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El Gobierno se queda corto: poco dinero, plazo demasiado largo y grandes incertidumbres
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EL PLAN DE RECAPITALIZACIÓN NO CONVENCE AL MERCADO

El Gobierno se queda corto: poco dinero, plazo demasiado largo y grandes incertidumbres

El parto de los montes parió un ratón. Parecía que el Ejecutivo por fin estaba dispuesto a meter mano al sector financiero con un saneamiento integral

Foto: El Gobierno se queda corto: poco dinero, plazo demasiado largo y grandes incertidumbres
El Gobierno se queda corto: poco dinero, plazo demasiado largo y grandes incertidumbres

El parto de los montes parió un ratón. Parecía que el Ejecutivo por fin estaba dispuesto a meter mano al sector financiero con un saneamiento integral cualquiera que fuera su coste para el erario público, pero al final se ha echado atrás. El plan anunciado ayer por la vicepresidenta Elena Salgado se queda a medio camino entre los parches que se han puesto hasta ahora y la limpieza radical que esperaban los mercados al hilo de las informaciones publicadas en las dos últimas semanas. Y por eso, va a ser difícil que convenza al mercado.

Varios grandes inversores con los que habló ayer este diario coincidían en esta idea de que el Gobierno se ha quedado muy corto, y señalaban expresamente tres puntos: la exigua cifra de 20.000 millones, el larguísimo plazo para recapitalizar el sector y las enormes incertidumbres que siguen abiertas más otras cuantas más que dejó ayer la comparecencia de la vicepresidenta.

El propio Gobierno estimaba que hacía falta un mínimo de 30.000 millones y que se podía llegar a 80.000 en caso extremo, como adelantó El Confidencial hace dos semanas. La mayoría de los bancos de inversión calcula que, en un escenario base, las necesidades ascienden a unos 40.000 como mínimo. Pero al final ha reducido la cuantía a un máximo de 20.000, y eso incluyendo no sólo a las cajas, sino también a los bancos. Lo cual se queda muy lejos de la recapitalización masiva que se había prometido para tranquilizar a los mercados y probablemente no despejará completamente las dudas sobre la solvencia de nuestro sistema financiero.

Asimismo, las prisas por aprobar este plan y las urgencias del Gobierno para rebajar el alto coste de sus emisiones de deuda anunciaban una recapitalización inmediata. Sin embargo, se concede a las entidades hasta "otoño" (se supone que septiembre) para conseguir esos recursos (8% de 'core capital') de forma privada. Y sólo si no los consiguen para entonces llegará la inyección de dinero público que -en esto sí cumple el plan las expectativas- serán en forma de acciones, lo que forzará a las cajas a convertirse en bancos. Mientras tanto, nada durante nueve meses. Un plazo eterno que difícilmente calmará a unos inversores que piensan que la mayoría de las cajas y algunos bancos están en la UVI.

¿Qué saneamiento? ¿Qué capital?

Y peores aún son las múltiples incertidumbres que quedan abiertas, cuando lo que necesita el mercado. y lo que prometió Rubalcaba el viernes pasado- es transparencia. Para empezar, no se liga la inyección de dinero público a un saneamiento integral de balances, que es lo que piden a gritos los inversores: sacar la porquería de debajo de la alfombra. ¿Se tomarán en cuenta los saneamientos previstos en los test de estrés de julio, los de los nuevos test de la próxima primavera, los que quieran las entidades o el Banco de España...? No se sabe.

Hay dudas hasta en los requisitos. Se habla de un 8% de "capital básico" y no está claro si se refiere al 'core capital' (capital más reservas), como ha interpretado todo el mundo, o al Tier 1 (que es la ratio que incluye las preferentes, como las del FROB ya concedido), que es al que se refieren tanto Basilea III como los test de estrés.  Las nuevas normas internacionales exigirán en 2013 una ratio de solvencia total del 8%, un Tier 1 del 4,5% y un 'core capital' del 3,5%, con lo cual lo de "adelantar las exigencias de Basilea de 2013 a 2011" (según reza el comunicado de Economía) no puede referirse a un 'core capital' del 8%. 

También afirmó Salgado que a las cajas sin capital privado y fuerte dependencia de los mercados se les exigirá un capital superior al 8%, pero tampoco especificó de cuánto. Y hablando de cajas, la esperada revolución de este plan, la conversión por decreto de las cajas en bancos, también se queda a medias: sólo se hará en los casos en que no alcancen ese nuevo requisito por sus medios, pero se dejará fuera a las que lo cumplan. Tampoco se exige que las que necesiten capital salgan a bolsa, sino que se entiende que podrán ser entidades no cotizadas. Aunque, en ese caso, la promesa de que las acciones se adquirirán "en condiciones de mercado" queda abierta a múltiples interpretaciones.

La CECA y el BdE bajan los humos al Gobierno

¿A qué se debe que el plan se haya quedado tan corto? Por un lado, a las presiones de la CECA, que había protestado airadamente ante las intenciones iniciales del Gobierno. La mano de Isidro Fainé (presidente de la confederación de cajas y de La Caixa)  se nota claramente en que los bancos se hayan incluido en el paquete y en que las cajas solventes, como la suya, se libren de la nacionalización y también de la privatización (no recibirán dinero público ni se convertirán en bancos). Es de esperar que los bancos pongan el grito en el cielo con este plan, aunque veremos si se atreven a hacerlo públicamente.

También se aprecia aquí la intervención del Banco de España. El gobernador Fernández Ordóñez ha pasado de oponerse a la recapitalización -porque implicaba admitir el fracaso de todas sus medidas- a ponerse al frente de la manifestación al ver que era inevitable. De esta forma, ha podido rebajar bastante las pretensiones iniciales del Gobierno y ha salvaguardado su cuota de poder, que habría quedado muy cuestionado con el Estado como accionista de todas las cajas.

El parto de los montes parió un ratón. Parecía que el Ejecutivo por fin estaba dispuesto a meter mano al sector financiero con un saneamiento integral cualquiera que fuera su coste para el erario público, pero al final se ha echado atrás. El plan anunciado ayer por la vicepresidenta Elena Salgado se queda a medio camino entre los parches que se han puesto hasta ahora y la limpieza radical que esperaban los mercados al hilo de las informaciones publicadas en las dos últimas semanas. Y por eso, va a ser difícil que convenza al mercado.

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