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¿De dónde vienen las tiritas? Así nació uno de los inventos más útiles del botiquín
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¿De dónde vienen las tiritas? Así nació uno de los inventos más útiles del botiquín

Las heridas pequeñas son comunes en nuestro día a día, pero hubo una vez en que protegerlas de una infección era tarea difícil

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Como todo el mundo, Josephine Knight Dickson se hacía a menudo heridas en su día a día, especialmente, mientras cocinaba. Corría la década de 1920, Knight era estadounidense. Y como tantas entonces, incluso en el país del idilio, su oficio quedaba restringido a cumplir con la imagen del ama de casa.

Mientras tanto, su marido, con el que se había casado en 1917, trabajaba en el departamento de ventas de la multinacional farmacéutica Johnson & Johnson y, precisamente, se ocupaba de la fabricación de gasas y esparadrapos.

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En aquella casa no faltaban, pues, remedios para pequeños rasguños, cortes o cualquier herida. Sin embargo, a veces tenían que apañárselas incluso con los productos de última generación que Earle Dickson llevaba: las gasas dificultaban los movimientos y era fácil que se cayeran rápido. Pero, ¿y si colocaban un pequeño trozo de gasa en bajo el esparadrapo? La cosa cambiaba mucho.

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Unas medidas poco prácticas

Con este método, la herida quedaba protegida sin dificultar cualquier gesto. Acababan de inventar lo que más tarde se llamaría tirita. Dickson presentó el invento a sus jefes, pero estos, en un primer momento, no le vieron utilidad, aunque decidieron probar a fabricarlo cuando aquel demostró lo fácil que era usarlo.

placeholder Bocetos de la patente original de una tirita. Patente de EE.UU. Nº 1612267.
Bocetos de la patente original de una tirita. Patente de EE.UU. Nº 1612267.

Antes, las heridas se curaban y se intentaban proteger con cualquier trapo o tela, si es que había cerca, pero dejar un corte sin vendar retrasa la cicatrización y corre el riesgo de infección. El nuevo producto, pequeño y casi desapercibido, podía ser una enorme solución.

Sin embargo, el prototipo tenía unas medidas muy poco prácticas: más de dos palmos de largo y ocho centímetros de ancho. Así, según detalla la escritora independiente y productora Mary Bellis en Thought Co., la tirita tardó un tiempo en popularizarse precisamente porque hubo que recortar de aquí y de allá en la invención original para hacerla un producto sencillo para el consumidor.

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Imprescindibles para scouts

Con todo ello, las ventas comenzaron siendo más bien escasas. "Desafortunadamente, las vendas originales hechas a mano no se vendieron bien; solo se vendieron 3.000 dólares en producto durante el primer año, lo que puede deberse a que las primeras versiones venían en secciones de demasiado grandes", escribe Lemelson-MIT.

El éxito llegó cuando la empresa las añadió en sus botiquines de primeros auxilios para boy scouts. De esta forma se consolidaba también el marketing para niños y familias que convirtió a Johnson & Johnson en la fabricante por excelencia de productos farmacéuticos infantiles.

Surgió así la estandarización de las tiritas en 1924, aunque por aquel entonces esta idea de lo estándar estaba hecha de tela. Comenzaron poco después a fabricarlas en diferentes tamaños. Llegado 1939, se añadieron los apósitos estériles y en 1958 se sustituyó la tela por plástico.

Las tiritas se expandieron por todo el país norteamericano y no tardaron en hacerlo por el resto del mundo. A Dickson, por su parte, le acabaron nombrando vicepresidente de la empresa y miembro del Consejo de Dirección. Fue una manera de cubrir la herida producida por no haberle hecho caso desde el principio.

Como todo el mundo, Josephine Knight Dickson se hacía a menudo heridas en su día a día, especialmente, mientras cocinaba. Corría la década de 1920, Knight era estadounidense. Y como tantas entonces, incluso en el país del idilio, su oficio quedaba restringido a cumplir con la imagen del ama de casa.

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