El hundimiento del consumo frustra las previsiones de recaudación de Hacienda

La pandemia del coronavirus y la declaración del estado de alarma para combatir al virus están provocando el mayor hundimiento de la economía española en casi un siglo. La gran duda ahora es conocer hasta qué punto afectará a la recaudación, lo que permitirá anticipar la magnitud del déficit público. A la espera de conocer las cifras reales, la Agencia Tributaria publicó el martes el informe de ventas de las grandes empresas, que muestra la evolución de las bases imponibles gravadas con impuestos sobre el consumo, en especial el IVA.

Los datos de marzo reflejaron una caída brusca del consumo en España como consecuencia del establecimiento del estado de alarma. Las cifras fueron realmente históricas, y eso a pesar de que el impacto del virus se limitó a las dos últimas semanas del mes y a que el consumo en supermercados se disparó en los primeros días de pandemia.

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Según los datos de la Agencia Tributaria, las ventas de consumo interior de las grandes empresas (una buena muestra de la base imponible del IVA) se hundieron un 12,1% en marzo respecto a febrero (con datos corregidos de estacionalidad y calendario). Se trata de la mayor caída nunca registrada en el consumo interior, duplicando claramente el descenso del 5,8% que se registró en septiembre de 2012, cuando se subió el IVA.

Esta caída brusca de las ventas tendrá un gran impacto sobre la recaudación del IVA. Si se comparan las ventas con el mismo mes del año pasado, la caída se sitúa en el 11,1%. Se trata del mayor descenso desde abril de 2009. Esto es, en apenas dos semanas, se provocó un hundimiento del consumo igual al que se produjo en los siete meses posteriores a la quiebra de Lehman Brothers. Esta estadística solo recoge las ventas de las grandes empresas, pero los datos del pequeño comercio serán todavía peores. Este tipo de negocio apenas cuenta con capacidad logística para enviar productos a domicilio y en su gran mayoría ha estado cerrado desde el inicio del estado de alarma.

Este desplome no solo muestra la magnitud de la crisis sobre el consumo, también evidencia que las previsiones de recaudación del Ministerio de Hacienda son muy optimistas. El ministerio estima que la recaudación del IVA caerá este año un 5,2% respecto al año anterior. Sin embargo, el hundimiento de las bases imponibles en solo dos semanas de marzo muestra que el deterioro está siendo muy superior. Y los datos de abril y mayo serán todavía peores, ya que el estado de alarma afectará a todos y cada uno de los días de estos dos meses.

La correlación entre las ventas de las empresas y la recaudación del IVA se ha mantenido a lo largo de los años, con las excepciones de 2010 y 2012, años en que se subió el impuesto. De ahí que en 2020, sin cambios normativos, se complique todavía más la previsión de recaudación del Ejecutivo.

Sería necesaria una fuerte recuperación del consumo de los hogares tras el confinamiento para levantar la caída actual de las bases imponibles. Es importante señalar, al mismo tiempo, que los sectores que mantienen un nivel de consumo ordinario son los de bienes esenciales, principalmente alimentación e higiene, productos que tributan en el tipo superreducido del IVA del 4%. Por el contrario, la mayor parte del consumo de bienes que se está hundiendo es del tipo general del 21%, lo que significa que, por efecto composición, el tipo efectivo se podría reducir este año, lo que provocará que la caída de la recaudación de este tributo sea incluso superior a la de las bases imponibles.

Demanda embalsada

Cuando una caída del consumo de los hogares empieza a recuperarse, se produce un salto fuerte de las compras provocado por el efecto ‘demanda embalsada’. Este concepto hace referencia a todo ese consumo que los hogares han paralizado pero que quieren hacer y retoman cuando empieza la recuperación.

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En este caso, sin embargo, la demanda embalsada tendrá un papel secundario, al menos si la recuperación del consumo comienza en los próximos meses. El motivo es que el sector más afectado por la caída de las ventas, el de servicios, es el que tiene menor propensión a acumular demanda embalsada. El ejemplo de las peluquerías es el más recurrente: por mucho consumo pendiente que tengan los ciudadanos, se resuelve en una sola visita a la peluquería. El consumo no realizado se pierde directamente.

Esta situación es extensiva al turismo, el ocio, la restauración, etc. De ahí que la caída de las bases imponibles de los servicios será muy difícil de levantar aunque la recuperación sea rápida e intensa. El desplome de las ventas de servicios de las grandes empresas ascendió al 25%, esto es, perdieron uno de cada cuatro euros de negocio solo en las dos últimas semanas del mes de marzo.

Por su parte, la caída del consumo de bienes fue más moderada, del 7,5%. En su caso, influye el fuerte crecimiento de las ventas en supermercados durante los días previos a la declaración del estado de alarma. Los españoles arrasaron las estanterías y esto contribuyó a limitar la caída del consumo. Además, durante estas semanas, se ha mantenido el comercio 'online', lo que ha evitado el cierre total del sector.

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El desplome de la recaudación de marzo no figura todavía en las estadísticas del IVA de caja de marzo publicadas por la Agencia Tributaria, pero aparecerán cuando se publiquen los datos de abril a finales de mayo. En ese momento, los datos de ingresos tributarios mostrarán claramente si el objetivo fiscal que se ha marcado el Gobierno es alcanzable.