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Cambiando cromos en la UE: cómo la derrota española en el BCE acerca a Calviño al BEI
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el bce descarta a Delgado

Cambiando cromos en la UE: cómo la derrota española en el BCE acerca a Calviño al BEI

En la Unión Europea, a la hora de elegir a altos cargos para sus instituciones, se intenta mantener un cierto equilibrio geográfico, evitar que un país esté sobrerrepresentado

Foto: Claudia Buch. (Reuters/Ralph Orlowski)
Claudia Buch. (Reuters/Ralph Orlowski)
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Antes del parón veraniego, los coordinadores de la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros del Parlamento Europeo enviaron una carta al Banco Central Europeo (BCE) en la que mostraban su apoyo unánime a Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, para presidir el consejo del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que se encarga de la vigilancia de algo más de 100 entidades en 21 países de la Unión Europea. Era la candidata ideal. Aunque la teoría dice que nada tiene que ver este cargo con el Banco Europeo de Inversiones (BEI), la práctica europea, forjada durante décadas, dice todo lo contrario. Por eso Nadia Calviño, vicepresidenta primera de España (VP1) y aspirante a presidir la entidad europea a partir de enero de 2024, miraba de reojo el juego de poder entre la Eurocámara y el BCE.

Este miércoles 13 de septiembre, en un movimiento poco habitual, el eurobanco decidió pasar por encima de la opinión del Parlamento Europeo y nominar para el cargo a la alemana Claudia Buch. Alivio en el Ministerio de Asuntos Económicos español, cabreo entre los eurodiputados. Pero si el BEI y el MUS no tienen nada que ver el uno con el otro, ¿por qué en Madrid se ha seguido con atención la elección al frente de Supervisión? ¿Y por qué ver con cierto alivio que pierde una candidata española?

En la Unión Europea, a la hora de elegir a altos cargos para sus instituciones, se intenta mantener un cierto equilibrio geográfico, evitar que un país esté sobrerrepresentado. España ya está muy bien representada en el ámbito económico y bancario, con Luis de Guindos como vicepresidente del BCE y con José Manuel Campa al frente de la Autoridad Bancaria Europea. El resto de socios pueden entender que España ocupe una de las dos vacantes que están abiertas ahora mismo, pero será más difícil convencerles de que puede ocupar las dos.

Foto: La futura presidenta del Mecanismo Único de Supervisión, Claudia Buch. (Reuters/Ralph Orlowski)

Y en la UE la negociación en ocasiones consiste en una suerte de intercambio de cromos. Alemania tiene un voto muy importante a la hora de elegir al presidente del BEI, ya que en el proceso de elección, para ganar es necesario recibir el apoyo de al menos 18 países que representen como mínimo el 68% del capital del BEI, y Berlín, París y Roma son, por bastante margen, las que más capital representan, por delante de Madrid y La Haya. Y al obtener el MUS, Berlín tiene menos incentivos para votar en contra de la vicepresidenta del Gobierno, aunque la realidad es que en el Gobierno alemán siguen sin decantarse por una candidatura.

Calviño se enfrenta a otra candidata muy fuerte, considerada la favorita hasta que ella dio el paso de presentarse el 11 de octubre: Margrethe Vestager, vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea a cargo de Competencia. La danesa se está moviendo, está haciendo una campaña activa e intenta atraer votos de actores importantes. Alemania todavía tiene que decidir a quién va a dar su apoyo, pero Vestager trabaja para intentar que caiga de su lado. La elección de Buch elimina un elemento que le podía ayudar, y mucho, a recabar su voto: el equilibrio geográfico.

No todo está hecho

Aunque el plan original de Calviño y del ministerio era que los ministros votaran la presidencia del BEI este próximo fin de semana en Santiago de Compostela, fuentes del ministerio admiten ahora que la cuestión está fuera de sus manos: depende únicamente del ministro belga, Vincent van Peteghem, que actualmente ostenta la presidencia de la Junta de Gobernadores del BEI. Es él quien controla los tiempos, el que decide cuándo se discute y cuándo se vota.

Y fuentes diplomáticas no apuntan a que este mismo fin de semana vaya a haber una votación, salvo que hubiera una mayoría muy amplia y clara por uno de los candidatos. Si finalmente los ministros se van de Santiago sin haber elegido a un sucesor de Werner Hoyer, que finaliza su mandato al frente del BEI a final de año, entonces Calviño tendrá que volver a mirar de reojo al proceso del MUS, porque puede seguir afectando a su candidatura.

El Parlamento Europeo todavía no ha dicho su última palabra

La razón es que el Parlamento Europeo todavía no ha dicho su última palabra. Aunque el BCE haya nominado a Buch, ahora la alemana tiene que recibir un voto de confirmación por parte de la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros de la Eurocámara, la misma en la que todos los coordinadores, de manera unánime, apoyaron a Delgado antes de verano. Y eso ocurrirá la semana que viene. Después, el pleno tiene también que votar si confirma a Buch o si la tumba, y lo podría hacer tan pronto como en la primera sesión de octubre, lo que podría abrir la puerta a que el BCE acabe nominando a Delgado.

Si la Eurocámara rechazara a Buch y Calviño no tiene atada ya su elección para el BEI, Vestager puede volver a contar con la carta del equilibrio geográfico para intentar rascar votos aquí y allá todavía a tiempo antes de que los ministros de Finanzas europeos vuelvan a verse las caras el 16 y 17 de octubre en Luxemburgo.

Antes del parón veraniego, los coordinadores de la Comisión de Asuntos Económicos y Financieros del Parlamento Europeo enviaron una carta al Banco Central Europeo (BCE) en la que mostraban su apoyo unánime a Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, para presidir el consejo del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que se encarga de la vigilancia de algo más de 100 entidades en 21 países de la Unión Europea. Era la candidata ideal. Aunque la teoría dice que nada tiene que ver este cargo con el Banco Europeo de Inversiones (BEI), la práctica europea, forjada durante décadas, dice todo lo contrario. Por eso Nadia Calviño, vicepresidenta primera de España (VP1) y aspirante a presidir la entidad europea a partir de enero de 2024, miraba de reojo el juego de poder entre la Eurocámara y el BCE.

Banco Central Europeo (BCE) Nadia Calviño
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