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Cifuentes, sobre su máster: "Realmente yo no defendí el TFM. Fue un acto muy informal"
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LA FISCALíA PIDE TRES AÑOS DE CÁRCEL

Cifuentes, sobre su máster: "Realmente yo no defendí el TFM. Fue un acto muy informal"

La directora del máster, también imputada, aseguró el pasado lunes haber recibido presiones de una exasesora de la Comunidad de Madrid para falsificar el acta del TFM

Foto: La expresidenta madrileña, Cristina Cifuentes, durante su declaración.
La expresidenta madrileña, Cristina Cifuentes, durante su declaración.

Cristina Cifuentes se sentó este viernes en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid por las maniobras que puso en marcha para capear el escándalo de su máster en 2018. La Fiscalía pide tres años y tres meses de cárcel para ella al considerarla inductora de la falsificación del acta de la Universidad Rey Juan Carlos con la que trató de acreditar un trabajo de fin de máster "que jamás se produjo", documento que, como adelantó El Confidencial, fue fabricado horas después de que estallara la polémica. "Actué de buena fe, dando por bueno un documento que me había entregado la universidad", aseguró la expresidenta madrileña. "No pensaba que el acta tuviera una falsificación". Su estrategia quedó clara nada más arrancar el interrogatorio: cursó un máster, elaboró un TFM y nunca pidió que se falsificaran documentos para acreditarlo.

Durante más de dos horas, Cifuentes se desmarcó de cualquier irregularidad y responsabilizó del acta a la URJC, hasta el punto de asegurar que también se había falsificado su firma en la matrícula del TFM: "Esta firma no es la mía. Es una falsificación por parte de alguien...", respondió tajante cuando se le mostró el documento durante la vista oral. "¿Usted le autorizó a alguien para que estampara su firma?", insistió su abogado. "En absoluto, en absoluto. Alguien falsificó mi firma". La expresidenta madrileña se presentó como una víctima ante el juez, pero las preguntas de la Fiscalía no tardaron en dejar patentes las dudas que rodean sus estudios en la URJC. Entre ellas, la supuesta defensa de un TFM que, según dijo la propia Cifuentes, no fue más allá de presentar el trabajo en persona y explicar sus líneas generales.

Sobre por qué no se comunicaba con los profesores por correo electrónico, dijo que solo hablaba con el exdirector del Instituto de Derecho Público, Enrique Álvarez Conde, fallecido en abril de 2019: "Con él no intercambiaba correos. Entre otras cosas, porque no le gustaba". Sobre cómo enviaba sus trabajos a los profesores, argumentó que lo hacía a través de terceros: "Se lo hacía llegar a través de algún familiar que trabajaba en la universidad o a través de alguna persona de mi equipo". "Utilicé servicios de mensajería". Y sobre por qué no queda ni rastro de estos supuestos trabajos del máster, apuntó al tiempo que ha pasado desde entonces: "No los tengo. No tengo esos papeles. Probablemente los destruí cuando obtuve las calificaciones".

La falta de trabajos para probar sus estudios en la URJC terminó por convertirse en una pregunta recurrente durante los interrogatorios. La propia Cifuentes explicó que el máster exigía cursar 12 asignaturas y que había que hacer un trabajo para cada una de ellas, pero dijo no conservar ninguno: "Quizá tenga que ver con el hecho de que mi vida como delegada era muy complicada. Tuve dos mudanzas y cinco mudanzas de despachos, para que se haga idea de esos traslados. Me he mudado a dos domicilios más pequeños y parte de mis pertenencias están distribuidas en un trastero, en casa", trató de justificarse. También aseguró que a ella le resultaba más cómodo trabajar sobre papel y no en un ordenador: "Yo nunca he usado ordenadores vinculados a un puesto de trabajo para cosas que de alguna forma son particulares".

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A medida que avanzaba el interrogatorio, la Fiscalía fue incidiendo en las incógnitas que dejaba su relato, llegando así hasta la defensa de su supuesto TFM. "Realmente yo no defendí el trabajo. Expliqué las líneas generales y me sorprendió porque fue un acto muy informal. De hecho, las personas a las que entregué el trabajo yo tampoco sé si era el tribunal que después lo evaluó", explicó Cifuentes. "No recuerdo si eran dos o tres personas. Aquello tampoco ocurrió en un aula, ocurrió en un despacho y no duró demasiado. Yo no leí el trabajo. Les entregué el trabajo y les expliqué las líneas generales, un poco la bibliografía, pero muy por encima". El acta que refleja esta supuesta defensa del TFM contiene dos firmas falsificadas, pero la expresidenta dijo desconocer cómo se elaboró la misma.

"¿Tampoco guarda ningún borrador o ejemplar del TFM?", insistió la Fiscalía. "El TFM sí lo guardé. Recuerdo no solo haber guardado copia del original, sino que probablemente tenga alguno de los borradores previos con anotaciones, pero no lo he encontrado". "Pero usted sí exhibe ese acta, ¿por qué?". "Porque es una documentación que me manda la universidad. En ningún momento me pude plantear que hubiera una firma falsificada". El acta contiene las supuestas rúbricas de tres profesoras y Cifuentes ha asegurado en repetidas ocasiones que, al presentar su TFM, había un hombre en la sala, pero este viernes intentó quitar peso a dicha contradicción: "Lo que el acta dice es que se ha reunido un tribunal, no que sea un acta de lectura y defensa. Por eso yo di absoluta credibilidad al papel".

Foto: Cristina Cifuentes, en una foto de archivo. (EFE)

La expresidenta volvió a la misma idea una y otra vez, descargando toda responsabilidad en la URJC: "Pedí que me mandaran la matrícula y el pago de la matrícula. Una certificación académica personal en la que constaran las 12 asignaturas y la 13, el trabajo de fin de máster. Ese día 21 de marzo [fecha en la que 'elDiario.es' publicó la noticia sobre su máster], a mí no me lo mandan. Me lo mandan desde el gabinete del rector a mi gabinete unos días mas tarde. Curiosamente, mandan el papel del acta que yo no pido". Sobre si en algún momento pidió a alguien que falsificara un documento para capear el escándalo, se mostró tajante: "Rotundamente no". "Yo no lo necesitaba. Tenía mi título, que acreditaba que yo había cursado ese máster".

La versión de Cifuentes choca con la que ofreció el pasado lunes la directora del máster, Cecilia Rosado, que reconoció ser la autora de la falsificación y denunció haber recibido amenazas de una exasesora de la Consejería de Educación, María Teresa Feito, para fabricar el documento. "Si no me envías el acta, Cifuentes os va a matar", llegó a decirle Feito, según explicó Rosado. La expresidenta madrileña, sin embargo, se desentendió de cualquier gestión por parte de la exasesora de Educación en relación a su máster: "Yo con la señora Feito no he tenido nunca relación de ningún tipo", afirmó ante las preguntas de la Fiscalía. "Solo pedí a mi gabinete que por favor recabaran de la universidad a la mayor brevedad posible los documentos que acreditasen que yo había hecho ese máster".

Al arranque del juicio el pasado lunes, la defensa de Cifuentes aportó una copia de seguridad de su agenda en la que aparecen las fechas investigadas y, según se refleja en la misma, el día clave guardó un hueco bajo el concepto "máster URJC". La Fiscalía quiso preguntarle durante su comparecencia las razones por las que no había presentado esta agenda en los últimos dos años, pero el presidente del Tribunal, Luis Carlos Pelluz, le paró los pies: "Los motivos por lo que se aportan las pruebas al procedimiento son cuestión del derecho de defensa. El por qué o desde cuando se tenga es completamente irrelevante".

Cristina Cifuentes se sentó este viernes en el banquillo de la Audiencia Provincial de Madrid por las maniobras que puso en marcha para capear el escándalo de su máster en 2018. La Fiscalía pide tres años y tres meses de cárcel para ella al considerarla inductora de la falsificación del acta de la Universidad Rey Juan Carlos con la que trató de acreditar un trabajo de fin de máster "que jamás se produjo", documento que, como adelantó El Confidencial, fue fabricado horas después de que estallara la polémica. "Actué de buena fe, dando por bueno un documento que me había entregado la universidad", aseguró la expresidenta madrileña. "No pensaba que el acta tuviera una falsificación". Su estrategia quedó clara nada más arrancar el interrogatorio: cursó un máster, elaboró un TFM y nunca pidió que se falsificaran documentos para acreditarlo.

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