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La comarca zamorana que anda dividida ante el nuevo gigante eólico
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¿Frena o acelera la despoblación?

La comarca zamorana que anda dividida ante el nuevo gigante eólico

Los grandes proyectos de transición ecológica en la España vaciada prometen empleo y lluvia de millones, pero sus detractores aseguran que llevará a la desaparición de los pueblos

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Son molinos de viento y a la vez gigantes. Los aerogeneradores eólicos que actúan como protagonistas secundarios en el paisaje que vemos desde la ventana del coche cuando viajamos por la España interior pueden llegar a medir hasta 240 metros y de su ubicación depende el futuro de las comarcas más cercanas. Estos proyectos prometen llenar las arcas de los pequeños municipios y ser generadores de empleo en el medio rural. Pero tienen detractores que avisan de que su modelo de desarrollo pone en jaque el futuro de los pueblos. Argumentan que estas enormes infraestructuras de hierro desplazan el modo de vida tradicional y con ello a la población, además de perjudicar al paisaje y a la biodiversidad. Entonces, los macroparques eólicos en el medio rural, ¿frenan o aceleran la despoblación?

El debate está abierto en la comarca de Sayago (Zamora), donde la empresa belga Windvision planea instalar en los próximos años 66 generadores eólicos tras acordarlo con los ayuntamientos de tres de los 24 municipios que hay en la zona. Son Almeida, Muga y Bermillo de Sayago, este último con el grueso de los molinos, que en este caso son más grandes que los comunes, pues con el aspa en alto alcanzan los 240 metros. “Va a suponer una fuerte inversión con la obra. Son 350 millones de euros, va a generar un montón de puestos de trabajo para empresas de la zona”, asegura a El Confidencial el alcalde de Bermillo, Raúl Rodríguez. Habla de los beneficios económicos que conlleva, con un canon de 5.000 euros anuales por molino más otros impuestos por ser bienes especiales, que estima que en Bermillo (58 de los 66 aerogeneradores) dejarán en conjunto entre 400.000 y medio millones de euros cada año.

Una suma desde luego elevada para un municipio cuyos ocho núcleos de población apenas alcanzan el millar de habitantes. Ante las promesas de la generación de empleo directo en la obra que se llevará a cabo en un periodo de dos años, más el indirecto que genere en la hostelería y otros sectores, surgen opiniones contrarias de una iniciativa que consideran que será la destrucción de la comarca. “Nos preocupa que el efecto que va a tener en la población es absolutamente negativo, pues no solo no va a generar que haya más vecinos, sino que nos tememos que va a hacer que la gente se espante. Van a ser ayuntamientos con las arcas llenas y las casas vacías”, lamenta el portavoz de la plataforma Otra vez no en Sayago, Delfín Martín, quien advierte de que ya hay casas en venta a raíz de la noticia del macroparque eólico.

El representante de la plataforma, que es una de las integrantes de la Alianza Energía y Territorio Aliente formada por fundaciones de toda España con los mismos objetivos de transición energética planificada, prefiere implantar un modelo totalmente opuesto. Basado en el autoconsumo, la idea es apostar por pequeñas instalaciones que dejen beneficios locales, generen empleo local y ayuden a desarrollar los territorios de la España vacía, aprovechando las oportunidades de cada zona.

Foto: Imagen de la plaza Mayor de Zamora.
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“Ahora se daban las circunstancias para de verdad apostar por lo que la gente busca desde las ciudades, un entorno más limpio, saludable, natural y más tranquilo”, argumenta Martín en referencia al incremento del teletrabajo que ha traído la pandemia, una posibilidad de atraer a practicantes de este nuevo estilo de vida en la que no puede competir una comarca con 66 aerogeneradores. “Nadie va a salir de una ciudad para vivir rodeado de molinos de 240 metros”.

No piensa igual el alcalde, quien pone como ejemplo la zona de Sanabria, también en Zamora, donde dice que nadie se ha marchado a pesar de instalar parques eólicos. “La gente se marchará cuando no haya nada”, piensa el regidor, al tiempo que promete que con los ingresos de este proyecto podrá ofrecer “unos servicios dignos” a sus vecinos. Y al contrario que en la plataforma, no duda de que será compatible con la ganadería extensiva que ya hay en la zona. Este es uno de los temores de Otra vez no en Sayago -nombre que adoptaron en referencia a las presas que hay en la comarca desde los años sesenta-, pues creen que se desplazarán los modos de producción existentes como la ganadería, la agricultura y otros que comienzan a surgir o podrían ser aprovechados, como el ecoturismo. Sus argumentos son sobre todo la pérdida de población que va a generar el gran impacto paisajístico que supondrán los molinos, que verán desde varios kilómetros a la redonda.

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“Estamos seguros de que los empleos que se van a desplazar tienen mucha más proyección a largo plazo, más capacidad de desarrollo. Son más coherentes con el territorio y sus peculiaridades”, argumenta el portavoz de la plataforma, mientras los puestos que genera la obra serán cuantiosos durante un periodo de dos años, pero luego desaparecerán: “pan para hoy y hambre para mañana”.

Más allá de cómo puede afectar en el padrón, el macroparque amenaza con echar de su hábitat a las aves que pueblan Sayago, comarca que limita con el Parque Natural de Arribes del Duero, que está considerado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC). Además, la zona en la que se ubicará los molinos sirve de hábitat y es zona de conservación de la cigüeña negra y del águila perdicera, según la coordinadora de Ecologistas en Acción Zamora, Cristina Zelich. “Va a ser trágico”, lamenta la ecologista, que también es concejal en la oposición en el ayuntamiento de Bermillo. Detalla que en la fase de construcción del parque, con el trasiego de la maquinaria pesada, la apertura de viales e incluso el uso de explosivos para apartar el granito “ahuyentará a la fauna que utiliza estas zonas para nidificar, reproducirse o como zona de campeo”. Una vez construidos, el mayor riesgo es de colisión y electrocución para las aves y los murciélagos.

Foto: Planta solar fotovoltaica. (EFE) Opinión

“Lo que se consigue con estos macroproyectos es más despoblación”, sentencia Zelich, pues “la creación de empleo es ridícula en el lugar”. Pone como ejemplo el término de Lubián (Zamora), donde se comenzó a instalar el parque eólico en el 2004, cuando tenía 362 vecinos, y ahora 16 años después son 58 habitantes menos. “Estar rodeado de aerogeneradores no aumenta la población, ¿cómo la va a aumentar? Eso sí, tendremos cementerios de lujo y residencias de la tercera edad de lujo”, critica la ecologista. Como en la plataforma vecinal, Ecologistas en Acción promueve las energías renovables, pero desde la planificación, “en los tejados de las casas, en las zonas industriales, en las zonas más degradadas y antropizadas, cerca de los lugares de consumo”.

Ambos lados de la balanza buscan apoyos para afianzar o poner fin a este proyecto en Sayago. El alcalde de Bembrillo confiesa que nadie del pueblo le ha mostrado su oposición al proyecto, “ningún ganadero, porque saben que no es incompatible con su actividad”. Mientras, la plataforma recoge firmas en change.org, con 1.500 apoyos en apenas cinco días, lo que no es relevante según el alcalde porque dice que es la opinión de gente de fuera y no de los vecinos. “Los que vienen de fuera de verdad son los del proyecto. Una empresa belga, que confía en una gallega para la construcción y gestión, con fondos americanos o internacionales, con el mantenimiento de las instalaciones comprometido con una empresa de Valencia… ¿Y nos dicen a nosotros que venimos de fuera? Que sepan que los beneficios se van a ir por donde han venido las inversiones”, sentencian en la plataforma.

Son molinos de viento y a la vez gigantes. Los aerogeneradores eólicos que actúan como protagonistas secundarios en el paisaje que vemos desde la ventana del coche cuando viajamos por la España interior pueden llegar a medir hasta 240 metros y de su ubicación depende el futuro de las comarcas más cercanas. Estos proyectos prometen llenar las arcas de los pequeños municipios y ser generadores de empleo en el medio rural. Pero tienen detractores que avisan de que su modelo de desarrollo pone en jaque el futuro de los pueblos. Argumentan que estas enormes infraestructuras de hierro desplazan el modo de vida tradicional y con ello a la población, además de perjudicar al paisaje y a la biodiversidad. Entonces, los macroparques eólicos en el medio rural, ¿frenan o aceleran la despoblación?

Ecologistas en Acción Castilla y León
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