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Silencio en Ferraz ante el pulso del PSN para gobernar Navarra con la abstención de Bildu
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¿PUEDE HABER SEGUNDAS ELECCIONES?

Silencio en Ferraz ante el pulso del PSN para gobernar Navarra con la abstención de Bildu

La única voz que se escuchó ayer de la cúpula fue la de Calvo. La dirección no quiere alimentar el conflicto sino "dejar hacer" a Chivite, con la confianza de que pare al saberse sin el apoyo de Sánchez

Foto: María Chivite (d), con Adriana Lastra y Santos Cerdán, el pasado 28 de octubre en Cascante, Navarra, en el Día de la Rosa. (EFE)
María Chivite (d), con Adriana Lastra y Santos Cerdán, el pasado 28 de octubre en Cascante, Navarra, en el Día de la Rosa. (EFE)

De momento, Ferraz no quiere subir la tensión más. Ya ha lanzado su mensaje rotundo de que desaprueba la ronda de negociaciones de su líder en Navarra, María Chivite, encaminadas a conseguir su investidura, y no desea enturbiar más el ambiente. Solo así cabía interpretar el silencio casi total al que se acogió este lunes la dirección federal una vez que manifestó su malestar por los movimientos del Partido Socialista de Navarra (PSN-PSOE). La cúpula de Pedro Sánchez no interferirá por ahora, "dejará hacer", hasta que la propia Chivite frene, consciente de que el presidente en funciones no la respalda. En Ferraz ya advierten de que si pretende continuar con su desafío, lo perderá. El PSOE es prácticamente una roca en torno a su jefe, y ninguna federación, ni siquiera la más potente, la andaluza, se atreve a lanzar un órdago. El poder del secretario general es incontestable, más tras haber salido reforzado de cuatro convocatorias electorales concentradas en dos jornadas, el 28 de abril y el 26 de mayo.

No fue una jornada de ruido y furia en la casa socialista, pero sí de choque entre Madrid y Pamplona. Un enfrentamiento que no se ha desbocado, cierto, pero del que todavía es imposible conocer la salida, porque si Sánchez no se apea de su posición —y no se prevé que lo haga—, los caminos de desenlace son limitados: o bien que el PSN facilite que gobierne la comunidad foral la derecha —representada en estas elecciones del 26-M en la coalición Navarra Suma, integrada por Unión del Pueblo Navarro (UPN), Ciudadanos y PP—, o bien mantener el no hasta el final, en cuyo caso habría nuevas elecciones autonómicas en octubre. "Todo está sobre la mesa", indican fuentes del entorno del presidente en funciones. Lo que pase en la comunidad salpica al Gobierno central, pues la reelección del líder socialista depende asimismo del PNV y puede que de la actitud más conciliadora de Na+.

Lo único, por tanto, que sí está claro es que Sánchez y su equipo no toleran una investidura de Chivite que cuente con la abstención de Bildu. Y es que esa sería la única combinación posible para que el PSN recuperase las riendas de Navarra por primera vez desde 1996. Las urnas arrojaron un Parlamento muy fragmentado, en el que la primera fuerza es Na+, con 20 escaños (36,5%), seguida de los socialistas (20,6%), que, tras experimentar una durísima travesía en el desierto, recuperaron la segunda plaza y consiguieron 11 diputados. El cuatripartito que gobernó la comunidad en esta última legislatura, mientras, perdió su mayoría absoluta: Geroa Bai —la marca en la que el socio mayor es el PNV, y que presentó como candidata a la hoy presidenta en funciones, Uxue Barkos— mantuvo sus nueve asientos, EH Bildu se quedó con siete (uno menos de los que tenía), Podemos cayó hasta las dos actas (desde las cinco que logró en 2015), e Izquierda-Ezkerra —la coalición de Izquierda Unida y los vasquistas de Batzarre— bajó de dos a uno.

De entrada, las dos salidas más factibles, de consumarse el veto de Ferraz, serían o facilitar el Ejecutivo a Na+ o bien ir a nuevas elecciones


El PSN obtuvo, pues, la llave de la gobernabilidad, con un panorama extraordinariamente complejo. Chivite reiteró en campaña electoral, y después de ella, que su objetivo era armar un Gobierno "de progreso" que evitara que la derecha dirigiera la comunidad. Pero también insistió en que no habría ningún tipo de acuerdo con Bildu. Ni siquiera se sentaría con ellos. Con esas dos líneas rojas, la líder del PSN anunció la semana pasada una ronda de contactos con las formaciones que quiere que sean sus socios: GBai, con quien se vería este miércoles, 5 de junio; Podemos, con quien despacharía el jueves, e I-E, quien remataría estas primeras conversaciones, el viernes. El objetivo era (y es) cerrar una entente que sume 23 escaños de la Cámara foral, frente a los 20 de Na+. De esta forma, solo Bildu, con su abstención, podría garantizar la investidura de Chivite.

Foto: María Chivite, secretaria general del PSN-PSOE, el pasado 9 de mayo en Pamplona. (EFE)

La necesidad de buscar el apoyo de Cs

Ese es el plan que desautorizó Ferraz el domingo por la noche. Sánchez, que había visto como los movimientos de la líder del PSN cogían vuelo, ordenó echar el freno. Fue entonces cuando la dirección aseguró, como adelantó este diario, que "se desmarca" de la hoja de ruta diseñada por Chivite. Fuentes de la cúpula indicaban que al presidente nunca le convenció la investidura de la dirigente navarra, porque todos los caminos pasaban por Bildu. El problema, decían, no era solo sacar adelante su investidura, sino que su Gobierno estaría atado de pies y manos a los 'abertzales', ya que la derecha no le daría ni el pan ni la sal. Y ese era un coste que Ferraz no estaba dispuesto a asumir. Menos ahora, cuando está abierto en canal el mapa de la gobernabilidad en comunidades y ayuntamientos y cuando quiere atraerse a Ciudadanos. En la dirección son conscientes de que el reproche a los naranjas de su entendimiento con la ultraderecha de Vox flaqueaba si Chivite era elegida con la abstención de Bildu.

"Los apoyos externos para una investidura son potenciales hipotecas para cualquier votación futura. Véase Vox en Andalucía", dice una dirigente

En Ferraz insisten que el golpetazo en la mesa de Sánchez no es flor de un día, sino una posición "firme" —nada de "teatro"— y compartida por su núcleo duro, del que forman parte sus números dos y tres en el partido, Adriana Lastra y José Luis Ábalos, y que se completa con la vicepresidenta del Ejecutivo, Carmen Calvo. "No hay cambios respecto a lo que ya advertimos ayer [por el domingo]. Hay que tener en cuenta que los apoyos externos para una investidura se convierten en potenciales hipotecas para cualquier votación futura. Véase Vox en Andalucía", señalaba a este periódico una integrante de la cúpula, refiriéndose al plante de la ultraderecha ante la Junta que comparten PP y Cs: este lunes amenazó con tumbar sus Presupuestos si no los rehacen por completo.

Es decir, que la dirección socialista es consciente de que los apoyos (o abstenciones) en política nunca son gratuitos y las facturas, por tanto, se cobran. El problema es que el precio de la factura de Bildu, al menos para el resto de España, con una campaña insistente de PP y Cs contra el PSOE, es demasiado alta. Otro elemento tiene que ver con la gestión interna: si dejaba correr la pelota, podría encontrarse con un acuerdo con GBai, Podemos e I-E trabajado que forzosamente tendría que ser pasado a consulta vinculante por las bases, y estas con mucha probabilidad lo habrían respaldado. Sánchez quiso dejar clara su postura antes. Marcar primero él el terreno de juego.

Carmen Calvo garantiza que Bildu no será socio del PSOE "en ninguna de sus formas"

Sin embargo, el PSN optó por no hacerse el enterado y siguió adelante con su plan. Así, Chivite se reunirá el miércoles, jueves y viernes, sucesivamente, con Uxue Barkos (GBai), Eduardo Santos (Podemos) y Marisa de Simón (I-E), tal y como confirmaron fuentes próximas a la secretaria general a este diario. No añadieron más datos, precisamente para guardar prudencia y no sumergirse en una espiral de declaraciones.

Foto: Pedro Sánchez y María Chivite, secretaria general del PSN, el pasado 15 de marzo en Pamplona. (EFE)

"En ninguna de sus formas"

Justo la única voz de toda la jornada, con nombre y apellidos, fue la de la vicepresidenta, Carmen Calvo. Lo hizo para apuntalar esa desautorización de Ferraz de los movimientos del PSN encaminados a lograr la investidura con la abstención de la izquierda 'abertzale'. "Esos son pasos que está dando María Chivite. Pero todo el mundo sabe que Bildu no es un socio de gobierno para los socialistas, en ninguna de sus formas. Esto es un asunto que está claro, siempre ha estado claro y por tanto no hace falta que tengamos que volver a decirlo. El PSOE no cuenta con Bildu, nunca ni ahora, en ninguna forma de concertación de gobierno", sostuvo Calvo. Era su forma de expresar que Ferraz no quiere la abstención de los 'abertzales'. Sin elevar el tono, eso sí.

No hay agenda del PSOE en dos días. Calvo salió a apuntalar el aviso a Chivite: "Bildu no es un socio de gobierno para el PSOE, en ninguna de sus formas"

Por el momento, la dirección cree que el aviso será suficiente. Eso explica que ni ayer lunes ni hoy martes haya agenda pública de la dirección del PSOE, ni esté prevista la comparecencia de un portavoz para valorar la situación en Navarra o los eventuales pactos con Cs, claves tras el 26-M. "Ahora estamos en dejar hacer al PSN, porque creemos que llegará un momento en que la misma María pare. No tiene sentido lanzar un pulso a Ferraz porque sabe que lo perdería", señalan en el equipo del líder en el cuartel general. Ahí esgrimen, además, una diferencia sustancial respecto a la moción de censura que ganó Sánchez hace un año: este sí recibió el apoyo de Bildu, que no era necesario, y siguió gobernando, pero los dos votos que aportaba la izquierda radical no eran necesarios. "En Navarra, sí lo serían, de ahí que no estemos de acuerdo", precisan.

Entonces, ¿qué ocurrirá? Esa es la gran pregunta. Nadie se atreve a adelantar el final. Pero si Ferraz mantiene su veto a una potencial abstención de Bildu, el PSN estaría más cerca de facilitar un nuevo Gobierno de derechas, con el líder de UPN, Javier Esparza, al frente. Si, por el contrario, los socialistas se aferran al no a Na+, entonces no habría investidura viable y, según marca la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra (Lorafna) —equiparable al Estatuto de autonomía—, el Parlamento se disolvería a los tres meses de las últimas urnas. Esto es, que antes del 26 de agosto ha de haber nuevo presidente, pues de lo contrario habría elecciones 54 días después, en octubre. "Todo está encima de la mesa", sentencian en Ferraz.

placeholder De izqda. a dcha. y de abajo arriba, los candidatos a la presidir Navarra, María Chivite (PSN), Mikel Buil (Podemos), y Marisa de Simón (Izquierda-Ezkerra), Uxue Barkos (GBai), Javier Esparza (Na+) y Bakartxo Ruiz (EH Bildu), el pasado 18 de mayo. (EFE)
De izqda. a dcha. y de abajo arriba, los candidatos a la presidir Navarra, María Chivite (PSN), Mikel Buil (Podemos), y Marisa de Simón (Izquierda-Ezkerra), Uxue Barkos (GBai), Javier Esparza (Na+) y Bakartxo Ruiz (EH Bildu), el pasado 18 de mayo. (EFE)

Esta idea de ir a unos segundos comicios sería la que, de hecho, mejor podría salvaguardar la posición del PSN, pues combinaría el no a la derecha, encarnada esta vez en Na+, y el no a Bildu. Es más, sería la alternativa que casaría con el 'no a no' que defendió Sánchez en 2015 y 2016, y lema de las primarias que ganó a Susana Díaz. El inconveniente es que tal vez otras elecciones no resolverían demasiado el mapa, porque el peso de Geroa Bai y la formación de Arnaldo Otegi apenas varió el 26-M respecto a lo ocurrido cuatro años antes: Barkos mantiene sus nueve diputados y Bildu perdió solo uno.

Desolación en el PSN

Del núcleo duro de Chivite apenas trascendían mensajes. Pero en la federación el parón de Ferraz era acusado con desolación. "Otra vez" era el comentario más repetido, según reconocían miembros del PSN. Y es que llueve sobre mojado. En agosto de 2007, cuando dirigían el PSOE el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y José Blanco, la dirección frenó un principio de acuerdo de los socialistas (12 escaños) con Nafarroa Bai —la coalición que precedió a GBai, y en la que sí estaban Eusko Alkartasuna, Batzarre y Aralar—, con otros 12 diputados, e IU (2). Ese veto hizo que el regionalista Miguel Sanz lograra la investidura y desencadenó la dimisión del aspirante socialista, Fernando Puras.

En 2011, el PSN apoyó la investidura de la candidata de UPN, Yolanda Barcina, que echó a sus socios, encabezados por su secretario general, Roberto Jiménez, al cabo de un año. En 2014, cuando Ferraz estaba conducida por Alfredo Pérez Rubalcaba, Jiménez amagó con presentar una moción de censura instrumental contra Barcina por un escándalo que la salpicaba a ella y a su consejera de Economía, pero para que prosperara hacían falta los votos de Bildu. Madrid cercenó ese camino, Jiménez acabó renunciando a su cargo interno y fue relevado por Chivite y la jefa de UPN siguió al frente de la comunidad. Un año más tarde la relevó el cuatripartito capitaneado por Barkos.

El PSN creía que esta era su ocasión, tras años sin ver la luz, para sacar la cabeza y demostrar que hay alternativa entre la derecha y el nacionalismo

Para el PSN, fue muy duro superar la travesía del desierto que arrancó en 2007, con aquel 'agostazo'. Sus 12 escaños menguaron a nueve en 2011 y a siete (y quinta fuerza) en 2015, la militancia huía. "Parece que estamos malditos", se dolía un dirigente que conoce bien la casa. El PSN concebía esta oportunidad como su tabla de salvación tras años sin ver la luz. Como la ocasión idónea para no dejarse más jirones de credibilidad por el camino y para demostrar que la alternativa a la derecha regionalista no es el nacionalismo vasquista, sino un socialismo "integrador" y que ejerce de amortiguador entre los dos bloques. El sentimiento, dicen algunos consultados, es de "pena", de temor a que el PSN vuelva a cavar su tumba "ahora que podía levantar la cabeza". Aunque también hay quienes reconocen que el problema no es llegar a gobernar, sino gobernar día a día con la "hipoteca" de Bildu.

Foto: Reunión de la ejecutiva nacional de Ciudadanos este lunes en la sede. (EFE)

La figura clave de Santos Cerdán

Algunos, además, se sorprenden de que Chivite hubiera apostado tan fuerte por un solo camino "sin tener todos los parabienes del único que manda, el presidente". Apuntan, en ese sentido, que tal vez podría haber jugado a romper la coalición de Na+, para buscarse el apoyo o la abstención, por ejemplo, de una de sus tres patas. De los 20 diputados electos de la alianza liderada por Esparza, 15 son de UPN, tres de Cs y dos del PP. "¿Y si se rompe Na+?", se preguntan en Madrid. Otros dirigentes argumentan que aún hay mucho tiempo y que todo puede dar muchas vueltas: Navarra "sería un problema si su gobernabilidad tuviera que resolverse en primer lugar, pero se puede dejar para el final", apunta un miembro del PSN que pide anonimato.

El plazo tope para tener nuevo presidente es el 26 de agosto, y hasta entonces todo puede dar muchas vueltas. "¿Y si se rompe Na+?", apuntan en Ferraz

La otra derivada de este complicado damero afecta a la propia Ferraz. El hombre fuerte de Ábalos, Santos Cerdán, secretario ejecutivo de Coordinación Territorial, el que lleva el día a día del aparato, es navarro, y sensible a las aspiraciones de la federación. Ahora está, dicen en la sede, algo "descolocado". De hecho, él era el dos de Jiménez en 2014, como lo fue de Chivite después. Él es una figura clave y respetada en el organigrama socialista: uno de los primerísimos apoyos que recibió Sánchez tras su defenestración, en 2016, quien facilitó la sorpresiva captación de avales que hundió las expectativas de Díaz, el interlocutor fiable del PNV que hizo posible que respaldara la moción de censura hace un año.

placeholder Andoni Ortuzar, presidente del PNV, celebra los resultados de su partido el 26-M en Bilbao. (EFE)
Andoni Ortuzar, presidente del PNV, celebra los resultados de su partido el 26-M en Bilbao. (EFE)

Ferraz está en modo 'off'. Nada de sobreexposición, a la espera de cómo fluyan los acontecimientos en los próximos días. Pero de entrada juega con mejores cartas que el PSN.

Alivio para Sánchez: el PNV separa la negociación de Euskadi y Navarra

La semana pasada, el presidente del PNV en Gipuzkoa, Joseba Egibar, lanzaba el aviso: su formación desplegaría las negociaciones con los socialistas en tres "vértices": instituciones vascas, investidura de Pedro Sánchez y la gobernabilidad de Navarra, de "enorme" importancia. Sin embargo, esa no fue la posición que este lunes aprobó la ejecutiva del PNV. 

De hecho, lo que hizo el EBB fue separar los ámbitos de negociación en Euskadi y Navarra. Así, el PNV confía en las gestiones y decisiones que tome su ejecutiva territorial, el Napar Buru Batzar (NBB), y la coalición en la que se integra, Geroa Bai, la plataforma de la actual presidenta en funciones, Uxue Barkos, informa EFE. 

Además, la dirección del PNV acordó este lunes abrir diálogo con los socialistas vascos para pactar ayuntamientos y diputaciones vascos, a fin de reeditar las alianzas que ambos trenzaron la pasada legislaturas. PNV y PSE ya comparten el Gobierno vasco presidido por Iñigo Urkullu, las diputaciones y consistorios. También los 'jeltzales' apoyaron la investidura de Sánchez. Con quienes no se sentarán es con EH Bildu y Podemos, porque ambas han descartado fórmulas de acuerdo con el PNV y quieren desalojarlo de la mayor cantidad de municipios posible. 

Los seis escaños del PNV en el Congreso son fundamentales para que el presidente socialista logre su reelección. Pero también le podría ayudar a no depender de los independentistas catalanes si los dos miembros de Na+ en Madrid, ambos de UPN, se abstienen, a cambio de que los socialistas faciliten la investidura de Javier Esparza en la comunidad foral. Los pactos son cruzados, por tanto, y a varios niveles. 

El propio Esparza se mostró este lunes más abierto a entenderse con el PSOE en una entrevista en Onda Cero: "Si Pedro Sánchez, con el 28% de los votos, está legitimado para gobernar España y yo no lo pongo en duda, Javier Esparza, con más del 36% de los votos, creo que tiene más legitimidad para gobernar Navarra". 

Igual de clave puede ser lo que ocurra en Canarias. Este lunes, el ganador de las elecciones y secretario general del PSOE regional, Ángel Víctor Torres, anunció que negociará con todas aquellas formaciones que pueden ayudar a construir un Gobierno de las islas sin Coalición Canaria por primera vez en 26 años. Así, hablará con PP, Nueva Canarias, Podemos, Agrupación Socialista Gomera (ASG) y Ciudadanos. De la ecuación se queda fuera CC. 

Los socialistas lograron el 26-M un total de 25 escaños, por los 20 de CC, los 11 del PP, los cinco de NC, los cuatro de Podemos, los tres de la ASG y los dos de Cs. La mayoría absoluta se sitúa en los 36 escaños, por lo que dos alternativas serían plausibles: o PSOE + NC + Podemos + ASG (37) o bien CC + PP + Cs + ASG (36). Coalición Canaria sienta a dos de los suyos en el Congreso, luego su abstención también contribuiría a la investidura de Sánchez.

De momento, Ferraz no quiere subir la tensión más. Ya ha lanzado su mensaje rotundo de que desaprueba la ronda de negociaciones de su líder en Navarra, María Chivite, encaminadas a conseguir su investidura, y no desea enturbiar más el ambiente. Solo así cabía interpretar el silencio casi total al que se acogió este lunes la dirección federal una vez que manifestó su malestar por los movimientos del Partido Socialista de Navarra (PSN-PSOE). La cúpula de Pedro Sánchez no interferirá por ahora, "dejará hacer", hasta que la propia Chivite frene, consciente de que el presidente en funciones no la respalda. En Ferraz ya advierten de que si pretende continuar con su desafío, lo perderá. El PSOE es prácticamente una roca en torno a su jefe, y ninguna federación, ni siquiera la más potente, la andaluza, se atreve a lanzar un órdago. El poder del secretario general es incontestable, más tras haber salido reforzado de cuatro convocatorias electorales concentradas en dos jornadas, el 28 de abril y el 26 de mayo.

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