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La subida del SMI no llega a las asistentas: "Me han puesto menos horas y trabajo igual"
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DESPIDOS Y PAGOS EN NEGRO PARA NO subir el sueldo

La subida del SMI no llega a las asistentas: "Me han puesto menos horas y trabajo igual"

El número de afiliadas en el servicio doméstico se ha reducido en enero más que en ningún otro sector y que en otros años. ¿El motivo? Los empleadores no han afrontado el aumento salarial

Foto: Las trabajadoras de hogar están en un régimen especial sin derecho a paro en España. (EFE)
Las trabajadoras de hogar están en un régimen especial sin derecho a paro en España. (EFE)

Alicia* es empleada de hogar y pensaba pedir a principios de año un aumento de sueldo. Después de cuatro años trabajando para la misma familia, tenía la ilusión de empezar a ahorrar y comprarle una camioneta a su hijo para trabajar, que sigue viviendo en su país de origen. “Me dijeron que sí, pero cuando fueron a la Seguridad Social y vieron que el salario mínimo había subido, alegaron que no me podían pagar tanto”.

Gana 600 euros al mes por seis horas de trabajo al día, pero le han bajado el contrato a cinco y media para poder seguir pagándole lo mismo, pese a que su horario no ha cambiado. “En un principio, la señora me dijo que me iban a quitar de sacar el perro a pasear, pero luego vino el marido y dijo que no, que el perro no se podía quedar sin sacar”, cuenta al teléfono mientras atiende, precisamente, las necesidades del animal. “Al final, me han bajado las horas en el contrato pero trabajo lo mismo”.

Saben que soy madre soltera, que siempre he hecho bien mis tareas, pero se aprovechan porque necesito el trabajo

“Saben que soy madre soltera, que siempre he hecho bien mis tareas, pero se aprovechan porque necesito el trabajo”, continúa. “Y tampoco peleas mucho, porque para cambiarte son muy importantes las referencias. Al final, haces de tripas corazón, aunque muchas veces les mandaba a freír espárragos. Y así estamos todas”.

La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) hasta los 900 euros, que entró en vigor el pasado 1 de enero, ha sido una de las medidas estrella del PSOE y Unidos Podemos en el breve mandato de Pedro Sánchez. Aunque ha supuesto un salto en la nómina de muchos trabajadores, en las empleadas de hogar —uno de los gremios más vulnerables de la economía— ha hecho estragos. Según los datos de afiliación a la Seguridad Social, este sector es el único que baja respecto al año anterior, solo superado por los trabajadores del carbón, en caída libre desde hace años y ya con poca representatividad.

Mientras que el Régimen General ha aumentado un 3,3% respecto a enero de 2018, el Régimen Especial de Empleadas de Hogar ha caído un 2,4%. Aunque el descenso en este sector es sostenido desde hace un lustro, la variación mensual se ha agravado a raíz de la entrada en vigor del nuevo SMI, con 4.800 trabajadoras menos, alcanzando los niveles de 2012 (en torno a las 403.000). Una cifra solo comparable con la época estival, cuando muchas familias dan de baja a sus empleadas para retomar el contrato en septiembre. A diferencia de este fenómeno, en enero muchos empleadores han optado por modificar los contratos para reducir las horas y no aumentar así el salario de las empleadas, que ha pasado de un SMI de 5,76 euros por hora trabajada a 7,04, según denuncian asociaciones, agencias y afectadas. El Ministerio de Trabajo no hace públicos estos datos ni han sido facilitados a este diario, pese a haberlos solicitado durante varios días.

“En la urbanización no se habla de otra cosa entre nosotras. A unas les han bajado las horas, otras en negro… Yo he tenido suerte y me lo han subido, pero porque se lo he explicado yo y porque soy española, aunque otras veces me han intentado hacer líos”, cuenta otra trabajadora madrileña de 27 años. “Parece que las empleadas de hogar son esas chicas que no han estudiado y no han valido para más, y nos la intentan colar. Y si cuela, cuela”.

Parece que las empleadas de hogar son esas chicas que no han estudiado y no han valido para más, y nos la intentan colar

David, de Sevilla, es uno de los empleadores que han tenido que prescindir de su empleada, con la que llevaba más de un año en régimen de 36 horas semanales. “Con la subida del SMI tendríamos un coste familiar mensual de unos 180 euros por encima del sueldo antes pactado. Y eso no lo podemos soportar en casa. Aquí los sueldos no son los de Madrid. Y destinar 1.000 euros al mes al salario y Seguridad Social de la empleada de hogar no es fácil”. Al final, han acabado contratando a una empleada por horas, asumiendo ellos lavadoras y plancha por las noches. “Además, antes los niños comían en casa y ahora en el comedor del colegio. Solo con eso pagábamos bastante del sueldo”.

La subida del SMI mensual ha sido igual para las empleadas de hogar que trabajan por horas que para el resto de trabajadores (un 22% más). Aun así, hay muchas familias que no pueden —o quieren— permitírselo, como denuncian desde la asociación de servicio doméstico Sedoac: “En casas de clase media o con personas mayores, que tienen una pensión baja, se puede entender que no puedan afrontarlo. Por eso pedimos algún tipo de ayuda o beneficio fiscal para que no recurran a la economía sumergida”, explica Carolina Elías, su presidenta. “El problema es que donde más lo vemos es entre la clase alta. No podemos entender que en La Moraleja te digan que no pueden asumir la subida, como está pasando”.

Según Elías, muchos empleadores no se enteraron de que la subida del SMI también afectaba a sus trabajadoras, aunque también los hay que no se han querido enterar. “Les dicen a sus asistentas que es mentira, que no tienen derecho a nada, o directamente las amenazan con echarlas”.

Les dicen a sus asistentas que es mentira, que no tienen derecho a nada

A Camila*, colombiana que lleva desde 2014 trabajando en la misma casa, le han dicho que no le corresponde la subida, porque “para eso hay que trabajar 40 horas a la semana y yo los viernes hago siete", se lamenta. Sin embargo, ella trabaja 12 horas los lunes, martes y miércoles, 10 los jueves y, efectivamente, siete los viernes. Más de 50 horas semanales por 850 euros al mes, cuando el nuevo SMI es de 900 euros mensuales. "En un par de meses volveré a hablar con ellos, trataré de explicarles que me tienen que subir un poquito", dice con miedo a perder su trabajo.

Enero negro en las agencias de contratación

En las agencias de contratación también han notado más que nunca un bajón en enero. “Muchos clientes han puesto el grito en el cielo cuando les hemos informado de la subida. Nos consta que algunos han optado por bajar las horas y tenerlas trabajando en negro, aunque les hemos dicho que eso es ilegal. Otros directamente las han despedido y se han ido a por alguien sin papeles”, explica Felipe Sutil, director de la agencia de contratación Donadona, en actividad desde 1996, y presidente de la Asociación de Agencias de Servicio Doméstico de España. “Nunca habíamos visto un efecto así cuando ha subido el SMI, porque no había subido tanto nunca de golpe. Antes la gente lo pagaba y punto, pero ahora no ha sido así. A nosotros nos afecta porque no trabajamos en negro”. Sutil asegura que donde más se está notando es en el régimen de interna. “Es lo que la gente mayor más utiliza, porque están acompañados y tienen más seguridad si pasa algo”.

A Esther, una empleada de 62 años de origen vasco, también le han bajado las horas, aunque en su caso sí va a conllevar una bajada real de la carga de trabajo. Ya no trabajará los viernes, aunque tampoco ha tenido mucho margen de decisión. “Era eso o una hora menos todos los días. Llevo 20 años con ellos, y hace un tiempo ya me bajaron de ocho horas a cinco, y ahora un poco menos”, se queja. “Seguiré cobrando lo mismo, pero sí me afecta a la cotización, ahora cotizo menos con la jubilación tan cerca... La verdad es que no lo he querido ni mirar porque me voy a llevar un disgusto”.

Aunque desde las asociaciones que defienden los derechos de las empleadas de hogar creen que la subida del SMI es positiva, consideran que una vez más no contempla la idiosincrasia de este tipo de trabajo, lo que limita sus efectos reales. “Pueden subir lo que quieran, porque los empleadores cumplirán o no. No hay ni una sola medida de inspección, ni de investigación ni de formación que les diga a los empleadores cuál es el SMI y qué pasa si no lo cumplen. Puedo poner la mejor ley, que si no implemento medidas, no se cumplirán, y esto es lo que ha pasado siempre con las trabajadoras de hogar”, denuncia Lorea Ureta, militante de la asociación de empleadas de hogar vascas ATH-ELE.

El problema, apuntan, es que es muy complicado denunciar las ilegalidades por la inviolabilidad del hogar, que es el centro de trabajo en este caso. Además, al tratarse en la mayoría de los casos de una sola empleada, es fácil averiguar quién ha llamado a los inspectores y que tomen represalias. “Pero si quisieran investigar, claro que podrían hacerlo, igual que se hizo para encontrar a chicas sin papeles o ahora con las prestaciones por dependencia”, se queja Ureta.

La guinda: tramos más amplios

Se da la circunstancia de que, además del SMI, el 1 de enero también entró en vigor un nuevo sistema que aumenta el número de tramos de cotización para las trabajadoras domésticas, y que ha hecho un flaco favor a su relación contractual con los empleadores. De ocho tramos se ha pasado a 10, introduciendo nuevos rangos por arriba y por debajo de la tabla salarial. Así, hasta 2018, el tramo máximo de cotización para las trabajadoras de hogar era de 896 euros. Daba igual si cobraban mucho más que ese sueldo, porque solo iban a repercutir a las arcas públicas como si ese fuese su salario. “Esto quiere decir que una trabajadora que recibía 1.300 euros, que no es algo tan inaudito en el caso de las internas, no cotizaba toda esa diferencia. O que si cogían una baja cobraban como máximo por un salario de 896 euros, aunque ganasen más”, explican desde ATH-ELE.

La tabla salarial ha pasado de ocho tramos a 10, pero aumentando la distancia entre ellos y alejándose de los salarios reales

Ahora, de golpe, los empleadores que pagaban por encima de esa cantidad deben ingresar mucho más de la Seguridad Social. Pero, además, el salto de un tramo a otro es mayor que hace dos meses. En lugar de 100 euros de diferencia es de 135, por lo que se aleja más todavía del salario real. “Al ser unos tramos tan amplios, las que están muy por debajo del tramo se han caído. ¿Qué han hecho los empleadores? De nuevo, han dicho que les han reducido las horas y les han bajado el sueldo, cuando se sabe que es mentira. Lo peor de todo es que la Seguridad Social sabe que se está haciendo y les da completamente igual”, denuncia Ureta. “Es más, cuando vas y les dices que una trabajadora está 40 horas y le están pagando 800 euros, no dicen nada. Están permitiendo deliberadamente ilegalidades en este sector”.

Este año, de hecho, tendría que haber entrado en vigor la cotización por salario real, según la planificación que hizo el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero con la aprobación de la ley de 2011 que mejoraba las condiciones de las trabajadoras domésticas. Esta regulación introdujo 12 tramos con la previsión de que en 2019 se cambiase por el salario real. En lugar de eso, la llegada del Partido Popular redujo la tabla salarial a ocho franjas, y ahora a 10, pero aumentando el salto entre ellas.

En España, las trabajadoras de hogar se encuentran incluidas dentro de un régimen especial que no contempla, por ejemplo, el derecho a cobrar desempleo. Son las únicas trabajadoras que no disponen de esta prestación, a pesar de que Rajoy prometió en campaña electoral ante María Teresa Campos que corregiría esta “discriminación”. Tanto Sedoac como ATH-ELE y el conjunto de asociaciones estatales que en los últimos años están empezando a alzarse para reivindicar igualdad laboral llevan tiempo pidiendo que España ratifique el Convenio 189 de la Organización Internacional del Trabajo, que corregiría esa anomalía.

“El principal problema es la falta de voluntad política”, añade Ureta. “No quieren que el sector del hogar tenga derechos, porque si las familias no se pueden permitir pagar los cuidados, el Gobierno se va a tener que responsabilizar de ellos”.

* Nombre cambiado a petición de la entrevistada para preservar su identidad.

Alicia* es empleada de hogar y pensaba pedir a principios de año un aumento de sueldo. Después de cuatro años trabajando para la misma familia, tenía la ilusión de empezar a ahorrar y comprarle una camioneta a su hijo para trabajar, que sigue viviendo en su país de origen. “Me dijeron que sí, pero cuando fueron a la Seguridad Social y vieron que el salario mínimo había subido, alegaron que no me podían pagar tanto”.

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