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El 20% de la multitudinaria familia de los Raventós, partidario de vender Codorníu
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Carlyle solo ofrecía 200 millones

El 20% de la multitudinaria familia de los Raventós, partidario de vender Codorníu

Entre los socios familiares, el mayor paquete es el que controla la rama de los Raventós-Chalbaud, cuyo miembro más relevante es María del Mar Raventós, que en su caso no es partidaria de vender

Foto: Instalaciones de la empresa Codorníu. (EFE)
Instalaciones de la empresa Codorníu. (EFE)

Cerca del 20% del capital en manos de la multitudinaria familia Raventós quiere vender Codorníu. De confirmarse, ese sería el final de una familia como ninguna en España. Tan apegada a la tradición que cuando nace un nuevo miembro la empresa les envía una caja de 'benjamines' —pequeños botellines de cava— y un árbol genealógico. Pero las tradiciones no pagan dividendo. Unideco, la compañía que aglutina al grupo Codorníu está en pérdidas y hace muchos años que no gana dinero de verdad. Así que una buena parte de los 216 accionistas quieren liquidez y buscar otras oportunidades de inversión.

En la junta de accionistas que se celebró el 26 de enero de 2017 —en Sant Sadurní d’Anoia— votaron en contra de la gestión del consejo de administración un 20% del capital. Una oposición muy grande en un grupo donde ningún accionista tiene más del 10%. Y ese 20% es ahora el partidario de desprenderse de las acciones de Codorníu.

El mayor paquete dentro de la familia es el que agrupa la rama de los Raventós-Chalbaud, cuyo miembro más relevante es María del Mar Raventós

El mayor paquete dentro de la familia Raventós es el que agrupa la rama de los Raventós-Chalbaud, cuyo miembro más relevante es María del Mar Raventós (66 años), y que aglutina cerca del 20%. Esta rama no quiere vender, según explican fuentes cercanas al grupo. Y están aliados con el director general, Xavier Pagés, cabeza visible de la rama Pagés Raventós. Xavier Pagés asegura que juntos aglutinan a más del 51% del capital y que se niegan a ceder sus acciones. Pagés sucederá a Mar Raventós en la presidencia a finales de este año.

Sin embargo, otras fuentes ponen esta versión de la venta en entredicho. Aseguran que en la reunión que se celebró el pasado miércoles en el IESE y en la que se reunieron los 216 accionistas para valorar el principio de oferta que preparaba el fondo Carlyle los que se resistían a vender eran más que los partidarios de aceptar la oferta, cerca de un 30%. Pero que la verdadera mayoría eran los indecisos.

Foto: Codorníu.

No ha ayudado que Carlyle solo quisiera poner 200 millones de euros, mientras que la mayoría de las ramas familiares esperaban al menos 230 millones. Pero Carlyle valora la compañía a la baja. Menos de un euro pagado por un euro facturado. Codorníu facturó al cierre del ejercicio cerrado a 30 de junio de 2017 un total de 237 millones, cerró con números rojos y debía 90 millones de euros.

Sin buenas perspectivas

Además, el grupo carece de perspectivas de crecimiento. En 2009, murió el último gran presidente de Codorníu, Manel Raventós, representante de otra rama de la familia, los Raventós Artés. En ese momento el grupo, considerado la empresa más antigua de España, facturaba 232 millones. Lo mismo que ahora. Es decir, Codorníu lleva diez años estancado en términos de volumen de negocio. Con ese panorama, cualquier valoración a la baja es más que justificable.

placeholder Cuadro con las diferentes marcas del grupo Codorníu. (EC)
Cuadro con las diferentes marcas del grupo Codorníu. (EC)

No solo eso. Xavier Pagés ha contratado a la firma de valores AZ Capital para que compre el 20% que demanda vender y que el resto de la compañía siga en manos de los Raventós que quieren continuar en el capital. Pero fuentes financieras descartan que ningún inversor vaya a comprar un paquete minoritario de una empresa tan poco rentable. Habría que poner 46 millones para no pintar nada. Por tanto, para los Raventós que quieren vender, la única esperanza pasa por convencer a más accionistas hasta aglutinar un 51%. Lo mismo que pasó en Freixenet.

Ramon Raventós Basogoiti es quien lidera a los partidarios de vender Codorníu y ya ha mostado lo que sabe hacer al frente del grupo Parxet

El líder de los vendedores es el exconsejero de Codorníu, Ramón Raventós Basogoiti. Ramón Raventós Basagoiti y su padre Ramón Raventós Sáenz tendrá que convencer a los indecisos. Lo mismo que deberá hacer Xavier Pagés para todo lo contrario. Pero hay muchos descontentos. Entre ellos el actual líder de los Raventós Artés, Jordi Raventós, quien abandonó el consejo hace meses en protesta porque la compañía había cambiado la sede por la crisis soberanista de octubre para llevarse la compañía de Cataluña a La Rioja.

placeholder Reunión quinquenal de los accionistas de la compañía. (EC)
Reunión quinquenal de los accionistas de la compañía. (EC)

Proceso de concentración

Las ventas de Freixenet y Codorníu auguran un proceso de concentración en un sector muy atomizado. Por eso, el plan de Carlyle pasaba por comprar Codorníu para iniciar una política de compras que permitiesen engordar el grupo y luego colocarlo en bolsa o a algún inversor. Lo mismo que ya hizo Carlyle cuando desembarcó en el sector de las ITV y creó Applus a base de adquisiciones.

placeholder Organigrama del funcionamiento de la empresa. (EC)
Organigrama del funcionamiento de la empresa. (EC)

En la práctica, y a menor escala, eso mismo es lo que está haciendo Ramón Raventós Basagoiti. En 2006 Ramón Raventós compró Parxet por 20 millones. Desde entonces ha iniciado una política de adquisiciones a través del grupo Gleva Estates, que es el 'holding' de agrupa todas las participaciones. Ha comprado desde Cavas Mont Ferrant hasta distribuidoras propias en Cataluña y Madrid. Tal vez, engordando para las concentraciones que están por venir y que apuntan que los próximos Raventós que nazcan tal vez serán más ricos pero se quedarán sin su caja de 'benjamines'.

Cerca del 20% del capital en manos de la multitudinaria familia Raventós quiere vender Codorníu. De confirmarse, ese sería el final de una familia como ninguna en España. Tan apegada a la tradición que cuando nace un nuevo miembro la empresa les envía una caja de 'benjamines' —pequeños botellines de cava— y un árbol genealógico. Pero las tradiciones no pagan dividendo. Unideco, la compañía que aglutina al grupo Codorníu está en pérdidas y hace muchos años que no gana dinero de verdad. Así que una buena parte de los 216 accionistas quieren liquidez y buscar otras oportunidades de inversión.

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