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¿Cómo hemos llegado así a septiembre? Tres fechas que explican el lento retorno al colegio
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UN PARTIDO A DOS BANDAS

¿Cómo hemos llegado así a septiembre? Tres fechas que explican el lento retorno al colegio

¿Qué ha pasado desde mayo para que se haya llegado a finales de agosto con la sensación de que los deberes se han dejado sin hacer hasta el último momento?

Foto: Celaá comparece en el Congreso este lunes. (EFE)
Celaá comparece en el Congreso este lunes. (EFE)

Este lunes, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, compareció en la comisión del Congreso a petición propia para dar cuenta ante el resto de grupos parlamentarios de las medidas de retorno a las aulas en septiembre. Un repaso detallado a los últimos meses que ha durado cuatro largas horas de tira y afloja, en las que ha sobrevolado la pregunta que obsesiona a padres, profesores y a la sociedad en su conjunto: ¿cómo se ha llegado a este punto de “incertidumbre” e “improvisación”, dos de las palabras más repetidas por los partidos más críticos con el Gobierno, cuando hemos tenido meses para prepararnos?

La respuesta, claro, varía según a quién se le pregunte, aunque lo más normal es que se señale al otro lado del tablero. Pero un buen y desapasionado punto de partida sería el 14 de mayo, cuando se celebró la conferencia sectorial de Educación, donde ministerio y comunidades autónomas llegaron al acuerdo de trabajar conjuntamente para retornar a las aulas. Un difícil equilibrio entre el rol organizador del ministerio y las competencias educativas transferidas a las CCAA. Fue entonces cuando se creó el grupo de trabajo para abordar el desarrollo del presente curso que, para la mayoría de profesores, comienza hoy mismo con el retorno a sus labores.

La primera baza jugada por Celaá es el documento del 23 de junio; la segunda, el fondo covid, que regará con 2.000 millones a las CCAA

¿Qué ha ocurrido entonces para que parezca que se ha llegado con el agua al cuello? Para la ministra Celaá, como recordó ayer en sede parlamentaria, la preparación ha sido la necesaria, dados los tiempos y la incertidumbre de cada momento. Para la oposición, ha sido un itinerario de dudas en el que el Gobierno, tal vez tácticamente, ha decidido deshacerse de su responsabilidad. Para entender quién lleva razón, si es que alguno la lleva, quizá sea útil revisar tres fechas clave en el proceso de los últimos meses: el 23 de junio, el largo mes de julio y el 27 de agosto. Entre unas fechas y otras, está la clave.

23 de junio

En su comparecencia en el Congreso, juicio casi sumario a su gestión en el que apenas hubo más de un par de referencias a la Lomloe, proyecto estrella socialista en plena tramitación parlamentaria, la ministra jugó en su defensa su primera gran carta: el documento elaborado a partir de la conferencia sectorial el 11 de junio y finalizado y publicado dos semanas después. “26 páginas”, como recordó la ministra, elaboradas por Sanidad y Educación, donde se reflejaban los principios bajo los que debía prepararse el próximo curso.

Celaá presenta en el Congreso las medidas generales para prevenir el coronavirus en las aulas

Es el texto donde se recogen los principios básicos —reducción de ratios, mascarilla, distancia interpersonal o procesos de gestión de casos— que, recordaba el ministerio, son un acuerdo de mínimos que debía inspirar las medidas tomadas por las comunidades durante los dos meses siguientes. Una guía “viva”, matizó ayer la ministra, y acordada por el resto de CCAA, pero que debía haber sido la clave para guiar a la comunidad educativa durante la preparación del curso. Y aquí es donde el Gobierno juega su segunda carta, la del fondo covid de mediados de junio, que riega con 2.000 millones a las comunidades para preparar el retorno a las aulas, dejando margen a cada comunidad para que decida en qué hacerlo. Algo criticado por Podemos, que consideraba que debía condicionarse a reducir la ratio en las aulas.

Finales de julio

Julio es el mes en que la mayoría de centros preparan sus programaciones y cursos del curso siguiente, diseñan los grupos y dejan visto para sentencia el siguiente curso oficial. En teoría, debería haber sido así este año también, pero con dos grandes hándicaps: en julio, la situación epidemiológica era muy distinta a la actual, que se preveía más optimista, lo que pudo provocar cierta relajación en las consejerías regionales; además, muchas comunidades no enviaron sus propuestas a los cuerpos directivos hasta final de mes, cuando las vacaciones de agosto estaban a la vuelta de la esquina y apenas tenían margen de decisión. Es lo ocurrido en regiones como Madrid, Andalucía o Murcia, cuyos directores comenzaron a protestar (o dimitir) en la última semana del mes al recibir las indicaciones de seguridad.

placeholder Isabel Díaz Ayuso, durante su visita a un colegio en Madrid este lunes. (EFE)
Isabel Díaz Ayuso, durante su visita a un colegio en Madrid este lunes. (EFE)

Fue precisamente a finales de julio cuando comenzó a aumentar la tensión educativa. Es entonces cuando se produce el gran silencio del Ministerio de Educación, que considera que, en ese momento, la pelota se encontraba en el tejado de las CCAA, que eran las que debían estar desarrollando sus planes de retorno. Quizá por eso, Celaá guiñase un ojo y lanzase un pequeño dardo en la comparecencia cuando recordó que comunidades madrugadoras como Valencia, Galicia o Navarra habían sido buenos ejemplos, y que todas habían desarrollado sus competencias, “hasta la última, Madrid, que lo hizo público el 25 de agosto”. Precisamente, esa misma mañana, Isabel Díaz Ayuso había recordado que Madrid había sido “la primera” en anunciar su plan.

La clave del lento retorno al colegio quizá se encuentre en estos meses en que los profesionales se vieron obligados a construir la casa desde el tejado. Es decir, en comenzar a preparar el curso sin tener claros los recursos que se iban a destinar a cada centro, algo que tan solo ha tomado forma en las últimas semanas. Especialmente teniendo en cuenta que el mes clave en la preparación de los centros es julio, cuando aún la mayoría de directores no tenían claras las órdenes de las administraciones educativas.

27 de agosto

A medida que los días de agosto transcurrían lentos, la mayoría de profesionales educativos disfrutaban de sus vacaciones y la vuelta al cole afloraba en la cartelería de las grandes superficies, un runrún comenzaba a generarse en la sociedad a medida que el número de contagios comenzaba a aumentar sensiblemente, lo que parecía poner en tela de juicio la intención del Gobierno de llevar a cabo un retorno completamente presencial.

Un ruido cada vez más alto en que se acumulaban las preguntas —¿cómo, por qué y en qué condiciones sanitarias se va a volver?— y que llegó a su punto álgido la pasada semana, cuando coincidieron en apenas dos días dos anuncios importantes, casi una contraprogramación política. Por un lado, la publicación a bombo y platillo de los planes madrileños, y por otro, la conferencia sectorial entre ministerio y CCAA del pasado jueves 27 de agosto, donde se resolvieron algunas de las grandes dudas sanitarias para el retorno a las aulas. O mejor dicho, se matizaron.

"Cada vez que la vuelta al cole se convierte en un conflicto competencial, los ciudadanos sienten incertidumbre", protestó Marta Martín

¿Por qué el 27 de agosto? El razonamiento del ministerio es el siguiente: la reunión de la pasada semana servía “para tomar el pulso” a la situación a una o dos semanas del arranque del curso, pues la comunidad educativa y las comunidades ya contaban con el documento de junio para organizarse. De haberse celebrado con anterioridad, habría carecido de sentido, porque era imposible anticipar con tanto tiempo la situación exacta, razonó Celaá en sede parlamentaria. “Por responsabilidad, era necesario actualizar las medidas de junio, porque era la fecha más cercana a la situación real”, razonó.

En realidad, las medidas (“29 medidas y cinco recomendaciones”, como matizó Illa) no cambian sensiblemente respecto a lo presentado en junio, y tampoco han servido para aliviar a la comunidad educativa. La comparecencia de la ministra en el Congreso no tenía como objetivo resolver grandes dudas organizativas, y tan solo dejó una cosa clara: las piezas en el tablero permanecen en el mismo sitio que en mayo, es decir, con la oposición acusando al ministerio de dejadez de funciones y de falta de liderazgo, y este recordando que ha sido cada comunidad la que ha desarrollado las competencias que le corresponden.

Foto: Imagen del colegio Banda Cambre, en Las Palmas de Gran Canaria. (EFE)

Fue Marta Martín, de Ciudadanos, la que tal vez dio con la nota que explica la frustración de tantas familias: “Cada vez que la vuelta al cole se convierte en un conflicto competencial, los ciudadanos sienten incertidumbre, porque lo que quieren es que se solucione la papeleta y los políticos no podemos ser un problema más”.

Este lunes, la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, compareció en la comisión del Congreso a petición propia para dar cuenta ante el resto de grupos parlamentarios de las medidas de retorno a las aulas en septiembre. Un repaso detallado a los últimos meses que ha durado cuatro largas horas de tira y afloja, en las que ha sobrevolado la pregunta que obsesiona a padres, profesores y a la sociedad en su conjunto: ¿cómo se ha llegado a este punto de “incertidumbre” e “improvisación”, dos de las palabras más repetidas por los partidos más críticos con el Gobierno, cuando hemos tenido meses para prepararnos?

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