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Dentro del búnker secreto de Ikea donde dan vida a los muebles que tienes en tu salón
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Dentro del búnker secreto de Ikea donde dan vida a los muebles que tienes en tu salón

Cuando comienzan a trabajar en un prototipo, no lo hacen a su libre albedrío. Siguen los designios del 'Diseño Democrático', la corriente de pensamiento que creó la empresa sueca

Foto: Prototipos en miniatura de la silla Fröset de Ikea. (J. M.)
Prototipos en miniatura de la silla Fröset de Ikea. (J. M.)
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Älmhult (Suecia) es un lugar para la inspiración. Hace setenta años, Ingvar Kamprad gestó en esta pequeña localidad su idea de fundar Ikea y, a día de hoy, todavía se aparecen por allí las musas que los diseñadores utilizan para crear los muebles de la multinacional escandinava. En la sede central que la compañía tiene ubicada en esta ciudad, parapetada tras una enorme cristalera que recorre la zona de comidas y reuniones, se encuentra la Prototype Shop (Tienda de Prototipos), el lugar de trabajo de una veintena de mentes pensantes que dan forma al mobiliario que copa las casas de medio mundo.

La puerta de acceso está cerrada electrónicamente. Lo que allí se ingenia es alto secreto, al menos hasta que obtiene el visto bueno definitivo para salir al mercado. Por eso, los medios de comunicación que han conseguido acceder a este espacio, entre los que se encuentra El Confidencial, tienen terminantemente prohibido realizar fotografías sin pedir permiso previamente. Aunque, una vez dentro, entre tantas tablas de madera, telas de diferentes colores y herramientas de todos los tamaños, es difícil discernir un prototipo de lo que no lo es.

Allí trabaja Johan Ejdemo, uno de los dos jefes de Diseño de Ikea. Forma parte de la empresa desde 1999, casi un cuarto de siglo en el que siempre ha desempeñado roles creativos. Después de tantos años, le es imposible contabilizar cuántos muebles han pasado por sus manos antes de salir al mercado, aunque sí es capaz de elegir el producto del que se siente más orgulloso. Si tuviese que elegir uno, serían las lámparas con forma de diente de león, que se convirtieron en un éxito hace unos años. "Fue uno de esos productos que pensábamos que no podíamos hacer realidad. Parecía que habíamos fallado, pero finalmente encontramos el material que necesitábamos para hacer que la flor fuese suave, pero firme", explica en una entrevista con este medio.

Esa es justo la labor que desarrollan en la Prototype Shop, probar todo tipo de formas y materiales hasta encontrar la opción que mejor encaje en el producto que les hayan encargado idear. Para dar rienda suelta a su imaginación, hay delimitadas cinco amplias zonas de trabajo. La primera de ellas tiene siete enormes impresoras 3D que funcionan durante todo el día para crear cada año a unos 6.000 prototipos en su fase inicial. La segunda es un taller de madera, repleto de herramientas para elaborar los esqueletos de sillas, mesas o sillones, sin acabados ni rellenos tapizados.

Más al fondo, conectada por otra puerta electrónica, se encuentra la sala de ensamblaje, el lugar donde se inventaron los wedge dowel (pasadores de cuña), el método que hoy en día incorporan muchos muebles de Ikea para poder montarlos en casa sin necesidad de tornillos ni llave allen. En esta es donde más fallos encuentran, porque es donde más pruebas realizan para conseguir el proyecto final. Por último, hay una sala para manipular los productos de metal y otra destinada a la pintura y el barniz.

Foto: Entrada al Museo Ikea en Älmhult (Suecia). (J. M.)
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Cuando Ejdemo y su equipo comienzan a trabajar en un prototipo, no lo hacen al libre albedrío. Siguen los designios del Diseño Democrático, la corriente de pensamiento que creó y abandera la multinacional sueca para elaborar todos sus productos basándose en cinco pilares: forma, función, precio accesible, sustentabilidad y calidad. Aunque un diseñador no valdría nada sin una gran dosis de inspiración. Así se lo hace saber Ejdemo a sus pupilos, aconsejándoles que se focalicen "en las cosas de las que quizás no son conscientes, que al final son las más importantes de la vida".

El producto que muestran como ejemplo al grupo de periodistas —y permiten fotografiar porque ya está en el mercado— es la silla Fröset, que cuesta 89 euros en España e inunda los edificios corporativos que tiene Ikea en Älmhult, incluso la entrada del hotel que lleva el nombre de la multinacional sueca.

placeholder La silla Fröset de Ikea delante de los prototipos más pequeños (J. M.)
La silla Fröset de Ikea delante de los prototipos más pequeños (J. M.)

Sarah Fager, otra de las diseñadoras que trabaja en la Prototype Shop y que cuenta con casi 20.000 seguidores en la cuenta de Instagram donde luce sus diseños, enseña orgullosa hasta cinco modelos de esta silla en miniatura, elaborados con impresora 3D, que sirvieron como guía hasta alcanzar el producto final: una silla de un solo material, con madera más dura en el asiento y más débil en el respaldo. "Hay que intentar hacer las cosas lo más simple posible, con la intención de que duren lo máximo posible y que luego se puedan reciclar", sostiene durante la visita.

Los diseñadores, también llamados ingenieros de prototipos, tiene perfiles muy diversos. En cualquier proceso de creación, lo mejor es compartir diferentes ideas que conduzcan a una amalgama perfecta. Por eso, confluye en el equipo una rara combinación de habilidades: conocimientos sobre materiales, carpintería, construcción y destreza. "Ser diseñador hoy en día es muy interesante, porque hay muchas ideas locas que podemos materializar con éxito y eso es divertido", destaca Fager.

La última aventura en la que Ikea ha sumergido a una parte de su equipo de diseñadores es el proyecto Existence Maximum —big ideas on small spaces (Existencia Máxima— grandes ideas en espacios pequeños). Consiste es ingeniar una gama de muebles multifuncionales que permitan llevar a cabo diferentes actividades en un mismo espacio, además de implementar soluciones de almacenamiento, para abordar uno de los principales problemas que asolan a aquellos que viven en las grandes ciudades: los apartamentos pequeños. Es decir, están elaborando muebles que actúan como una navaja suiza, que pueden transformarse, por ejemplo, en una cama o un escritorio, dependiendo de las necesidades de cada momento.

La prueba definitiva

Cuando los diseñadores tienen el prototipo que consideran más idóneo, con el que han obtenido la forma que desean, el producto en cuestión se somete a todo tipo de pruebas para comprobar que es resistente, duradero y seguro de utilizar. Los muebles son golpeados, rozados y presionados miles de veces por prensas hidráulicas y todo tipo de maquinaria. Por lo que pudiera pasar, las paredes están aderezadas con surtidores de tiritas. Los artículos de baño y cocina tampoco se libran de esta última verificación y pasan horas en habitaciones con diferentes climas de humedad para ver cómo se comportan, mientras que las telas se lavan y secan constantemente.

De todo esto se encarga el equipo del Test Lab, que trabaja en un edificio a unos 350 metros de distancia de la sede que acoge la Prototype Shop y en otro centro que tienen en Shanghái (China). Entre estos dos laboratorios de pruebas suman una superficie de 20.000 metros cuadrados, divididos en varias plantas, en los que hay empleadas unas 250 personas. Aunque también cuentan con la ayuda de otros centros independientes repartidos por todo el mundo. En total, según los datos de la propia compañía, realizan más de un millón de pruebas anuales de productos y materiales.

placeholder Exterior de la sede del Test Lab de Ikea en Älmhult (Suecia). (J. M.)
Exterior de la sede del Test Lab de Ikea en Älmhult (Suecia). (J. M.)

No testean únicamente que los muebles no se rompan, también que, si lo hacen, causen el menor daño posible. Por ejemplo, un buen resultado de esta verificación es que un escritorio de madera, en lugar de partirse o astillarse, solo se aboyase notablemente. Si no superan esta fase, el prototipo retorna a manos de los diseñadores, que tendrán que volver a utilizar todo su ingenio para que sea viable o desechar la idea definitivamente. Esta última opción es más frecuente de lo que parece, como reconoce Johan Ejdemo, aunque explica que "es parte del trabajo", haciendo buena aquella frase motivacional que asegura que el fracaso es solo una parte del camino hacia el éxito.

Älmhult (Suecia) es un lugar para la inspiración. Hace setenta años, Ingvar Kamprad gestó en esta pequeña localidad su idea de fundar Ikea y, a día de hoy, todavía se aparecen por allí las musas que los diseñadores utilizan para crear los muebles de la multinacional escandinava. En la sede central que la compañía tiene ubicada en esta ciudad, parapetada tras una enorme cristalera que recorre la zona de comidas y reuniones, se encuentra la Prototype Shop (Tienda de Prototipos), el lugar de trabajo de una veintena de mentes pensantes que dan forma al mobiliario que copa las casas de medio mundo.

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