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¿Y si Europa no necesita entrar en pánico ante China y los subsidios de EEUU?
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Ley de Reducción de la Inflación (IRA)

¿Y si Europa no necesita entrar en pánico ante China y los subsidios de EEUU?

Dos académicos defienden limitar la lluvia de subvenciones a las tecnologías incipientes ante el pánico europeo por las ayudas americanas y chinas

Foto: Banderas de la Unión Europea. (EFE/Stephanie Lecocq)
Banderas de la Unión Europea. (EFE/Stephanie Lecocq)
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La aparición en escena de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de la administración americana generó escenas de pánico entre algunos líderes de la Unión Europea. El miedo a que la industria europea fuera absorbida por los potentes subsidios del nuevo programa verde americano y por el dopaje de China a sus compañías llevó a los jefes de Estado y de Gobierno a celebrar varias reuniones centradas en este asunto en las que pidieron a la Comisión Europea que aportara posibles soluciones.

Una vez el polvo se ha asentado, la sensación que empieza a extenderse en Bruselas es que quizás hubo algo de sobrerreacción. Que no hay que dormirse en los laureles, pero que la situación no es tan crítica como podía parecer al principio. De hecho, hay bastantes señales esperanzadoras, como apuntan John Springford y Sander Tordoir, del Centre for European Reform (CER), en su último informe, Europa puede resistir a los subsidios para la tecnología verde estadounidenses y chinos.

Los dos académicos no niegan lo obvio: las exportaciones chinas de tecnología verde se han disparado. Del total de exportaciones de productos verdes, China ha pasado de representar el 23% en 2019 al 34% en 2022, un crecimiento muy superior al de la Unión Europea, cuyo porcentaje de las exportaciones globales ha pasado del 19% al 23%. En Alemania, esos datos han generado bastante alarma, porque aunque una parte importante de esas importaciones es de propios vehículos de marcas alemanas que se fabrican en China, las marcas chinas de automóviles eléctricos también están apareciendo con mucha fuerza en el mercado europeo.

Pero Springford y Tordoir apuntan, sin embargo, que hay otras razones para el optimismo: cuando se mira al porcentaje de exportaciones verdes respecto al PIB, Europa, y específicamente Europa central, en Alemania, Hungría, Eslovaquia, Rumanía, República Checa y Dinamarca, ofrece un cuadro muy diferente. "En 2021, ningún otro país del G7, o China, exportó más productos LCT [tecnología baja en carbono, por sus siglas en inglés] que Alemania como porcentaje del PIB", explican los dos académicos en su documento.

La distancia es clave

Buena parte del estudio de Springford y Tordoir se basa en algo tan inamovible como la geografía. "El lastre de la distancia en el comercio está empezando a imponerse", aseguran en el documento. Su apuesta es sencilla: estos mercados verdes se están desarrollando rápidamente y pronto, por ejemplo, será mucho más barato comprar coches eléctricos. A medida que los márgenes caigan, las empresas tendrán muchos menos incentivos para exportar un vehículo eléctrico producido en Asia hasta Europa. En otras palabras: la producción de algunas de estas tecnologías limpias se centrará en la región más cercana al punto de fabricación.

Foto: Sede del BCE en Fráncfort con el logo del euro iluminado en su fachada. (Reuters/ Kai Pfaffenbach)

Springford y Tordoir estudian seis tecnologías clave para entender cómo está evolucionando la relación con la distancia. Un producto al que se presta especial atención, por la importancia que tiene para la industria europea y especialmente la alemana, es la de los vehículos eléctricos. "Por cada aumento del 1% en la distancia entre los dos socios comerciales, las exportaciones de vehículos eléctricos cayeron un 1,3% (frente al 0,9% en 2017). Eso refleja una producción creciente en los países industrializados, que está atendiendo la demanda interna (o los países ricos cercanos)", señalan ambos académicos.

La pregunta obvia es, entonces, ¿por qué aumentan de forma exponencial las importaciones desde China al mercado europeo en productos como las baterías de litio? "La respuesta más probable es que, hasta ahora, la UE solo ha construido capacidad de batería para satisfacer alrededor de la mitad de esa creciente demanda", explican. Pero las piezas irán encajando a medida que Europa sea capaz de producir más baterías, y los autores señalan que en 2030 la UE será capaz de cubrir su demanda interna de baterías de litio. Un problema no resuelto, en todo caso, y que preocupa mucho en la Comisión Europea, es la presencia de inversión china en la industria de baterías europeas.

¿Qué subsidiar entonces?

El mensaje de los dos académicos es claro: en algunas tecnologías clave el rumbo marcado ya es el correcto y una lluvia de subvenciones no tiene por qué ser necesaria, e incluso puede que sea perjudicial, distorsionando el mercado interior, ya que aquellos países con más capacidad podrán beneficiar más a sus empresas. Sin embargo, sí hay casos que preocupan a Springford y Tordoir y que requieren de la atención política de la Unión.

En algunas tecnologías clave el rumbo marcado ya es el correcto y una lluvia de subvenciones puede que sea perjudicial

El primero es asegurarse de apoyar a las empresas europeas innovadoras durante la etapa de escalado cuando tengan buenas opciones de obtener una ventaja competitiva respecto a EEUU y China, y el segundo es en el caso de tecnologías que pueden estar avanzando hacia un monopolio o un duopolio y en las que Europa pueda acabar desarrollando una dependencia estratégica respecto a Washington o Pekín.

Un caso concreto en el que los autores consideran que el uso de subsidios podría estar justificado y que encaja con ese segundo escenario es en la tecnología eólica, donde China está ganando cada vez más terreno a pesar de las barreras geográficas. En 2020, la Unión Europea representaba el 58% de la producción de turbinas eólicas, y hoy solamente el 34%, mientras China ha pasado de representar el 23% al 52% en el mismo periodo.

La aparición en escena de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de la administración americana generó escenas de pánico entre algunos líderes de la Unión Europea. El miedo a que la industria europea fuera absorbida por los potentes subsidios del nuevo programa verde americano y por el dopaje de China a sus compañías llevó a los jefes de Estado y de Gobierno a celebrar varias reuniones centradas en este asunto en las que pidieron a la Comisión Europea que aportara posibles soluciones.

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