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España perdería 4.000 millones de euros en fondos de cohesión si Ucrania entra en la UE
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SEGÚN UN ESTUDIO DE BRUEGEL

España perdería 4.000 millones de euros en fondos de cohesión si Ucrania entra en la UE

Nuestro país sería el segundo más perjudicado por la incorporación de Kiev, tras Italia. El agujero en las cuentas comunitarias superaría los 100.000 millones de euros

Foto: Los presidentes de la Comisión Europea y de Ucrania, Ursula Von der Leyen y Volodímir Zelenski. (EFE/Sergey Dolzhenko)
Los presidentes de la Comisión Europea y de Ucrania, Ursula Von der Leyen y Volodímir Zelenski. (EFE/Sergey Dolzhenko)
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Los procesos de adhesión a la Unión Europea suelen llevar una década, así que el escenario todavía se antoja lejano. Pero los Veintisiete le han abierto las puertas a Ucrania y es hora de hacer cuentas sobre el impacto que tendría su entrada en el club comunitario. Mucho se ha hablado de las consecuencias geopolíticas de la extensión de la frontera hacia el este, del nuevo reparto de poder al añadir la que sería la quinta nación por población (y número de eurodiputados) o del impacto sobre el mercado único en ámbitos como la agricultura. Sin embargo, hay otro aspecto que se debe poner sobre la mesa, que no tiene tanto que ver con la alteración de los grandes equilibrios, pero puede tener una incidencia directa en muchos lugares a lo largo y ancho de la Unión: la distribución de los fondos ligados a la política de cohesión.

La posible incorporación de Ucrania obligaría a barajar de nuevo las cartas, como ocurrió cuando entraron los países del Este a principios de siglo. Y, en ese nuevo reparto, España estaría entre los más perjudicados. La entrada de una nación pobre, con todos sus territorios por debajo del PIB per cápita medio de la UE, alteraría la actual posición relativa de algunos países y sus regiones, siempre al alza. Es decir, los que eran más pobres se aproximarían un poco más a la zona templada, al incorporarse otros territorios con una riqueza inferior. Y esto, como es lógico, tiene un impacto en la recepción de los fondos de ligados a la política de cohesión, que pretende favorecer la convergencia entre los diferentes Estados miembros.

La transparencia de las autoridades europeas a la hora de territorializar estos desembolsos, a diferencia de otros, facilita los cálculos sobre la incidencia que tendría una posible incorporación de Ucrania al bloque comunitario. Los expertos de Bruegel, el laboratorio de ideas de referencia en Bruselas, han hecho una aproximación a partir del actual marco financiero plurianual, que finaliza en 2027 y, con toda probabilidad, ya habrá sido sustituido por otro en el momento en que Ucrania culmine su adhesión. Se trata, por tanto, de una fotografía inexacta, pero que ofrece bastantes pistas sobre cuáles serían los ganadores y los perdedores de la ampliación.

Para hacer el cálculo, han tenido en cuenta las cinco patas financieras en las que se basa la política de cohesión. Al contrario de lo que se piensa habitualmente, esta va mucho más allá del fondo homónimo, y también contempla otros cuatro instrumentos: el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder), el Fondo Social Europeo (FSE), el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader) y el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP).

Foto: El 'lehendakari', Iñigo Urkullu, en la sede de Lehendakaritza. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)

A través de ellos, Ucrania obtendría entre 27.000 y 32.000 millones de euros durante todo el período del marco financiero plurianual (2021-2027). A esto habría que sumarle entre 68.000 y 85.000 millones de euros de la Política Agraria Común (PAC) y entre 6.000 y 7.000 millones en pagos de otros programas. En total, el país liderado por Volodímir Zelenski se embolsaría al menos 100.000 millones de euros, una cifra que podría variar ligeramente al alza si se le suma la carga burocrática que conllevaría la adhesión y se le descuentan los fondos de vecindad que dejaría de recibir tras su incorporación. Las contribuciones de Ucrania al presupuesto europeo, que se situarían entre 11.000 y 14.000 millones (entre el 0,10% y el 0,13% del total), apenas permitirían maquillar estas cifras.

Los autores del estudio recuerdan que las proyecciones exageran el impacto real, ya que surgen de un experimento de laboratorio, que no tiene en cuenta el resto de variables que influirían en la ecuación tras la entrada de Ucrania. La incorporación, destacan, estrecharía las relaciones comerciales entre ambas partes, generando más riqueza y más puestos de trabajo, y, por tanto, un incremento de la recaudación gracias a los impuestos y las cotizaciones sociales. En definitiva, la tarta se haría más grande, aunque es difícil de saber cuánto.

Un juego de suma cero

Con la tarta actual, habría un ganador (Ucrania) y varios perdedores. A diferencia de otros fondos, como la PAC, los ligados a la cohesión son —con algunos matices— una suerte de juego de suma cero: lo que reciben unos no lo reciben los otros. Por eso, la incorporación de Kiev tiene un reflejo bastante simétrico en lo que dejarían de ingresar el resto de miembros: entre 19.000 y 24.000 millones. Esta cantidad, matizan los autores, sería muy superior si en la mayoría de pagos no existiese el tope del 2,3%, que impide beneficiarse de un montante superior a ese porcentaje del PIB. De ser así, Ucrania obtendría en fondos relacionados con la cohesión seis veces más: unos 180.000 millones de euros, por lo que el actual sistema de solidaridad saltaría por los aires.

Nuestro país recibiría casi 26.500 millones de euros, frente a los más de 30.000 actuales

Gracias a esta regla, el impacto se prevé limitado, pero muy asimétrico. Y ahí es donde España sale mal parada. Nuestro país es, después de Italia, el que más fondos dejaría de recibir por la incorporación de Ucrania. Si la tercera economía del euro se quedaría con 8.460 millones de euros menos, el 23% de lo que le corresponde actualmente, la cuarta vería esfumarse el 12% de los fondos: 3.740 millones. Recibiría, por tanto, casi 26.500 millones, frente a los más de 30.000 actuales. Este agujero es semejante al presupuesto actual del Gobierno de Cantabria.

Otros países gravemente afectados serían Portugal (3.650 millones menos), Hungría (2.120 millones) o Francia (1.050 millones). En total, los Veintisiete perderían el 7% de los fondos ligados a la cohesión, con Malta (22%) y Portugal (18%) como las naciones más golpeadas en términos relativos. En cambio, socios tan dispares como Alemania o Grecia se mantendrían como están.

Pese a todo, los autores del estudio consideran que la incorporación de Ucrania "beneficiaría el PIB de la UE a través de los canales del comercio, la migración y la inversión extranjera directa". El mercado único sumaría unos 40 millones de personas más, pero también numerosos desequilibrios: la capital y ciudad más rica del país, Kiev, ni siquiera llega a la media comunitaria en PIB per cápita, mientras que hay varias regiones que no pasan del 20%. Todavía queda un largo trabajo por delante para ir reduciendo esa brecha… y también un tortuoso proceso de adhesión cuyo final aún no está escrito.

Los procesos de adhesión a la Unión Europea suelen llevar una década, así que el escenario todavía se antoja lejano. Pero los Veintisiete le han abierto las puertas a Ucrania y es hora de hacer cuentas sobre el impacto que tendría su entrada en el club comunitario. Mucho se ha hablado de las consecuencias geopolíticas de la extensión de la frontera hacia el este, del nuevo reparto de poder al añadir la que sería la quinta nación por población (y número de eurodiputados) o del impacto sobre el mercado único en ámbitos como la agricultura. Sin embargo, hay otro aspecto que se debe poner sobre la mesa, que no tiene tanto que ver con la alteración de los grandes equilibrios, pero puede tener una incidencia directa en muchos lugares a lo largo y ancho de la Unión: la distribución de los fondos ligados a la política de cohesión.

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