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Los barones del PP comparten con Casado el escepticismo sobre el pacto con Sánchez
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DUDAS SOBRE LA PROPUESTA DE PACTO

Los barones del PP comparten con Casado el escepticismo sobre el pacto con Sánchez

El presidente del PP coordina la respuesta con sus barones y acudirá a la convocatoria del presidente, aunque cree que es una trampa y lamenta que no haya propuestas concretas

Foto: Pablo Casado y el secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE)
Pablo Casado y el secretario general del PP, Teodoro García Egea. (EFE)

Cuando estalló la crisis del coronavirus, Pablo Casado estaba en la fase de intentar poner en pie una estrategia de reunificación del centro derecha. El líder del PP daba los primeros pasos con el convencimiento, avalado en datos históricos, de que solo le será posible gobernar si logra la reunificación del espacio político que va desde la ultraderecha hasta el centro que linda con el PSOE. Es pura matemática por la ley electoral y la distribución provincial de los escaños.

En el episodio previo a la temporada de la pandemia, ya había pactado con Ciudadanos para las elecciones vascas con la idea de que debía empezar a absorber el partido que fundó Albert Rivera, en unos comicios en los que el PP no tenía nada que ganar ni nada que perder. Y partir de ahí abordar con mucho tiempo el gran enigma de cómo ir también a recuperar el voto de Vox. En eso estaba su debate interno: si había que escorarse a las tesis del partido de Santiago Abascal para anularlo o si, como defienden otros como Alberto Núñez Feijóo, es mejor mostrarse como un partido centrista y, sobre todo, de Estado.

Ahora todo ha cambiado. Y la duda en el PP es cómo hacer oposición en tiempos de coronavirus y, más coyunturalmente, cómo responder al artefacto del acuerdo nacional por la reconstrucción que maneja estos días Pedro Sánchez.

Foto: Captura de vídeo de la cuenta oficial de Twitter de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

Queda claro, como repiten todas las fuentes del PP, que en Génova están seguros de que es una trampa del presidente del Gobierno; que recurre a ella porque se ha visto solo en el Parlamento; que busca compartir los riesgos; que llega a esta fase después de no consultar ninguna de sus decisiones aunque haya pedido (y tenido) apoyo casi ciego de la oposición en la declaración de alarma y la prórroga… Todo eso es evidente que está en la mente de Casado, porque él mismo lo ha formulado en público. Se siente engañado y ninguneado por el presidente del Gobierno, y esto último es lo que más le duele a un líder de la oposición.

Pero, en todo caso, debe establecer una estrategia para “librarse del abrazo del oso”, según expresión de un veterano dirigente del PP, sin que parezca que rehúye un supuesto acuerdo vendido como de mejora para la vida de los ciudadanos. Las expresiones 'acuerdo para la reconstrucción', 'pacto de Estado' y 'escudo social' tienen connotaciones positivas imbatibles y con tan magnífica reputación que son un marco de referencia del que no es fácil sustraerse y, precisamente por ello, son lanzadas al escenario y al plató por Sánchez y su asesoría. Y este domingo lanzó el término 'desescalada', que ya usó sobre Cataluña y que triunfará esta semana.

En esta disyuntiva de Casado entra también en juego cuál es la posición de sus rivales en el espectro del centro derecha. Vox se ha desmarcado de cualquier posibilidad de acuerdo, no coge siquiera el teléfono a la Moncloa y ha optado por salirse de la política institucional e irse a otro terreno de juego, fuera del radar de los medios, pero muy activo, por ejemplo, en redes sociales.

Ciudadanos, liderado por Inés Arrimadas, ha dado un giro significativo, pasando del acuerdo con el PP en el País Vasco al ofrecimiento a Sánchez, siendo entusiasta del acuerdo en la temporada después del virus. Siempre según el PP, Arrimadas busca así su propia supervivencia, buscando una voz propia. Aunque los populares añaden con desdén que con 10 escaños “no sería ni la guinda del pastel del pacto” y, por tanto, es irrelevante.

Aparentemente, a Casado le ha quedado libre todo el ala de oposición al Gobierno en el centro derecha en la etapa del coronavirus. Tiene que administrar ese espacio, mientras recibe insinuaciones y presiones de sus 'opinadores' para pactar con el Gobierno y casi las mismas para no hacerlo.

Puede diferenciarse de Vox y mostrarse como partido de Estado o puede rehuir el acuerdo para mantener firme la bandera de la crítica y la oposición. Todo ello con variables de intensidad en las ruedas que siempre deben manejar y graduar los líderes de la oposición: una para la crítica y otra para los acuerdos. Obviamente, debe atender y hacer caso a la corriente de opinión muy crítica con el Gobierno que procede de votantes de centro derecha. Ser sensible a ese sentimiento y esa emoción de mucha gente, en combinación con la responsabilidad que se le supone. Las situaciones históricas no son iguales, pero sí suponen una referencia y permiten sacar enseñanzas. Mariano Rajoy, entre 2004 y 2008, movió casi al extremo la rueda de la dureza de la oposición con aquello de la conspiración del 11-M, lo de “usted traiciona a los muertos” y las manifestaciones en las calles casi cada sábado. Luego rectificó en el congreso de Valencia, frente a los que le pedían mantener la dureza y que quisieron arrebatarle el liderazgo, en la pelea entre las dos almas eternas del PP.

Siempre hay que ir a la llamada del presidente del Gobierno”, repiten estos días dirigentes del PP, y ese parece ser el punto de partida de Casado. Aunque lamenten no saber para qué sería el pacto y no tener una propuesta concreta de Sánchez antes de empezar a hablar. Así que esta semana Casado atenderá la prevista llamada de la Moncloa y escuchará escéptico y, en todo caso, arrastrando los pies. Una de las dificultades que suelen tener los líderes de partidos, especialmente en la oposición, es que deben actuar sobre la base de dirigentes regionales con mucho más poder que ellos e intentar armonizar sus posiciones, porque unificarlas suele ser imposible. Ese es el origen de las baronías, que en el PP tienen ahora nombres como Juan Manuel Moreno, Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, entre otros.

"Siempre hay que ir a la llamada del presidente del Gobierno", repiten estos días dirigentes del PP, y ese parece ser el punto de partida de Casado

La dificultad de armonizar es mayor si esos presidentes, además, tienen que ejercer gestión sobre la crisis, en este caso sobre la sanitaria por el coronavirus. Y sus errores de gestión serán arma de réplica del Gobierno y de los partidos que lo apoyan hacia Casado, como se vio en el debate de Jueves Santo en el Congreso.

Otra variable de futuro es que todos ellos deberían participar en el hipotético acuerdo que pretende incluir a las comunidades autónomas. Y pueden tener voz propia en esa negociación. Sus discursos no son exactamente iguales, pero sí comparten con Casado el escepticismo y las dudas sobre las intenciones de Sánchez. Han coincidido este domingo con el líder del PP todos ellos en su posición frente a la propuesta de pacto y ante Sánchez en la conferencia de presidentes. Génova explica que Casado habla con ellos y por eso se produjo esa coordinación.

Foto: El líder del PP, Pablo Casado, en la tribuna del Congreso. (EFE)

Es obvio que Núñez Feijóo, Moreno y Ayuso no tienen exactamente el mismo discurso, ni la forma de gestionar, pero sí han sostenido posiciones similares respecto al pacto de Sánchez este domingo. Todos le han dicho que no se puede pedir adhesión sin oferta ni información previa y que están hartos de escuchar decisiones ya tomadas. “Para que haya acuerdos, tenemos que saber cuál es la propuesta, el contenido. La desconfianza se está agrandando”, le ha dicho al presidente del Gobierno Núñez Feijóo, al que se le considera como líder de la moderación en el PP.

Y han tenido la ventaja de coincidir en idéntico mensaje con los presidentes de Cataluña y País Vasco, Joaquim Torra e Iñigo Urkullu, respectivamente. El lendakari ha solicitado un formato y método de trabajo “más horizontal y con una comunicación fluida y anticipada” y ha asegurado: "Este es el quinto domingo consecutivo en el que se traen decisiones consumadas. Solicito una reconsideración urgente sobre el método de trabajo, porque no es admisible".

Es decir, que el 'artefacto' empieza con muy mal pie, antes incluso de arrancar el diálogo. Una de las patas esenciales de esa estrategia de Casado es la europea y el reproche de que no se pone de parte del Gobierno en la negociación con la UE. Con el recuerdo de la expresión 'pedigüeño' que José María Aznar lanzó a Felipe González, entonces presidente del Gobierno, en 1992 cuando negociaba en Europa un incremento de los fondos europeos, y del que aún resuenan las críticas hacia el entonces líder del PP. En eso la respuesta del PP es que, de nuevo, Sánchez les pide adhesión sin información previa, sin comunicarles la posición de España ni los avances y sin comparecer siquiera en el Congreso para dar cuenta de las cumbres europeas, como le exige la ley. La última cumbre europea de la que dio cuenta en el Congreso se celebró en junio de 2019.

Cuando estalló la crisis del coronavirus, Pablo Casado estaba en la fase de intentar poner en pie una estrategia de reunificación del centro derecha. El líder del PP daba los primeros pasos con el convencimiento, avalado en datos históricos, de que solo le será posible gobernar si logra la reunificación del espacio político que va desde la ultraderecha hasta el centro que linda con el PSOE. Es pura matemática por la ley electoral y la distribución provincial de los escaños.

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