Es noticia
"Pasé de ser cardiólogo a internista en un día": los MIR se doctoran en la crisis del covid
  1. España
RESIDENTES EN PRIMERA LÍNEA

"Pasé de ser cardiólogo a internista en un día": los MIR se doctoran en la crisis del covid

Sanidad advirtió que los residentes estaban llamados a la primera linea. Daba igual la especialidad. Se tuvieron que adaptar, ponerse a estudiar y aceptar las incertidumbres

Foto: Personal de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid responde al aplauso diario a las 8 de la tarde. (EFE)
Personal de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid responde al aplauso diario a las 8 de la tarde. (EFE)

Cuando el 14 de marzo se declaró el estado de alarma y los hospitales empezaron a sufrir las imparables consecuencias del coronavirus, los médicos internos residentes (MIR) sabían que les tocaría estar en la primera linea de batalla. El Ministerio de Sanidad tardó poco en confirmarlo: los residentes de último año (R4 en algunas especialidades y R5 en otras) debían sumarse a la causa. Los de años anteriores también colaborarían en hoteles medicalizados y otros lugares. En el caso de Madrid, el hospital de emergencias de Ifema se nutrió en gran medida de residentes para poder empezar a funcionar. “Básicamente se nos militarizó. A los de atención primaria nos dijeron de un día para otro que dejábamos el centro de salud y nos mandaban a Ifema”. Otra vez el lenguaje bélico. Era una leva en toda regla. “Te iban convocado y te incorporabas”, explica Patricia Privado (28 años).

“Llegamos allí sin saber nada. Ni turnos, ni horarios, ni a lo que nos enfrentábamos. Todo eran nervios e incertidumbre”. En el resto de hospitales, forzados a ampliar camas de hospitalización en salas de espera, gimnasios y en cualquier zona libre, pasó algo parecido. Dermatólogos, traumatólogos, alergólogos, cirujanos generales… Daba igual. Todos atendían insuficiencias respiratorias y pacientes que llegaban por decenas en las semanas duras de marzo y a principios de abril. En su gran mayoría, ejerciendo como adjuntos (especialistas) a pesar de continuar con un contrato de formación. Sin contar con la supervisión necesaria. “Casi no teníamos tiempo ni de pensar. Solo se podía remar. Hacer todo lo posible”, coinciden distintos residentes.

Foto: Una sanitaria observa un panel de datos en el Hospital Puerta de Hierro. (EFE)

“He pasado de ser cardiólogo a ejercer como adjunto de Medicina Interna”, explica David González (29 años) a este diario. Es residente de quinto año en el Hospital Clínico de Salamanca, aunque también se desplazó hasta Soria durante un par de semanas para echar una mano en una de las provincias más golpeadas de España. “Nos hemos tenido que actualizar. Llevo todo el mes estudiando. La población no se da cuenta de eso. Pero nos agobia muchísimo llegar al hospital y no saber manejar a un paciente”.

Se han tenido que actualizar. Aprender rápidamente de neumonías o técnicas que nunca habían aplicado. “De repente te dicen que te toca empezar en la planta de Interna. Nunca has visto hiperglucemias o patologías que no tienes controladas. Tengo compañeros que se pusieron a estudiar rápidamente sobre ventilación”. Fue el caso de Cristina Ruiz (29 años) que en breve terminará su cuarto año de residencia en cirugía general para enfilar el último antes de ser adjunta. En el Hospital Gregorio Marañón la mayoría de cirujanos pasaron a las unidades de críticos y a la planta de Medicina Interna. “Dimos apoyo con los pacientes críticos. A todos nos excede esta situación de alguna manera. No teníamos conocimientos, fuimos ayudando en lo que se nos decía. Hay que pensar que nuestro trabajo habitual no es ese. Empecé a estudiar muchísimo de ventilación y manejo de pacientes críticos”.

"Básicamente, se nos militarizó. A los de atención primaria nos dijeron de un día para otro que dejábamos el centro de salud para ir a Ifema"

Los cirujanos y especialistas saben que ahora, cuando el pico del coronavirus pase, llegará la segunda oleada de pacientes. Todos los que tuvieron que aplazar sus cirugías, los que no recibieron su tratamiento y los que engrosan listas de espera interminables. “Hemos ayudado en lo que hemos podido, pero cuando esto acabe empezará nuestro trabajo de verdad”.

Llegar a casa después de una larga jornada y seguir estudiando, repasando, para no fallar al día siguiente. David, además, como tantos otros sanitarios, se contagió. Neumonía bilateral. “Los residentes hemos estado ahí los primeros, sin poner oposición ni problemas. Somos jóvenes y, afortunadamente, estamos muy preparados”. Lo saben ellos y lo sabe la administración. “Solo pensábamos en arrimar el hombro, pero la escasez de protección es lo que más hemos denunciado. Los bomberos no acuden a un fuego sin manguera. Daba la sensación de que por nuestra vocación y la situación de excepcionalidad todo se justificaba”, apunta Cristina.

placeholder Vista general del hospital de campaña de Ifema. (EFE)
Vista general del hospital de campaña de Ifema. (EFE)


Incertidumbre por su futuro

Más allá de eso, los residentes han vivido semanas de mucha incertidumbre pensando en su futuro. Los vaivenes del BOE sobre lo que pasaría con ellos a partir de mayo generaron un malestar importante. “Se establece la prórroga de la contratación de los residentes”, decía la segunda orden de Sanidad del 27 de marzo, modificando la de días atrás y a solo dos meses de que los contratos finalizaran. “Era un limbo legal en el que se obligaba a prolongar la residencia sin fecha. El sentido estaba claro. El ministerio quería evitar la movilidad que la titulación permite a los profesionales dentro del territorio español y hacia Europa. Temían que los servicios quedaran desprovistos y no se pudiera garantizar la asistencia en un momento tan crítico. Pero las cosas no se hacen así”, explica Sheila Justo, responsable del sector MIR en el sindicato médico AMYTS.

"Mi residencia de cirujía no tiene nada que ver con este trabajo. Empecé a estudiar muchísimo de ventilación y manejo de pacientes críticos"

“Por eso solicitamos la contratación de todos los nuevos especialistas que titulaban en mayo para asegurar su presencia en los hospitales y, al mismo tiempo, que fueran contratados como lo que son. Adjuntos desde el día 26 de ese mes”. Sanidad reculó días después anunciando que los residentes titularían en el tiempo previsto. Las evaluaciones se mantienen para principios del próximo mes y los residentes de último año serán especialistas antes de empezar junio. Exactamente igual que los residentes de años anteriores, que pasarán al siguiente escalón.

La presión de sindicatos y sociedades médicas consiguió frenar los planes iniciales que habían indignado a muchos MIR. “En realidad era algo esperable. No puedes obligar a nadie que ha terminado su contrato a quedarse trabajando con más responsabilidad y con condiciones inferiores a su categoría”, comenta David. El malestar de los residentes venía, en gran medida, por la falta de reconocimiento que esa decisión del ministerio suponía a pesar del esfuerzo ingente de este mes y medio. “Los residentes no hemos puesto el foco en las condiciones económicas en ningún momento. A mí me dicen que me tengo que quedar unos meses y no tengo problema. Estamos en el mismo barco y remando todos en la misma dirección. Simplemente decimos que si hace falta personal, deben hacer contrataciones”.

Foto: El personal sanitario del Hospital 12 de Octubre de Madrid regresa a sus labores tras el aplauso recibido como cada día a las 20:00. (EFE)

De hecho, en toda la crisis apenas ha habido ruido sobre condiciones económicas y remuneraciones de los residentes. No se han elevado quejas a pesar de los turnos interminables. La situación fue desbordante durante muchas semanas. Las jornadas se veían alteradas, las guardias —que son lo que realmente aumentan la remuneración total de los residentes, cuyo sueldo base de 1.100 eurosprácticamente desaparecieron. Los turnos duraban entre 8 y 12 horas muchas veces con recambios de pacientes que superaban la cifra de los 60. En muchos hospitales con 20 o 30 defunciones diarias. La carga de trabajo era interminable y los turnos se improvisaban mañana y noche. A todo había que sumarle la lucha contra el covid.

En el hospital de Ifema muchos residentes han trabajado seis días a la semana. Las libranzas al principio ni siquiera estaban previstas. Los prepararon para lo peor. “Nuestro contrato es de formación y ya asumíamos una carga muy superior, actuando como supervisores en el hospital”, explican residentes destinados desde el primer día al hospital de emergencias de la Feria de Madrid. “Al principio nos dijeron que no íbamos a librar. Luego que un día a la semana. Poco a poco se fue regulando”. Los fines de semana, igual que los festivos de Semana Santa, siguen en el aire. Los trabajaron sin preguntar nada más.

"No hemos puesto el foco en las condiciones económicas nunca. Estamos en el mismo barco y remando. Nos preocupaba qué sería de nosotros"

“Ninguno hemos puesto el foco en eso, es la verdad. Nos hemos tenido que adaptar a la situación rápidamente y no nos paramos a pensar si los festivos serían o no remunerados. Nos preocupaba más la incertidumbre de saber si acabábamos o no la residencia. Saber qué iba a ser de nosotros”, cuenta Patricia, residente de atención primaria, que ya ha abandonado Ifema para volver a su centro de salud de Rivas.

En algunas especialidades el covid-19 sí ha tenido efectos colaterales en un momento crucial de la formación. Soraya Gholamian (28 años), anestesista de último año, abandonó la rotación en el Gregorio Marañón a mediados de marzo para volver a su hospital de origen, el Severo Ochoa de Leganés. Las guardias necesitaban más recursos humanos ante lo que venía. Pero los últimos dos meses en la residencia de anestesia tienen mucha importancia. “Asumimos la mayor responsabilidad en los quirófanos, tomando las decisiones sobre la anestesia prácticamente solos. Eso lo hemos perdido”.

placeholder Personal sanitario del hospital 12 de Octubre de Madrid agradecen los aplausos de los vecinos. (EFE)
Personal sanitario del hospital 12 de Octubre de Madrid agradecen los aplausos de los vecinos. (EFE)

A la incertidumbre laboral por las distintas disposiciones ministeriales se añadió la desinformación en muchos casos como el de Ifema. Advertencias de que estarían durante tres meses por lo menos en el hospital, que en un inicio se anunció como hospital de referencia covid hasta el verano. Muchos residentes se enteraron por los medios de comunicación que el pabellón 7 se cerraría y a los pocos días supieron que los devolvían a sus centros de salud para reforzar de inmediato la atención primaria. Solicitaron test serológicos al cambiar de centro de trabajo. Querían saber si habían pasado o no la infección. No hubo respuesta. Ni Ifema ni los responsables de salud laboral. “A veces parece que no importamos a nadie”, se lamentan algunos sanitarios a punto de convertirse en especialistas.

Si en algo coinciden todos es en la experiencia que ahora llevan en la mochila. “Experiencia por lo que hemos vivido, porque ha habido momentos muy complicados y muy duros. Pero esto no lo olvidaremos nunca. Lo aprendido tampoco”.

Cuando el 14 de marzo se declaró el estado de alarma y los hospitales empezaron a sufrir las imparables consecuencias del coronavirus, los médicos internos residentes (MIR) sabían que les tocaría estar en la primera linea de batalla. El Ministerio de Sanidad tardó poco en confirmarlo: los residentes de último año (R4 en algunas especialidades y R5 en otras) debían sumarse a la causa. Los de años anteriores también colaborarían en hoteles medicalizados y otros lugares. En el caso de Madrid, el hospital de emergencias de Ifema se nutrió en gran medida de residentes para poder empezar a funcionar. “Básicamente se nos militarizó. A los de atención primaria nos dijeron de un día para otro que dejábamos el centro de salud y nos mandaban a Ifema”. Otra vez el lenguaje bélico. Era una leva en toda regla. “Te iban convocado y te incorporabas”, explica Patricia Privado (28 años).

Ministerio de Sanidad Ifema Médicos
El redactor recomienda