La sanidad pública perdió 4.200 trabajadores en el último año y la privada ganó 9.500

La sanidad pública se ha convertido en uno de los principales temas de la campaña electoral de las autonómicas del próximo mes de mayo. La multitudinaria manifestación celebrada en el centro de Madrid pone de manifiesto la preocupación de la sociedad por la atención pública, muy debilitada tras el final de la pandemia, con largas listas de espera, enfermedades sin un tratamiento apropiado y una asistencia primaria con graves problemas de personal. El covid mostró todas las deficiencias del sistema sanitario y, aunque las comunidades han consolidado a una parte de los trabajadores contratados durante la pandemia, los despidos han sido la tónica general durante el último año. Y exceden las fronteras de la Comunidad de Madrid.

Las comunidades autónomas han prescindido de un total de 4.200 sanitarios en el último año, según los registros de afiliados a la Seguridad Social del sector público. Esta categoría incluye desde médicos hasta enfermeros y auxiliares en hospitales y centros sanitarios y no incluye al personal sanitario de las residencias y otro tipo de centros de asistencia social. La caída de la afiliación es de apenas el 0,6% del total, pero supone romper la tendencia de consolidación de los trabajadores incorporados durante la pandemia.

La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) ya señaló hace tiempo que las comunidades autónomas estaban empezando a consolidar a una parte de los médicos contratados, ya que el sistema estaba en una situación de déficit de personal como consecuencia de los recortes aplicados durante la crisis financiera. Este proceso se prolongó durante los dos años afectados por el estado de alarma, pero en los últimos meses ya se están produciendo salidas netas: más despidos que contrataciones.

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La sanidad privada, por el contrario, se está reforzando. En el último año, ha incorporado a casi 9.500 sanitarios. De esta forma, no solo compensa las salidas del sector público, sino que permite sumar más de 5.200 trabajadores adicionales en el conjunto de la economía. A medida que la situación del coronavirus se va normalizando, también lo hace la atención de salud. Y la saturación de la pública empuja a cada vez más ciudadanos a optar por seguros privados.

El sector privado solo perdió personal sanitario durante los meses del gran confinamiento. Sin embargo, a partir del verano de 2020 ya volvieron las contrataciones cuando se levantó el estado de alarma. Desde entonces, ha aumentado el número de trabajadores en más de 39.000 profesionales, lo que supone un crecimiento del 12%. El crecimiento de la afiliación sanitaria en el sector privado contradice los argumentos que ha utilizado una parte de los responsables autonómicos, especialmente los madrileños, de que no hay personal disponible. El problema parece estar más bien en la capacidad de atraer a estos profesionales hacia la atención pública respecto de los competidores privados y extranjeros. Aunque la Seguridad Social no desagrega el empleo público por sectores y CCAA, los datos agregados revelan que se trata de un problema que se extiende por la mayor parte de las comunidades autónomas.

A medida que el servicio público se deteriora, la sanidad privada encuentra más oportunidades para crecer. De hecho, hay pocos sectores que hayan crecido tanto desde que estalló la pandemia, con un aumento de la afiliación de doble dígito. La sanidad pública también ha aumentado sus plantillas; sin embargo, durante meses la atención se centró en tratar a los enfermos de covid y las enfermedades crónicas o de largo tratamiento se pospusieron, lo que ha derivado en largas listas de espera.

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En la sanidad pública, el empleo creció rápidamente durante todo el año 2020 y la mitad de 2021. En esos dos años aumentó la afiliación en casi 76.000 profesionales, un crecimiento del 11%. Pero desde entonces las plantillas se han estancado y un año después apenas hay 1.700 trabajadores más.

Durante la pandemia, el número de sanitarios públicos sobre el total llegó a situarse cerca del 70%, volviendo así a los máximos previos a los recortes del año 2009. Sin embargo, esta ratio se ha reducido rápidamente y en el inicio de 2023 está ya en el 68%, y cayendo. Tras el crecimiento extraordinario de la sanidad pública durante la pandemia, se ha recuperado la tendencia de los últimos años de que la atención privada es cada vez más relevante. Se trata de un juego en el que ambos sectores están inversamente relacionados: cuando la atención pública se deteriora, los ciudadanos se ven forzados a contratar el servicio privado.