El Corte Inglés toma aire con la venta de Informática y gana tiempo para su estrategia inmobiliaria

Despacito y con buena letra. Tras muchos años de idas y venidas en su estrategia inmobiliaria, El Corte Inglés ha logrado un balón de oxígeno con la venta de su filial de Informática, operación que reduce, y mucho, la necesidad que tenía el grupo de vender inmuebles, allanando así el camino al nuevo responsable de Real Estate, Javier Catena, para poder aplicar la hoja de ruta que tiene en mente.

Desde que desembarcó en la compañía, a principios del año, el directivo tuvo claro que lo primero que se debía hacer era poner en orden la casa y, segundo, establecer un orden lógico de hacia dónde se quiere, y puede, ir. Horizonte que Catena, si le dejan, tiene claro: crear una gran sociedad patrimonial, tenedora de los activos inmobiliarios, que deberá ser rentable en sí misma e independiente del negocio comercial.

Un ejemplo de los vaivenes que ha dado el grupo es el solar de Castellana que la compañía adquirió hace cinco años. Ubicado justo delante de su centro estrella de Nuevos Ministerios, El Corte Inglés pagó 136 millones de euros por los 13.000 metros cuadrados de superficie, más del doble que el segundo ofertante, Monthisa.

Entonces, El Corte Inglés justificó este disparado desembolso por el carácter estratégico que tiene para la compañía el centro de Castellana, un argumento que choca directamente con su inclusión dentro de la primera megacartera que diseñó PwC, y de la que Catena lo sacó en una de sus primeras decisiones nada más aterrizar en la compañía.

Este tipo de ejemplos explican la necesidad que tiene El Corte Inglés de, antes que nada, ordenar lo que tiene, determinar qué es estratégico y qué no, y después ver cómo se pone en valor. Un ejercicio que ahora, por primera vez en muchos años, cuenta con algo de gasolina para poder avanzar, y que irá con el depósito lleno si a la venta de Informática sigue la de Viajes, ya que eso aleja todavía más la presión de tener que deshacerse de inmuebles.

Dentro de este esquema general, hay aspectos particulares, como el cambio de sede, cuya lógica va más allá del negocio puramente inmobiliario y tiene que ver con el cambio de mentalidad que necesita la compañía para adaptarse al nuevo entorno y sobrevivir en la 'era Amazon'.

En este caso, la clave está en el clásico razonamiento de que para cambiar mentalidades, hay que mover la plantilla, trasladarla de oficina, como manera de hacerla salir de su zona de confort y hacerla sentir que llegan nuevos tiempos.

Otra cosa es que, si llegara a aprobarse esta mudanza, fuera acompañada de la venta de la sede de Hermosilla. Precisamente, porque el orden que quiere introducir Catena con El Corte Inglés Real Estate puede llevar a plantearse que, en vez de vender, y ya que cuenta con su propia constructora, tenga más sentido rehabilitarlos y alquilarlos ellos. O quizá venderlos, pero ya sin la presión.