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Los desempleados ya no capitalizan el paro para montar un bar... y es una excelente noticia
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EL OCASO DEL EMPRENDEDOR INVOLUNTARIO

Los desempleados ya no capitalizan el paro para montar un bar... y es una excelente noticia

El número de personas que usa la prestación por desempleo para iniciar una actividad como autónomo cae a su mínimo desde 2005, lo que refleja la fortaleza del mercado laboral

Foto: Un bar en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)
Un bar en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)
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El número de desempleados que capitaliza el paro para montar un negocio ha caído a su mínimo de las últimas dos décadas. Según un estudio del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), el año pasado se acogieron a esta posibilidad poco más de 40.000 personas, el dato más bajo de la serie, que empieza en 2005. Los expertos consultados por este periódico coinciden en que se trata de una excelente noticia: certifica la buena salud del mercado laboral español, que el pasado marzo superó por primera vez la barrera de los 21 millones de afiliados.

La capitalización del paro permite recibir en un único pago toda la prestación contributiva que le quede pendiente de cobrar al trabajador. Esta se acumuló como consecuencia de las cotizaciones sociales que aportó cuando estaba empleado, por lo que genera un derecho, al que normalmente se accede en varias mensualidades hasta agotarla o incorporarse a un nuevo puesto de trabajo. Sin embargo, la ley permite que, en casos excepcionales, se obtenga de una sola tacada, constituyendo un capital con el que el beneficiario puede iniciar una actividad.

El más común de ellos es el de emprender un negocio como autónomo, que representó el 84% de las capitalizaciones en 2023. Además, también existe la posibilidad de utilizar el dinero para incorporarse como socio trabajador de una sociedad mercantil de nueva creación (8% de los casos), o incluso de la mercantil en la que trabajaba declarada en concurso, siempre que esta haya sido transformada en una sociedad cooperativa (7%) o laboral (1%). Aquí se pueden consultar todos los detalles.

Con el paso del tiempo, la medida se ha ido flexibilizando: al principio solo se podía cobrar el 20%, después el 40%, el 60%... hasta llegar al 100% actual, que se generalizó a todos los colectivos, independiente de su edad, en 2015, gracias a la Ley de Fomento del Trabajo Autónomo. Además, el solicitante puede elegir si recibe el montante en un solo pago para poner en marcha la actividad —el caso más intuitivo—, en pagos mensuales para hacer frente a las cuotas del régimen especial o combinar ambos sistemas. Incluso puede destinar hasta el 15% del pago único a sufragar servicios específicos de asesoramiento, formación e información. En definitiva: se han dado las mayores facilidades posibles para fomentar que aquellos que quieran emprender puedan hacerlo con un dinero que es suyo, porque lo han cotizado: la prestación contributiva por desempleo.

Sin embargo, esto no ha evitado que el número de desempleados acogido a esta posibilidad no haya parado de caer durante los últimos años. Si se tiene en cuenta únicamente la capitalización para iniciar una actividad por cuenta propia, que es la opción más común con una amplia diferencia, el número de beneficiarios se ha reducido prácticamente a la cuarta parte en 15 años, al pasar de un máximo de casi 154.000 en 2008 a un mínimo de que no llega a 42.000 en 2023. La evolución de las cifras globales resulta muy similar, y solo las capitalizaciones para sociedades mercantiles han experimentado una tendencia ascendente.

Como se puede apreciar en el gráfico, el mayor desplome se produjo en la segunda mitad de la década pasada, mientras que en la actual los datos se han mantenido prácticamente estables, hasta la caída del 3% que ha propiciado el suelo histórico de 2023. "Es evidente la disminución en la demanda de esta modalidad de cobro de la prestación por desempleo", resume el documento de CCOO, titulado Mercado de trabajo y protección por desempleo. Año 2023.

¿Por qué se produjo, si cada vez es más fácil acceder a esta posibilidad? En primer lugar, hay que puntualizar que desde 2013 se puede compatibilizar la prestación contributiva por desempleo con el trabajo por cuenta propia durante un máximo de 270 días, una opción "que puede ser también atractiva y hacer innecesaria la capitalización las prestaciones", destacaba el mismo informe de Comisiones correspondiente a 2019. En otras palabras: si no se capitaliza no se pierde el paro, como ocurría antes, lo que supone un desincentivo muy importante para acogerse a esta fórmula.

Foto: Un repartidor frente a un comercio en Oviedo. (EFE/J.L.Cereijido)

Pero incluso suponiendo que la gran caída de la segunda mitad de la década pasada estuviese condicionada por este hecho, resulta demasiado abrupta. Existe una segunda explicación, que el propio informe de CCOO apunta: durante la crisis financiera de 2008, se apostó por la capitalización como un "estímulo evidente a reducir tasas de paro, animando a emprender actividad por cuenta propia, la mayoría de las veces sin resultado positivo". En otras palabras: se empujó, de alguna manera, a los parados a emprender, ya que esa era la única vía para que dejasen de estar desempleados y se reenganchasen a un mercado laboral muy complicado, que los expulsaba sin ofrecer otra alternativa.

Esto explicaría que los máximos de las capitalizaciones de autónomos se dieran durante lo peor de la Gran Recesión, así como el desplome que se vivió a partir de mediados de la década pasada, cuando la economía empezó a mejorar. De acuerdo con los datos de la Seguridad Social, este hundimiento fue en paralelo con el gran impulso que empezaron a experimentar entonces las afiliaciones al régimen general, mientras que en el de los autónomos se mantenían más o menos constantes. Cuando el mercado laboral se dinamizó, los parados dejaron de ver tan atractiva la opción del autoempleo, porque sabían que, más pronto que tarde, podrían encontrar una ocupación por cuenta ajena. Esos "emprendedores involuntarios", como los llama Emilio Congregado, caracterizaron la crisis, pero han ido a menos en los años de una recuperación que, con el paréntesis del covid, se mantiene hasta la fecha.

El catedrático de Economía de la Universidad de Huelva, uno de los que más ha estudiado este fenómeno en España, considera que los mínimos históricos de capitalizaciones constituyen una buena noticia: "Es el reflejo del excelente comportamiento del empleo por cuenta ajena, que debe estar asociado a también a una caída del autoempleo por necesidad y de cualquier tipo de autoempleo involuntario. Esta evolución está en consonancia con el carácter anticíclico del autoempleo por necesidad". En román paladino: cuando la economía va mal, los parados prefieren montar bares, a falta de otra alternativa mejor, mientras que cuando deciden esperar a que salga algo de lo suyo significa que el mercado laboral está en un momento dulce.

Carlos Bravo, secretario de Políticas Públicas y Protección Social de Comisiones Obreras, también lo ve así. Y atribuye las cifras a dos motivos fundamentales: "Uno es la mayor estabilidad laboral actual, tras la mejora del empleo propiciada por la reforma laboral, así como el escudo social generado ante la crisis derivada de la pandemia. Otro factor relevante, propiciado por los anteriores, es que el número de personas que se ven obligadas a probar fortuna con una actividad por cuenta propia, no siempre bien analizada en términos de viabilidad y proyecto, que con frecuencia no se mantenía durante mucho tiempo, ha disminuido de forma clara".

Todos los expertos coinciden en que ser autónomo no es una lotería, y se debe poseer la formación adecuada. Por eso no es malo que, aquellos que hasta hace unos años llegaban al trabajo por cuenta propia de rebote, normalmente en actividades de bajo valor añadido, ahora busquen un trabajo por cuenta ajena de lo suyo. Bravo concluye: "Menor necesidad y mayor conciencia de la necesidad de abordar un nuevo proyecto de trabajo autónomo con el análisis y estudios de viabilidad necesarios son elementos que justificarían buena parte de esa caída". Y Congregado añade: "Posiblemente se estén produciendo salidas del autoempleo de empresarios marginales, contribuyendo, por tanto, a una mejora de la calidad del tejido empresarial".

Esta semana se conoció que España batió en marzo su récord de autónomos en 15 años, con 3,35 millones. Sin embargo, las afiliaciones totales a la Seguridad Social han crecido a un ritmo mucho más rápido, lo que demuestra que la recuperación del empleo ha venido de la mano del trabajo asalariado. Algunos de sus protagonistas probaron un día suerte montándose por su cuenta, y el Estado les dio todas las facilidades para hacerlo, consciente de que así se maquillaban las listas del paro. Ahora, esa alternativa resulta cada vez menos atractiva: para un soldador o un peón de la construcción, siempre será mejor estar en la fábrica o en la obra que detrás de una barra.

El número de desempleados que capitaliza el paro para montar un negocio ha caído a su mínimo de las últimas dos décadas. Según un estudio del sindicato Comisiones Obreras (CCOO), el año pasado se acogieron a esta posibilidad poco más de 40.000 personas, el dato más bajo de la serie, que empieza en 2005. Los expertos consultados por este periódico coinciden en que se trata de una excelente noticia: certifica la buena salud del mercado laboral español, que el pasado marzo superó por primera vez la barrera de los 21 millones de afiliados.

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