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Las claves de la ofensiva diplomática que llevó Cataluña hasta el Despacho Oval
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CLAVES DE LA REUNIÓN ENTRE FELIPE VI Y OBAMA

Las claves de la ofensiva diplomática que llevó Cataluña hasta el Despacho Oval

Las palabras de Obama han dado la vuelta al mundo y demuestran un cambio de estrategia en la diplomacia española. A dos semanas de las catalanas, el presidente habló de "una España unida"

Foto: El Rey Felipe VI en su reunión con el presidente de EEUU, Barack Obama, en la Casa Blanca. (Reuters)
El Rey Felipe VI en su reunión con el presidente de EEUU, Barack Obama, en la Casa Blanca. (Reuters)

"Es el compromiso de Estados Unidos mantener buenas relaciones con una España fuerte y unida". La frase del presidente Barack Obama en su encuentro con el Rey Felipe VI el martes en la Casa Blanca ha ocupado portadas y, sobre todo, ya forma parte de la campaña electoral catalana. Son palabras que en un principio la intérprete que acompañaba a los mandatarios no tradujo con exactitud y que, gracias a los gestos del Monarca, cuando miró de reojo a miembros de la delegación española haciéndoles comprender la importancia de que fueran corregidas y trasladadas a la opinión pública debidamente, convirtieron en una anécdota lo que podría haber estropeado un gesto decisivo, pensado y negociado.

El Ministerio de Asuntos Exteriores era consciente de la trascendencia que tendría que el presidente de la primera potencia mundial expresara su apoyo a la unidad de España. Según confirman fuentes de la Casa Real, la conversación entre Obama y don Felipe duró aproximadamente 45 minutos y además de los temas de calado internacional previstos en la agenda, la situación política actual en España y la cita con las urnas el próximo 27 de septiembre también estuvieron muy presentes en la charla del Despacho Oval en presencia del ministro José Manuel García-Margallo y el secretario de Estado estadounidense, John Kerry.

Una novedad en toda regla porque si en algo coinciden distintas fuentes y miembros de la diplomacia española es en reconocer que el asunto catalán se ha intentado "rebajar" hasta hace muy poco. "De Cataluña ni hablar". Esa era la estrategia marcada minuciosamente desde Presidencia y Exteriores. De hecho, en la visita de Mariano Rajoy a EEUU el año pasado, quien también despachó con el presidente Obama, "ni se tocó el tema", como publicó este diario. Durante largos meses, el Ejecutivo español ha preferido restarle importancia al problema, rehuir el debate en las comparecencias públicas y arrinconarlo a un simple pie de página en las agendas diplomáticas. En embajadas y viajes de estado, la consigna era evitar la confrontación y transmitir calma. El propio García-Margallo, uno de los ministros más proclives a hacer declaraciones, reconoció en algunas ocasión que de Cataluña se habla cuando alguien pregunta. “Cuando he tenido reuniones y me han preguntado, he explicado la situación”, dijo en una entrevista con La Razón en diciembre del año pasado.

Fuentes de Moncloa así lo confirman también: “Si un medio de comunicación extranjero se interesaba por la postura del Gobierno español sobre el proceso soberanista de Cataluña, se le remitía a lo que se ya se había dicho en Madrid. Y, aunque quisieran, los embajadores tenían órdenes de no dar entrevistas para hablar del asunto y evitar generar polémicas. Esa era la política que dictaba Presidencia. Algunos no estábamos de acuerdo, pero insistían para que se cumpliera la directriz”, explican las mismas fuentes. El problema cuenta con el agravante de la "problemática coordinación" que existe entre la secretaría de Comunicación de Presidencia y el cuerpo diplomático.

Las instrucciones estaban muy bien definidas. Tanto, que la percibían muchos corresponsales extranjeros afincados en España. “Para conseguir la versión del Gobierno catalán sólo hay que levantar el teléfono, incluso entrevistar a Artur Mas y sacarle declaraciones es relativamente accesible; pero para que alguien explique ante una grabadora o una cámara lo que piensa Madrid hay que recurrir a profesores de universidad, periodistas, analistas o políticos locales”, se quejaba un reportero extranjero este verano.

En las últimas semanas, con el desafío del 27-S llamando a la puerta, la estrategia de comunicación en el exterior parece haber cambiado por completo. “Se han dado cuenta de que era un error, aunque me temo que puede ser tarde”, indican las mismas fuentes. “Al mantener el silencio durante tanto tiempo parece que teníamos algo que ocultar. Fue un error. Sobre todo en los países anglosajones las cosas se entienden así, como falta de transparencia. Sólo tienes que comparar con la política de comunicación que tuvo David Cameron con Escocia”, insisten las mismas fuentes. En Reino Unido el Gobierno tiene prohibido expresar su postura en referendos y consultas populares durante un periodo de campaña superior a un mes (la llamada “purdah”). “Pero antes y después de eso se habla con naturalidad de cualquier asunto. Si alguien llama, ofrecemos nuestra versión y gestionamos las entrevistas pertinentes”, aseguran desde la embajada británica.

El presidente Obama es el último líder internacional en decidirse a hablar de Cataluña abiertamente, en línea con la estrategia marcada por el Gobierno de Rajoy. Ya en 2012 el entonces presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ratificaba que si Cataluña saliese de España, "estaría fuera de la Unión Europea" y lo repitió en varias ocasiones durante los siguientes años incluso respondiendo las cartas de Artur Mas. Una advertencia que también Angela Merkel ha reiterado en muchas ocasiones. La última, hace sólo unos días en presencia del propio Rajoy, y que supuso un paso más allá, cuando la canciller alemana afirmó que Europa "no permitiría" una Cataluña independiente.

La organización del viaje de Felipe VI al otro lado del charco ya es significativa de por sí. El Monarca viajó rodeado de 'pesos pesados' del empresariado catalán, entre los que están el presidente de la CEOE, Juan Rosell, el presidente de la Cámara de Comercio y Freixenet, José Luis Bonet, cuya compañía se presupone el mayor símbolo catalán de la 'no ruptura' con España; y Juan María Nin, consejero del Grupo Indukern y el presidente de la Cámara de Comercio de EEUU en España, Jaume Malet. Felipe VI, en su papel de máximo representante de España como Jefe de Estado, animó a empresarios norteamericanos a confiar en España, insistiendo en que es un gran momento para invertir y expandir operaciones y aprovechó para mencionar las oportunidades que traerá el Tratado de Libre Comercio entre la UE y EEUU -que no ha estado exento de polémicas-.

También hubo tiempo para elogios. Obama reconoció públicamente "el liderazgo" que a su juicio ha mostrado Felipe VI durante su primer año y medio en el trono convirtiéndose "en un ejemplo para todos nosotros", insistió el presidente, lanzando una promesa al aire: visitará España antes de que termine su mandato. En cualquier caso, el mensaje de Obama es para consumo interno y los medios internacionales (empezando por los estadounidenses) apenas se hicieron eco del encuentro. "Ahora mismo toda la atención internacional está en la crisis de refugiados y cuesta mucho conseguir espacio para escribir sobre Cataluña", se quejan los corresponsales extranjeros en España.

"Es el compromiso de Estados Unidos mantener buenas relaciones con una España fuerte y unida". La frase del presidente Barack Obama en su encuentro con el Rey Felipe VI el martes en la Casa Blanca ha ocupado portadas y, sobre todo, ya forma parte de la campaña electoral catalana. Son palabras que en un principio la intérprete que acompañaba a los mandatarios no tradujo con exactitud y que, gracias a los gestos del Monarca, cuando miró de reojo a miembros de la delegación española haciéndoles comprender la importancia de que fueran corregidas y trasladadas a la opinión pública debidamente, convirtieron en una anécdota lo que podría haber estropeado un gesto decisivo, pensado y negociado.

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