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Rajoy tira de 'marianismo' e intenta imponer la calma en las filas del PP
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Rajoy tira de 'marianismo' e intenta imponer la calma en las filas del PP

La caída de los populares en el voto urbano y de los más jóvenes provoca preocupación a la espera de que el presidente del Gobierno exponga una nueva agenda política

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una rueda de prensa en la Moncloa. (Reuters)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, durante una rueda de prensa en la Moncloa. (Reuters)

El PP ha entrado en pánico: el resultado de las elecciones catalanas y su reflejo en diferentes encuestas hacen crecer la impresión de que, por primera vez, su hegemonía en el centro derecha está en cuestión. Los propios estudios internos del PP han hecho saltar las alarmas en la dirección del partido por las buenas expectativas de Ciudadanos.

Los dirigentes populares, según admite uno de ellos, se suelen dejar llevar empujados por una especie de fe ciega en Mariano Rajoy, lo que consiste básicamente en desesperarse con su calma, no entender casi nada de su ritmo lento, desconocer casi totalmente cuál es su estrategia, pero, finalmente, terminar por admitir que les ha ido bien y que ha acertado. Eso ocurrió hace un año cuando se trataba de buscar una salida para una investidura y para formar Gobierno, se ha repetido con la gestión del conflicto en Cataluña y parece que se mantendrá en la estrategia para afrontar los dos años y medio que quedan de legislatura con Ciudadanos amenazando sus expectativas electorales.

La fe ciega se completa con la falta de liderazgos alternativos dentro del PP y con la sordina con la que se tratan estos asuntos en el partido, aunque en este caso el presidente del Gobierno sí ha escuchado voces que le transmiten preocupación.

El presidente hará lo mismo que en toda su trayectoria, especialmente, en los momentos de crisis: calma y no habrá cambios visibles

Para el lunes hay mucha expectación sobre lo que pueda anunciar Rajoy en la Junta Directiva Nacional del PP, pero de nuevo lo que se transmite desde el entorno del presidente del Gobierno es lo mismo que ha mantenido en toda su trayectoria, especialmente, en los momentos de crisis: calma y no habrá cambios visibles. Si los hiciera daría imagen de pánico, porque no tiene costumbre de actuaciones radicales.

Tiene en el horizonte la posible salida de Luis de Guindos en abril si va al Banco Central Europeo o la de Dolors Montserrat si se repiten las elecciones en Cataluña. Pero nada más, porque el propio Rajoy aseguró en la rueda de prensa con la que cerró el año que no haría cambios de personas, que cree que el equipo está funcionando bien y que, por tanto, no ve necesidad de hacer nombramientos o destituciones. Como explica un alto dirigente del PP: si le está costando tanto nombrar un nuevo jefe de Gabinete en sustitución de Jorge Moragas, ¿cómo queréis que haga cambios más profundos y de forma rápida?

El líder del PP y presidente del Gobierno es muy conservador en la elección de sus equipos y por eso mantiene prácticamente a los mismos colaboradores con los que ha ido pasando por los diferentes cargos públicos que ha ocupado. Y, por eso, su Ejecutivo es el más duradero de la historia democrática en su estructura básica, solo con los cambios precisos por dimisiones como las de Alberto Ruiz-Gallardón, Ana Mato o José Manuel Soria, entre otros y desplazamientos a otros lugares vitales como Ana Pastor del Gobierno a la Presidencia del Congreso. Es decir, cambia lo justo en el Gobierno y también en el partido, donde incluyó a Fernando Martínez Maíllo, Andrea Levy, Pablo Casado y Javier Maroto, pero manteniendo a consejeros o colaboradores perennes como Javier Arenas. Y sigue con Pedro Arriola a su lado, aunque el sociólogo de cabecera haya hecho muchos amagos para jubilarse. Y eso que Arriola es el que ridiculizó el ascenso de Ciudadanos y de Podemos, tachando a este último de "partido de los friquis".

Foto: Cena de navidad del PP de Madrid. (EFE)

Uno de esos cambios recientes fue atribuir a Íñigo Méndez de Vigo la función de portavoz, con un resultado muy cuestionado en la dirección del partido.

Esos precedentes indican que la amenaza de Ciudadanos no llevará a ninguna revolución de Rajoy en el Gobierno y el partido. A lo más que se atreven a apostar es a iniciativas como alguna convención nacional para redefinir algunas posiciones estratégicas, a llenar la agenda con propuestas en el Parlamento para que la legislatura deje de languidecer, a impulsar pactos frenados como el de pensiones y a replantearse qué hacer con los puntos concretos del acuerdo de investidura con Albert Rivera. Tiene pendiente también establecer una fecha para el debate sobre el estado de la nación que no se celebró el año pasado y que podría ser aprovechado para intentar dar impulso político al Gobierno, al inicio del periodo de sesiones del Congreso.

Pero Rajoy es un ferviente partidario de la máxima según la cual la mejor estrategia es la que no se cuenta y, aunque promueva un cambio estratégico o medidas para mejorar la implantación del PP, no es previsible que la anuncie este lunes, más allá de dar ánimos a los suyos y volver a hablar de la recuperación económica, de la necesidad de estabilidad y de superar las perturbaciones que traen la crisis en Cataluña.

La dirección del PP insiste en que las encuestas de estos días siguen el efecto del 21-D creando una especie de espejismo

En el análisis que hace la dirección del PP se insiste en que no es posible extrapolar Cataluña al resto de España y que las encuestas de estos días siguen ese efecto del 21-D creando una especie de espejismo, porque no hay elecciones convocadas y, por tanto, no pueden medirse fenómenos de último momento como el del voto útil. También explican que las encuestas suelen beneficiar siempre a Ciudadanos y, de hecho, ya estuvieron en cabeza de los sondeos antes de las últimas generales. Pero esos argumentos no pueden esconder la preocupación por las encuestas.

Admiten que en este momento el voto útil es el de Ciudadanos, no el del PP. De hecho, la caída de Podemos supone para el PP perder el valor de opción refugio contra el populismo, es decir, que en la medida en la que Pablo Iglesias ascendía había votantes que preferían apoyar a los populares, con la nariz tapada, para evitar lo que consideraban males mayores. Paradójicamente la caída de Podemos es mala para el PP.

En el análisis de esos críticos, siempre hecho en voz baja como se hace esto en el PP de Rajoy, se incluye la impresión de que el actual Gobierno da imagen de gastado, frente a una imagen de mayor modernidad que mantiene Ciudadanos. Ese sería, según esa versión, el efecto de la falta de renovación de equipos. Contribuye la imagen de ineficacia que transmiten acontecimientos como los incidentes por las nevadas y la gestión de esa crisis llevada a cabo por el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido.

placeholder Xavier García Albiol tras los resultados del 21-D. (EFE)
Xavier García Albiol tras los resultados del 21-D. (EFE)

Los estudios que maneja el PP muestran un voto generacional que abandona a los populares en favor de Ciudadanos y una mayor implantación del partido de Rivera en los grandes núcleos urbanos. Esto último incrementa la preocupación en Génova porque las próximas elecciones son las municipales de 2019 y porque debe renovar a la inmensa mayoría de los candidatos a alcaldes de las capitales de provincia. Los líderes municipales y autonómicos que se la juegan en 2019 transmiten esa inquietud.

Según ese análisis interno por comunidades, Ciudadanos mantiene una notable debilidad en el País Vasco, aunque el PP tampoco está en sus mejores momentos en Euskadi y, además, sus pactos con el PNV han fortalecido a los nacionalistas. Y al PP le preocupa especialmente el ascenso del partido de Rivera en Andalucía y en Madrid, dos de las comunidades con mayor peso en la distribución de escaños en las generales.

Cuando Pablo Iglesias ascendía había votantes que preferían a los populares. Paradójicamente la caída de Podemos es mala para el PP

La coyuntura tampoco favorece al PP, porque, por ejemplo, para este año tendrá que afrontar acontecimientos negativos vinculados a la corrupción, como la sentencia del caso Gürtel, el juicio por los papeles de Bárcenas y el avance de la instrucción de casos como Lezo y el de Rodrigo Rato, entre otros. En el Congreso no hay dudas de que las conclusiones de la comisión de investigación hablarán de financiación ilegal del PP y se mantienen en el dilema de retrasar el cumplimiento del pacto con Ciudadanos o acometer las medidas de regeneración a riesgo de dar más protagonismo al partido de Rivera.

Rajoy mantendrá este lunes la defensa de la aplicación del artículo 155 en Cataluña, utilizando como argumento que su estrategia ha logrado quebrar al independentismo, hasta el punto de hacerles abjurar de la vía soberanista unilateral. Sobre ese asunto, Ciudadanos ha arrebatado también su bandera al PP y, además, no beneficia a los populares la simpatía no disimulada que trasluce FAES, la fundación de José María Aznar, hacia el partido de Rivera.

Con la cautela de las condiciones especiales de las elecciones catalanas, otra de las alarmas se refiere al escaso tirón que demostró Rajoy, pese a que se volcó en esa campaña. Y, por supuesto, no hay asomo o indicio de sucesión al frente del PP.

El PP ha entrado en pánico: el resultado de las elecciones catalanas y su reflejo en diferentes encuestas hacen crecer la impresión de que, por primera vez, su hegemonía en el centro derecha está en cuestión. Los propios estudios internos del PP han hecho saltar las alarmas en la dirección del partido por las buenas expectativas de Ciudadanos.

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