Las bases de CEOE reclaman a Juan Rosell ‘mano dura’ contra el 'lobby' del Ibex 35
Las elecciones que CEOE celebra en diciembre han encendido la mecha de una 'guerra fría' entre la patronal y el lobby de las grandes empresas del Ibex
El último documento o story equity sobre la economía española que el Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC) presentó la pasada semana al ministro de Industria, José Manuel Soria, ha sido la gota final en el vaso de la paciencia de la CEOE. La tensión entre ambas organizaciones se ha inflamado de forma irreversible ante la proximidad de las elecciones presidenciales que la cúpula patronal celebra en diciembre, y tanto las asociaciones sectoriales como territoriales de la institución que encabeza Juan Rosell están reclamando una campaña de derribo contra el lobby que promueven las grandes sociedades cotizadas del Ibex.
El colectivo de empresarios que preside César Alierta ha levantado las ampollas de la CEOE al atacar la fibra sensible de lo que se supone el ‘sagrado misterio’ de la economía española, como es la creación de empleo. Ni corto ni perezoso, el poderoso think tank se ha arrancado ante el Gobierno con un plan al estilo de los que proclamaba Felipe González hace más de treinta años cuando el PSOE llegó al poder con la célebre promesa de los 800.000 puestos de trabajo. El Consejo de la Competitividad no ha querido remendar de viejo y se ha estirado sobre el papel con un objetivo más ambicioso; un total de dos millones de empleos en cuatro años.
La varita mágica del CEC para alcanzar tan elevada meta se fundamenta en una reforma a ultranza del marco de relaciones laborales, lo que supone un ataque a la línea de flotación de empresarios y sindicatos como legítimos actores del mercado de trabajo. Aspectos básicos como la negociación colectiva o la política de formación tendrían que ser nuevamente cuestionados poniendo en jaque el liderazgo cada vez más debilitado de los agentes sociales. Para la CEOE un programa de semejante naturaleza vendría a ser la puntilla definitiva por cuanto que afectaría también a fuentes de financiación esenciales para el desarrollo de la que se supone es la más importante organización empresarial de España.
Las desavenencias con el lobby del Ibex están larvadas desde hace tiempo, pero ahora se han visto inflamadas al calor del proceso electoral abierto en la CEOE y que desembocará en los comicios programados para la primera quincena de diciembre. La patronal no dispone de ninguna otra alternativa para opositar contra Juan Rosell, que presumiblemente será reelegido para un periodo de otros cuatro años. El problema reside, sin embargo, en el requisito estatutario que exige comparecer ante las urnas aunque sólo sea para ratificar una candidatura única. Dicho en otras palabras, la cuestión no es si habrá ‘elecciones a la búlgara’ en CEOE, sino más bien el número de ‘búlgaros’ que se inclinarán por reconocer el liderazgo del actual presidente.
Candidato único
Rosell ha emprendido un roadshow entre las asociaciones sectoriales y territoriales que vertebran la CEOE a fin de asegurar una mayoría de adhesiones que refuercen sus aspiraciones con el fervor de una aclamación en toda regla. El máximo representante de los empresarios sabe que no tiene nadie que le haga sombra y precisamente por eso trata de conseguir un voto de confianza generalizado que le corone como el único y genuino patrón de patronos. La campaña electoral no debería representar mayor impedimento, pero el presidente se ha encontrado con unas bases empresariales que suspiran por recuperar los pasos perdidos a manos de otras organizaciones, como son las Cámaras de Comercio y, sobre todo, el inefable Consejo de la Competitividad.
El candidato in pectore se ha dado un mes de plazo para decidir si mantiene vivas sus aspiraciones o, si en un escorzo de última hora, prefiere tirar la toalla para no provocar enfrentamientos que podrían derivar en una falta de sensibilidad hacia sus representados o en una confrontación abierta con los grandes jefes del mundo de los negocios. Rosell está entre la espada y la pared, aunque los más suspicaces observadores de la CEOE entienden que todo responde a una táctica para hacerse valer ante el Gobierno y demostrar dentro de su organización que tampoco le faltan arrestos a la hora de desafiar, aunque sólo sea de boquilla, a los poderes fácticos más ilustres del país.
El vacío de poder que implicaría la hipotética renuncia de Rosell sería motivo claro de preocupación en el área económica del equipo que preside Mariano Rajoy. La colaboración de la CEOE es fundamental para aquilatar el mensaje reformista en la sociedad española, más si cabe tras la irrupción en la vida política de agrupaciones antisistema que han sabido encauzar la aversión de muchos ciudadanos contra el actual orden económico en España. El presidente de la cúpula patronal quiere que el Gobierno entienda la trascendencia de la misión institucional bajo la que se ampara la CEOE desde su fundación, y requiere para ello un nivel de interlocución sin mayores interferencias.
Cumbre empresarial con el Rey
Los empresarios confederados están dispuestos a presentar batalla ante lo que consideran constantes provocaciones del Consejo de la Competitividad. Entre ellas sobresale la reciente invitación que el grupo del Ibex ha cursado formalmente en el mencionado encuentro con José Manuel Soria con vistas a la organización antes de fin de año de una gran cumbre empresarial bajo la presidencia del rey Felipe VI y con la participación de Mariano Rajoy. La singular iniciativa ha sido interpretada en medios de la CEOE como un desafío a la representatividad de la primera organización empresarial, desatando las hostilidades de una manera que puede resultar irreversible.
Rosell va a tener que manejarse con una especial mano izquierda para poner fin a lo que ya se considera como la nueva ‘guerra fría’ por el dominio del poder empresarial en España. La solución que se promueve desde los cuarteles generales de Diego de León pasa por integrar el CEC dentro de la estructura funcional de la CEOE bajo un epígrafe especial de grandes corporaciones que aglutinaría a las entidades de capital español con mayor proyección multinacional. La fusión por absorción no supondría ninguna alteración del Consejo de la Competitividad como entidad con personalidad propia, pero todos sus movimientos estarían rubricados con el sello de pertenencia a la cúpula patronal.
Las posibilidades de llegar a un acuerdo dependen ahora de la actitud que adopten los promotores originales del lobby bursátil y que, tras el fallecimiento de Emilio Botín, se reducen a dos personas; el propio César Alierta e Isidro Fainé. El presidente de La Caixa es la gran esperanza de Rosell, dado el ascendente que posee sobre su colega de Telefónica. Curiosamente, Fainé tampoco estuvo presente en el almuerzo con el ministro de Industria. Al igual que Ana Patricia Botín, se supone que la ausencia estaba justificada por razones de agenda, pero eso no impide que existieran otros motivos más profundos para ausentarse de una cita que, al final, ha resultado de lo más controvertida.
El último documento o story equity sobre la economía española que el Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC) presentó la pasada semana al ministro de Industria, José Manuel Soria, ha sido la gota final en el vaso de la paciencia de la CEOE. La tensión entre ambas organizaciones se ha inflamado de forma irreversible ante la proximidad de las elecciones presidenciales que la cúpula patronal celebra en diciembre, y tanto las asociaciones sectoriales como territoriales de la institución que encabeza Juan Rosell están reclamando una campaña de derribo contra el lobby que promueven las grandes sociedades cotizadas del Ibex.