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Sábado en Madrid: ni mascarillas, ni gel antiséptico ni alcohol en las farmacias
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UNA CIUDAD DISTÓPICA

Sábado en Madrid: ni mascarillas, ni gel antiséptico ni alcohol en las farmacias

Muchos han huido a sus segundas residencias, otros están confinados en sus casas, y la realidad pinta un paisaje de Madrid que en nada se asemeja al bullicio propio de mediodía de sábado

Foto: Peatones recorren Madrid con mascarilla este sábado 14 de marzo.(EFE)
Peatones recorren Madrid con mascarilla este sábado 14 de marzo.(EFE)

Entramos en la séptima farmacia del distrito céntrico de Chamberí y preguntamos con cierto sonrojo: “Buenos días, ¿tiene mascarillas, gel antiséptico y alcohol?”. La respuesta negativa llega al otro lado del mostrador al igual que ocurrió en las seis ocasiones anteriores.

El pánico por el coronavirus que está golpeando especialmente hasta ahora a los habitantes de Madrid ha provocado el acopio de existencias de esos productos sanitarios y su total escasez, incluso para las personas necesitadas. Una de las farmacéuticas, ataviada con una mascarilla, advierte de que podemos reservar gel desinfectante para las manos, pero únicamente dos botes, y que quizás les llegue el próximo martes. Tampoco se encuentra alcohol de 96 grados en las droguerías.

El paisaje habitual de los sábados al mediodía en esta zona capitalina es de bullicio. Los niños visten sus uniformes de deporte, las terrazas abarrotadas conquistan las aceras y los mercados están llenos de gente que se abastece para las comidas familiares. Hoy el paisaje y el paisanaje resultan distópicos e irreales. Apenas circulan coches, los bares y restaurantes están cerrados a cal y canto tras el decreto del estado de alarma, los mercados están semivacíos y los comercios que abren –farmacias, estancos, negocios de apuestas y loterías del Estado- no tienen el músculo suficiente como para hacer soñar al viandante con que la situación está relativamente bajo control. Llama la atención que los establecimientos para jugar al Euromillones o la Primitiva tengan abiertas sus puertas, cuando, en principio, no ofrecen productos de primera necesidad.

Foto: El paseo de la Castellana, en Madrid, este 14 de marzo desierto casi por completo. (EFE)

La mayoría de las personas, pocas, que circulaban por la calles o compraban en las fruterías y pescaderías escasas de género vestían mascarillas y guantes. La ciudadanía parece concienciada de que la situación no da para muchas bromas. Los peatones se miran más que nunca a los ojos cuando van en sentido contrario para, educadamente, apartarse un metro de distancia en el momento de cruzarse.

En la afamada pollería de los Hermanos Gómez del mercado de Vallehermoso, que surte de aves a los mejores restaurantes de la capital, había cuatro gatos, cuando cualquier mañana de sábado uno tiene que esperar un mínimo de veinte turnos. Por civismo o por pavor, los cuatro clientes se situaban a gran distancia unos de otros.

En los aledaños de dos de los grandes hospitales de Madrid, la Fundación Jiménez Díaz y el Clínico San Carlos, el poco tráfico que había era de ambulancias. Ubicados junto a la habitualmente congestionada plaza de Cristo Rey, están en la salida hacia la autovía de La Coruña y en dirección a la Sierra de Madrid, lugar de esparcimiento de fin de semana en días soleados como este sábado. Extraño resultaba el silencio reinante en los alrededores de esa plaza que permitía escuchar el canto de los pájaros que presienten la primavera.

placeholder Hospital Fundación Jiménez Díaz en la plaza madrileña de Cristo Rey sin tráfico este sábado 14 de marzo.(M. García)
Hospital Fundación Jiménez Díaz en la plaza madrileña de Cristo Rey sin tráfico este sábado 14 de marzo.(M. García)

Esto pasaba en Madrid este sábado. A partir de las 8:00 horas del lunes 16 de marzo, el Real Decreto que seguramente declarará el estado de alarma suspende en toda España la apertura al público de los locales y establecimientos en los que se desarrollen espectáculos públicos, las instalaciones culturales y artísticas y las actividades deportivas y de ocio, incluidos restaurantes, tabernas, salones de juego o chocolaterías. El paisaje de distopía de novela o película se trasladará al conjunto del país la semana que viene.

Entramos en la séptima farmacia del distrito céntrico de Chamberí y preguntamos con cierto sonrojo: “Buenos días, ¿tiene mascarillas, gel antiséptico y alcohol?”. La respuesta negativa llega al otro lado del mostrador al igual que ocurrió en las seis ocasiones anteriores.

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