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Cascada de bajas en el PDeCAT por el ‘golpe de mano’ de Puigdemont
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también LE ARRANCA LA MARCA ELECTORAL AL PDeCAT

Cascada de bajas en el PDeCAT por el ‘golpe de mano’ de Puigdemont

Tras la imposición de candidatos, llegó la hora de la verdad: en 24 horas, casi dos centenares de militantes se dieron de baja del partido, descontentos con los desatinos y las presiones del fugado

Foto: Fotografía de archivo de Puigdemont en una reunión con la ejecutiva del PDeCAT en Waterloo. (EFE)
Fotografía de archivo de Puigdemont en una reunión con la ejecutiva del PDeCAT en Waterloo. (EFE)

La situación dentro del PDeCAT ha llegado a un extremo tal que el partido heredero de Convergència Democràtica (CDC) está a punto de romperse por la mitad. Las maniobras del fugado Carles Puigdemont imponiendo a sus amigos y a los candidatos que le son fieles, sin permitir que las listas fuesen votadas en el consejo nacional del partido, han soliviantado a las bases de la formación, hasta el punto de que desde el domingo se han registrado importantes bajas de militantes y de cuadros.

“Puigdemont ha dinamitado la democracia en el PDeCAT. Para empezar, el consejo nacional fue convocado con solo 12 horas de antelación. Y no para votar las candidaturas, sino para comunicarles quiénes serían los integrantes de las mismas. De ahí que de los 440 miembros del consejo solo asistiesen 176. Y como no había el quórum mínimo, según los estatutos, hubo que esperar más de media hora a que hubiese gente suficiente”, denuncian a El Confidencial cargos del PDeCAT.

Ese fue el motivo de que en la cumbre del fin de semana faltasen comarcas enteras. Es más: el auténtico voto de castigo a Puigdemont vino, precisamente, de su tierra, ya que fueron los de las comarcas de Girona los que le plantaron más cara.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE)

Tras el ordeno y mando y la imposición de candidatos, llegó la hora de la verdad: en solo 24 horas, casi dos centenares de militantes se dieron de baja del partido, descontentos con los desatinos y las presiones del fugado. “No se puede permitir que un señor que solo piensa en sí mismo se pase por el forro todas las normas democráticas”, subrayan las fuentes.

Estas fuentes añaden que la pretensión del ‘expresident’ es “una deriva de confrontación total y el bloqueo de la política española”. Ante ello, acusan, el PDeCAT no ha reaccionado. “En estos momentos, hay voces que piden ya firmemente que el presidente del partido, David Bonvehí, debe dejar el cargo, porque no ha sabido defender al PDeCAT. Es inconcebible que un presidente de un partido, al que la ejecutiva le dice que no está de acuerdo con algo, no sepa imponer nada de ese mandato. El PDeCAT, hoy, está muerto, sentenciado, no tiene futuro”.

El sentir de una buena parte de los posconvergentes es que “Puigdemont no tiene respeto hacia la democracia de un partido porque no ha respetado las primarias. Pero ello, en buena medida, se debe a la debilidad de Bonvehí, que por dignidad debería dimitir”.

‘Robo’ de la marca política

Entre los cuadros del partido hay la sensación de que todo es “muy surrealista, porque concurriremos con las siglas de JxCAT, una marca que está más cerca de la CUP y que lucha por ser más radical que ERC. Esta estrategia no responde a la realidad de Cataluña. Lo que se ha producido es un desplazamiento del centro político soberanista, que ha quedado dinamitado. Y de esto tienen la culpa el señor Puigdemont y sus adláteres”.

Las críticas son feroces. “A Puigdemont no le funciona la Crida, el partido que se inventó el otoño pasado, y ahora lo que hace es disfrazar JxCAT bajo el paraguas del PDeCAT para colocar a los suyos. Es un órdago en toda regla, porque se cree que tiene patente de corso”.

Foto: Puigdemont y Urkullu durante una reunión el 19 de junio de 2017 en el Palau de la Generalitat para abordar el proceso independentista catalán. (EFE)

No acaban ahí los reproches. La marca de JxCAT y del PDeCAT ha sido, literalmente, absorbida por Puigdemont. Según reconoció el propio PDeCAT tras el consejo nacional descafeinado del pasado domingo, CDC es la propietaria de los derechos electorales. Así pues, sobre el papel, se cerró un acuerdo con el PDeCAT para concurrir a todos los comicios electorales de esta primavera. Pero, paralelamente, se cerró este fin de semana un “acuerdo de gobernanza” con Jordi Sànchez (el expresidente de la ANC que está siendo juzgado estos días y mano derecha de Puigdemont en la Crida Nacional) “para que todas las decisiones sobre el uso de la marca sean tomadas de forma mancomunada entre el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, y el presidente del grupo parlamentario de JxCAT, Jordi Sànchez. Además, se establecerán porcentajes del 50% para cada partido a partir del 26 de mayo”. Con esta cláusula, el ‘expresident’ ha dejado atado de pies y manos a su hasta ahora partido.

Eso significa que Puigdemont ha vuelto a burlarse del PDeCAT y le ha arrebatado incluso el legado histórico. Al partido que fundara Jordi Pujol ya le queda solo un puñado de militantes desencantados que tratan de conservar su cuota de poder en algunos feudos municipales. En la política catalana —y en la española—, ya no pintan nada: quien corta el bacalao ahora es Carles Puigdemont a través de las personas que ha incluido en su Crida Nacional.

La situación dentro del PDeCAT ha llegado a un extremo tal que el partido heredero de Convergència Democràtica (CDC) está a punto de romperse por la mitad. Las maniobras del fugado Carles Puigdemont imponiendo a sus amigos y a los candidatos que le son fieles, sin permitir que las listas fuesen votadas en el consejo nacional del partido, han soliviantado a las bases de la formación, hasta el punto de que desde el domingo se han registrado importantes bajas de militantes y de cuadros.

Carles Puigdemont Jordi Sànchez
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