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Cómo ha cambiado el trabajo desde 1981: polarización, modernización y el 'boom' de Madrid
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EL ANÁLISIS DE FERNÁNDEZ-MACÍAS

Cómo ha cambiado el trabajo desde 1981: polarización, modernización y el 'boom' de Madrid

Si observamos la estructura laboral de España junto a la de otros países europeos, nos daremos cuenta de que aún hay un amplio margen para la mejora

Foto: Foto: EFE/David Arquimbau.
Foto: EFE/David Arquimbau.
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En 1981, España vivió de todo. La dimisión de Adolfo Suárez, un golpe de Estado fallido, la aprobación de la ley del divorcio y una polémica entrada en la OTAN. Era aún una democracia joven en la que había dos millones de desempleados (hoy hay alrededor de un millón más, pero también 10 millones más de habitantes), en la que el sector primario aún tenía un gran peso y que aún no había ingresado en la Unión Europea, con todo lo que suponía. Era casi un país en pañales.

1981 es también el primer año que aparece recogido en un análisis publicado por la Comisión Europea y titulado 'Regional heterogeneity in occupational change: Using Census data to investigate employment polarisation and upgrading at NUTS-3 level' sobre las diferencias en la estructura ocupacional en seis países europeos distintos, España entre ellos. Una buena herramienta para entender cómo ha evolucionado la estructura del empleo en España, un aspecto del mercado laboral al que no suele prestarse atención.

España también se polariza en más empleos que requieren baja o alta cualificación

Un periodo marcado por "la mejora laboral y la polarización", como explica Enrique Fernández-Macías, investigador del Joint Research Center de la Comisión Europea y coautor del estudio. Especialmente lo primero, dado que España era un país que tenía un amplio margen de desarrollo. "En las últimas décadas, España ha experimentado más mejora estructural (crecimiento relativo de empleos de alta cualificación y salarios) que polarización (crecimiento de los polos), aunque depende del periodo".

"El número de trabajadores en empleos más cualificados ha tendido a crecer de manera más o menos continuada a lo largo del tiempo, mientras que los empleos medios y bajos han aumentado o disminuido dependiendo del periodo específico", prosigue el investigador. "El crecimiento estable de los empleos más cualificados está relacionado con el crecimiento económico general, el desarrollo tecnológico y la expansión del empleo en servicios públicos en las últimas décadas". Tendencias que en los últimos 40 años han facilitado que España se pusiese al día respecto al resto de Europa.

placeholder Mesa instalada por el PSOE para recoger firmas en apoyo de su postura respecto al ingreso de España en la OTAN, en septiembre de 1981. (EFE)
Mesa instalada por el PSOE para recoger firmas en apoyo de su postura respecto al ingreso de España en la OTAN, en septiembre de 1981. (EFE)

También respecto a la polarización, el mayor crecimiento de los empleos que requieren niveles de cualificación bajos y altos respecto a los medios. Como señala Fernández-Macías, es un país cíclico en el que se han sucedido ciclos de modernización y retroceso. "Entre finales de los setenta y los ochenta se produce una modernización negativa, con una destrucción masiva de empleo en las ocupaciones bajas y medias a medida que la economía se moderniza", explica el autor en otro de sus trabajos. "En la larga expansión económica de entre 1995 y 2007, España experimentó una expansión casi plana del empleo a través de la estructura ocupacional". Como ocurrió en otros países, la polarización se disparó tras las crisis de principios de los años noventa y la de después de 2008, "acabando con los trabajos de salario medio en la construcción y la manufactura".

Las regiones españolas han convergido a gran velocidad, como ha ocurrido en otros países como Grecia o Portugal, y más que en otros ya más desarrollados como Austria. "La modernización de la economía española, con un rápido proceso de transición a una economía abierta de servicios y el desarrollo de un estado de bienestar, explica esta dinámica", recuerda Fernández-Macías. Aunque la estructura laboral de España se ha modernizado durante estas décadas, "esto no quiere decir que la polarización de los salarios dentro de los empleos no haya aumentado en el mismo periodo, por ejemplo, si la desigualdad dentro de los empleos ha aumentado". Algo que, añade, es lo que la investigación señala: son los salarios en los empleos los que se polarizan, no la estructura.

Adónde han ido los empleos intermedios

Como ha ocurrido en otras naciones europeas, España ha sido uno de esos países donde han desaparecido los empleos de nivel intermedio. Esto se debe, como explica Fernández-Macías, a la desindustrialización, ya que era en la industria donde se concentraban los empleos intermedios, que han "crecido menos que el empleo en el sector servicios por factores como el cambio técnico (el aumento constante de productividad en la industria hace que no sea necesario tanto empleo incluso si se mantiene o aumenta la producción) y la globalización (muchos bienes industriales intensos en mano de obra se importan)".

placeholder La fábrica de Loza, en Sevilla. (Foto:EFE/José Manuel Vidal)
La fábrica de Loza, en Sevilla. (Foto:EFE/José Manuel Vidal)

"En casi todas las economías avanzadas, el sector industrial dominaba los niveles intermedios de la estructura ocupacional hasta no hace mucho", añade Fernández-Macías. "El lento pero seguro declive del empleo industrial de las últimas décadas (a partir de los setenta y ochenta en España, antes en otros países), que es la otra cara de la transición a una economía de servicios, ha contribuido, por tanto, al declive relativo del empleo en los segmentos intermedios de la estructura ocupacional en los últimos años". Algo que se nota especialmente en regiones como Barcelona o País Vasco.

Sin embargo, esta polarización se debe más a factores regulatorios, "como la reforma laboral de finales de los años ochenta en España", que a factores tecnológicos. Otro ejemplo es la reforma laboral de 1984, que contribuyó a "la expansión del empleo de baja cualificación a partir de finales de la década". Los empleos de cualificación media (como ocurre con la baja) están marcados también por los ciclos económicos, como es el caso de la construcción, que "crea empleos de nivel medio en periodos expansivos y los destruye en periodos de crisis".

"La desagrarización ha disminuido el peso del empleo de baja cualificación"

Sin embargo, matiza el investigador, exceptuando las conocidas reconversiones industriales de los años ochenta que llevaron la tasa de desempleo hasta el 21,6% en 1986, el empleo industrial suele mantenerse "estable en términos absolutos, pero se reduce en términos relativos, porque aumenta el empleo en servicios". La extinción de estos empleos de nivel medio y la reducción de plantillas se realizan mediante jubilaciones.

En los primeros 10 años analizados, los de la década de los ochenta, los empleos de baja cualificación se mantuvieron estables. Sin embargo, aumentaron moderadamente durante la siguiente década, por la reforma laboral anteriormente citada, hasta desplomarse a comienzos de siglo. La principal razón detrás de este largo proceso es la desagrarización, que ha provocado que el peso que tiene el sector agrícola en las provincias más pobres disminuya.

Esto ha recortado las diferencias entre las provincias más pobres y las más ricas. Una confluencia con salvedades, como la de Madrid, pero que apunta a una igualación entre regiones que no existía hace 40 años. "La desagrarización ha disminuido el peso del empleo de baja cualificación en las provincias menos desarrolladas", recapitula.

El 'boom' de la capital

En la España democrática, se ha producido una convergencia entre regiones en la estructura de empleo, especialmente a medida que el sector servicios explotaba por todos los rincones del mapa, pero el futuro puede ser muy distinto. Como ocurre en otros países, hay "una concentración creciente del empleo en Madrid", como señala el investigador. "Sigue siendo de mejor calidad (en términos de cualificación) que en otras provincias".

"Las grandes capitales se quedan con un porcentaje mayor de la actividad económica"

"La tendencia de las últimas décadas, a nivel global, es indiscutible en este sentido", señala el investigador. Una tendencia que matiza el proceso que se había producido durante las últimas décadas. "Las grandes capitales cada vez se están quedando con un porcentaje mayor de la actividad económica y el empleo, y además los mejores trabajos. 'A priori', yo diría que lo más normal es que esta tendencia continúe y se generalice a cada vez más partes del planeta". Fernández-Macías duda de que el teletrabajo permita contrarrestar de manera significativa esta concentración, que le parece "inexorable a largo plazo", y que tiene algunas excepciones, como Austria, Irlanda y Portugal.

El gran reto: "Si comparamos la estructura del empleo de España con la de otros países europeos, se ve que aún existe recorrido para aumentar el peso relativo del empleo cualificado. Además de que no solo se trata de que haya más o menos empleo en sectores u ocupaciones más o menos cualificados, sino de que la calidad del empleo y los salarios mejoren en términos generales", añade el investigador.

Foto: Proyecto Éxodo
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"Las proyecciones son muy complicadas, y más en un contexto como el actual", concluye el investigador. "A corto plazo, el futuro en términos de la estructura ocupacional será muy parecido al presente: el cambio en este sentido es lento y acumulativo. A largo plazo, dependerá de la orientación general de la actividad económica. Si tuviera que apostar, diría que lo más probable es que a largo plazo haya más mejora estructural en el empleo y no tanta polarización. A grandes rasgos, esa ha sido la evolución del empleo en los últimos siglos: el empleo más duro y repetitivo se ha ido eliminando por la aparición de máquinas y tecnologías que han aumentado la productividad de manera extraordinaria, sentando las bases de la abundancia material en que vivimos". En 40 años, hablamos.

En 1981, España vivió de todo. La dimisión de Adolfo Suárez, un golpe de Estado fallido, la aprobación de la ley del divorcio y una polémica entrada en la OTAN. Era aún una democracia joven en la que había dos millones de desempleados (hoy hay alrededor de un millón más, pero también 10 millones más de habitantes), en la que el sector primario aún tenía un gran peso y que aún no había ingresado en la Unión Europea, con todo lo que suponía. Era casi un país en pañales.

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