa de Torremolinos (Toñi Guerrero).
Sombrillas caídas en una playa de Torremolinos (Toñi Guerrero).

Desde la Asociación del Ocio de Ibiza, que agrupa las principales salas de la isla, han declinado hacer declaraciones hasta tener claro cómo enfocarán la temporada de 2021. La esperanza es que la vacunación y la caída de la incidencia del virus permitan el regreso del turista y las discotecas puedan reabrir sus puertas. Algunas salas ya han anunciado eventos para junio, al tiempo que se ha habilitado una mesa de diálogo con el Ejecutivo de Francina Armengol para estudiar cómo proceder a la desescalada. "Tenemos algunas esperanzas de volver a funcionar en verano, no como los pobres de Canarias, que han perdido toda la temporada alta", señalan a El Confidencial fuentes del sector.

María Frontera es presidenta de la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca. Resalta que Baleares ha sido la zona turística española que lleva sufriendo más tiempo. Todo empezó en septiembre de 2019 con la quiebra de Thomas Cook. Desde ese momento, más de la mitad de los 650 hoteles no ha vuelto a abrir. Los destrozos del temporal Gloria y las consecuencias del covid (lo que ha producido una caída del PIB en Baleares del 27%) agravaron más el sector. "Es dramática la situación que estamos viviendo. Y tenemos que reactivarnos de forma progresiva. Si conseguimos hacerlo ya en Semana Santa, supondrá un gran incentivo".

Juan conversa con rostro de resignación en la puerta de su pequeño establecimiento de restauración en Mercaloix. Esta antigua galería comercial situada en el conocido como Rincón de Loix de Benidorm, concebida en su día como espacio para locales de comidas, ha terminado reconvertida en una miscelánea donde lo mismo se encarga un pollo asado, se compra un 'souvenir' colorido y de escaso gusto o sumerge uno las piernas en un diminuto estanque poblado de garra rufa, esos pequeños peces que limpian y exfolian las células muertas de los pies a 20 euros la sesión a clientes poco aprensivos.

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