Carod-Rovira prepara el desembarco de Gorka Knörr como su futuro jefe de campaña

Gorka Knörr, el que fuera vicepresidente primero del Parlamento vasco en la anterior legislatura y díscolo ex secretario general de Eusko Alkartasuna (EA), ha sido tanteado por Josep Lluis Carod-Rovira para que forme parte de su equipo.

Un ofrecimiento que le viene al político vasco -aunque nacido, precisamente, en Cataluña-, en el mejor momento, sobre todo cuando el próximo 26 de octubre se sentará en el banquillo de los acusados, junto a sus compañeros en la Mesa en la Cámara de Vitoria Juan María Atutxa y Kontxi Bilbao, por negarse a ilegalizar al grupo Sozialista Abertzaleak, la marca parlamentaria de Batasuna.

Un problema judicial ante el que Gorka Knörr ya ha manifestado reiteradamente que se siente “desprotegido” por su partido, que le sacó de las ‘inmunizantes’ candidaturas en las elecciones autonómicas vascas del pasado mes de abril y le dejó a los pies de los caballos de la Ley.

Por ello, Carod-Rovira, a riesgo de enfrentarse a sus amigos de EA -Knörr está fuertemente enfrentado a la actual presidenta de la formación vasca, Begoña Errazti, y al fundador de la misma, Carlos Garaikoetxea-, ha decidido dar cobijo al político nacionalista y ya le busca acomodo. Todo indica que le incluirá en el aparato de ERC, donde ejercerá el influyente papel de jefe de gabinete en futuras campañas electorales.

Un buen destino que, sin embargo, algunos creen que se quedará corto para las aspiraciones de Knörr. Fuentes de este diario sitúan al político vasco, incluso, en una dirección general de la Generalitat si el Tripartito no se rompe por culpa del Estatut. Ya se sabe que Carod, aún fuera del Govern, tiene mucha mano con Pasqual Maragall. Baste como ejemplo el caso de su hermano, Apeles Carod-Rovira, inamovible en su puesto de secretario general de Asuntos Interdepartamentales de la Generalitat a pesar de ser célebres sus ausencias vespertinas del despacho.

Con este panorama, el ex secretario general de EA espera ansioso la llamada definitiva de su buen amigo Carod. Mientras tanto, sigue dando largas a su reincorporación en el Grupo Mondragón -donde trabajaba antes de dedicarse de pleno a la política- y hace frecuentes viajes a Barcelona.