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Europa se convierte en el enfermo del planeta y arrastra a la economía mundial
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UN TERCIO DEL PLANETA ENTRARÁ EN RECESIÓN

Europa se convierte en el enfermo del planeta y arrastra a la economía mundial

España crecerá en 2023 un 1,2%, más del doble que la eurozona, pero con una diferencia. Mientras que la región ha recuperado los niveles previos a la pandemia, España todavía no lo ha hecho

Foto: La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Cristalina Georgieva. (EFE/Lenin Nolly)
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Cristalina Georgieva. (EFE/Lenin Nolly)
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La guerra pasa factura. La economía mundial camina hacia el estancamiento —un incremento del PIB del 2,7% en 2023 es lo más parecido a un crecimiento nulo— y lo hace, en esta ocasión, por el mal desempeño de la Unión Europa, que frente a las expectativas de hace poco más de un año se ha convertido en el auténtico enfermo del planeta. Un dato lo pone negro sobre blanco.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la eurozona, que representa alrededor de la octava parte del PIB mundial, crecerá el año próximo apenas un 0,5%, menos de la mitad de lo que se preveía hace apenas un trimestre. Con dos países muy relevantes —Alemania e Italia ya en clara recesión. En el primer caso, el PIB caerá en media anual un 0,3%, mientras que en el segundo retrocederá un 0,2%, en ambos casos debido a su elevada exposición a la llegada de gas ruso, lo que condiciona de forma intensa su producción industrial.

España crecerá el año próximo un 1,2%, más del doble que la eurozona, pero con una diferencia. Mientras que la región ha recuperado los niveles previos a la pandemia, España todavía no lo ha hecho, lo que explica que buena parte del empuje tenga que ver con la inercia de la economía, que todavía está recuperando el terreno perdido. En particular, a causa de la recuperación del número de turistas.

La causa del enfriamiento económico global tiene que ver, lógicamente, con la guerra en Ucrania y sus consecuencias energéticas y macroeconómicas, estrechamente interrelacionadas. No solo sobre Europa, sino también sobre la economía de EEUU (crecimiento del 1%) y, sobre todo, sobre China, muy afectada por la desaceleración del comercio mundial. El gigante asiático, de hecho, crecerá solo un 4,4%, la menor tasa desde 1990, cuando ingresó en la Organización Mundial de Comercio (OMC). Únicamente por encima de este año (3,2%), debido a las restricciones por el covid y al pinchazo de su burbuja inmobiliaria.

El peso de las exportaciones

El comercio mundial de bienes y servicios, de hecho, según las estimaciones del FMI, apenas avanzará un 2,5%, lo que da idea de la encrucijada en que vive el mundo. El comercio ha sido lo que ha movido el planeta desde el comienzo de la actual globalización, con un crecimiento medio del 5,4% entre 1970 y 2021. Y hay que tener en cuenta que la zona euro representa nada menos que el 26% de las exportaciones mundiales y el 12% del PIB del planeta, según el FMI, ligeramente por debajo del 15% que supone EEUU.

El resultado no deja lugar a dudas. El FMI estima que el 43% de los países analizados entrará en recesión técnica (dos trimestres consecutivos de contracción del PIB) en algún momento de 2022 y 2023, lo que representa la tercera parte del PIB global.

Todo ello, en un contexto inflacionista. Eso sí, con una clara tendencia a la baja. El 3,1% que prevé el FMI para el año próximo para las economías avanzadas es inferior al 7,5% calculado para este año, pero todavía se encuentra por encima de los objetivos de los bancos centrales (2%), lo que da a entender que persistirá en el tiempo el endurecimiento de la política monetaria, que castiga la renta de las familias y empresas y retrae la inversión, principalmente en el mercado inmobiliario. El FMI, de acuerdo con lo que muestran los mercados de futuros, estima que el barril de crudo se situará en torno a los 85 dólares el año próximo. Es decir, niveles inferiores a los actuales. Básicamente, por la caída de la demanda ante el enfriamiento de la actividad económica.

Tres factores clave, según el FMI, explican lo que pasará en 2023: el incremento de los tipos de interés como respuesta a la inflación, el impacto de la guerra de Ucrania y, todavía, las interrupciones en las cadenas globales de suministros, cuyos efectos adversos se han ido suavizando en los últimos tres trimestres. Aun así, y para las economías avanzadas, se habrá pasado de un crecimiento del 5,2% en 2021 al 2,4% este año; mientras que en 2022 el PIB avanzará apenas el 1,1%. Por lo tanto, un progresivo empeoramiento.

Foto: Visa aérea de una planta de gas en Illinois (EEUU). (EFE/Tannen Maury)

La mayor incertidumbre, además de la propia guerra de Ucrania, tiene que ver, precisamente, con las consecuencias del endurecimiento de las políticas monetarias, y en este sentido lo que reclama el FMI a los bancos centrales es que actúen de forma equilibrada. Es decir, que no sean demasiado agresivos, porque su estrategia podría hundir muchas economías, en particular a las naciones emergentes, pero que tampoco miren hacia otro lado, ya que eso podría alimentar una espiral inflacionista.

El empleo resiste

El FMI admite que “es complicado” encontrar una posición equilibrada o neutral, pero recuerda que lo que está en juego es su propia credibilidad como guardianes de la estabilidad de precios. La parte positiva es que las presiones inflacionistas todavía no han deteriorado los niveles de empleo, que continúan en niveles históricamente altos, tanto en la eurozona como en EEUU y Reino Unido. Ni que se observen de forma significativa fenómenos de inflación de segunda ronda.

El mensaje, en todo caso, es muy claro: lo prioritario es combatir la inflación, que tendrá, y ya tiene, efectos negativos para los agentes económicos a corto plazo. El endurecimiento de la política monetaria tendrá sin duda costos económicos reales, admite el FMI, “pero retrasarlo no hará sino exacerbarlos”.

Lo que recomiendan los economistas del Fondo, en concreto, es que la política fiscal se oriente a amortiguar el golpe sobre los colectivos más vulnerables. Ahora bien, matiza, ante las tensiones presupuestarias que los gobiernos enfrentan por la pandemia —aumento del endeudamiento público— y la necesidad de que la orientación general de la política macroeconómica sea desinflacionaria, lo que propone es que “las políticas [de compensación de rentas] deberán neutralizarse con una subida de impuestos o una reducción del gasto público”.

La guerra pasa factura. La economía mundial camina hacia el estancamiento —un incremento del PIB del 2,7% en 2023 es lo más parecido a un crecimiento nulo— y lo hace, en esta ocasión, por el mal desempeño de la Unión Europa, que frente a las expectativas de hace poco más de un año se ha convertido en el auténtico enfermo del planeta. Un dato lo pone negro sobre blanco.

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